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75ª Cumbre de la OTAN, nada que celebrar

Cuando la URSS desapareció la OTAN no se disolvió, arrogándose lo que desde su fundación ocultaba: la defensa e imposición del capitalismo, hoy también el neoliberalismo.

Por Higinio Polo y Willy Meyer*

Han pasado 75 años de la fundación de la Alianza Atlántica, una alianza militar creada teóricamente para «contener al comunismo», a la Unión Soviética, pero que cuando esta desapareció en 1990, y con ella el Tratado de Varsovia (la respuesta militar de la URSS a la OTAN, creada en 1955), la OTAN no se disolvió arrogándose lo que desde su fundación ocultaba: la defensa e imposición del capitalismo, hoy también el neoliberalismo. Y todo ello, desde el liderazgo de los EEUU, paradigma del modelo del Estado liberal, hoy enfangado entre un aspirante a presidente convicto y golpista y otro candidato senil, responsable del uso de la munición que emplea el ejército israelí para ejecutar el genocidio al pueblo palestino y de la llamada «solución militar» para resolver la guerra de Ucrania.

La propaganda atlantista inducía a creer que pretendía defender al «mundo libre» contando para ese objetivo con las dictaduras de Portugal, Grecia o España. Pero Wall Street, la élite del capitalismo estadounidense, se incorporó desde el primer momento y de forma directa, con las dos administraciones (demócrata y republicana) para asumir responsabilidades de la política exterior y de la seguridad y defensa:

-Robert Lovett, secretario de defensa de Truman,1951-1953, fue socio del Banco Brow Brothers Harriman & Co desde 1926.

-John Foster Dulles, secretario de estado de Eisenhower, 1953-1959 abogado de inversiones Sullivan and Cromwell y accionista de United Fruit Company.

-John Mc Cloy, segundo presidente del Banco Mundial, 1947-1949, presidente del Chase Manhattan Bank, 1953-1960, consejero asesor de los presidentes Kennedy, Johnson, Nixon, Carter y Reagan.

-Averell Harriman, embajador de EE.UU. en la URSS, 1943-1946 y Reino Unido,1941 1943, coordinador de EE.UU. en el Programa de Recuperación Europea (Plan Marshall, 1948-1950, fundador y presidente del Banco W.A. Harriman & Co, 1920-1931, socio principal del banco de inversiones Brown Brothers Harriman & Co, 1931-1946.

-Paul H. Nitze, subsecretario de defensa, 1967-1969, secretario de la Armada,1963-1967, bajo el mandato presidencial de Johnson, vicepresidente del banco de inversiones Dillon.

Pese a la palabrería y las mentiras de sus dirigentes, que insisten en que la OTAN defiende la libertad y la paz, la organización militar occidental cuenta con un pasado terrorista que le llevó a crear la trama Gladio, autora de numerosos atentados y muertes en distintos países europeos, desde Italia y Alemania hasta Bélgica y Luxemburgo, en los años en que organizó la «estrategia de la tensión» para limitar la fuerza de los partidos comunistas. El atentado de Múnich del 26 de septiembre de 1980 que causó trece muertos y más de doscientos heridos fue organizado por la OTAN con ayuda de los servicios secretos alemanes. Gladio fue un organismo clandestino de la Alianza, con numerosos grupos armados terroristas, que solo en Italia (con el Partido Comunista más fuerte de Europa occidental) causó casi quinientos muertos. Un general alemán, Leopold Chalupa, comandante en jefe de la fuerzas de la OTAN en Europa central, ordenaba los atentados, en coordinación con Washington. Fue la «estrategia de la tensión», porque la función de la OTAN nunca ha sido asegurar la paz, sino contener a los comunistas y la izquierda, sostener el capitalismo, y mantener la hegemonía de EEUU en Europa y en el mundo.

Antes de disolverse la URSS, el entonces presidente Gorbachov, el 7 de diciembre de 1988, se dirigía a la Asamblea General de las Naciones Unidas en estos términos: «la fuerza y la amenaza con el uso de la misma no pueden ni deben servir más como instrumento de política exterior. Esto se refiere, en primer lugar, a las armas nucleares. Pero la cuestión consiste no sólo en ellas. Todos los Estados, y sobre todo los más fuertes. han de saber autolimitarse y excluir totalmente el empleo de la fuerza con respecto a otros […] La concepción de la seguridad internacional global se basa en los principios de la carta de la ONU y en el reconocimiento del derecho internacional como referencia obligatoria para los Estados. Abogando por la desmilitarización de las relaciones internacionales, queremos ver los métodos políticos y jurídicos primando en la solución de los problemas que surgen. Nuestro ideal es una comunidad de Estados de derecho que también en su política exterior hagan primar el derecho».

El 9 de marzo de 1989, se celebraba la Conferencia sobre Reducción de Fuerzas Convencionales en Europa, todo un éxito para el discurso de Gorbachov y, el 6 de julio de 1989, ante el Consejo de Europa celebrado en Estrasburgo, Gorbachov ofrecía construir la casa común europea, con una nueva propuesta de desarme comenzando por las armas nucleares de corto alcance. A su juicio, el desarme debería ser la base de la construcción de esa casa común, ecológicamente limpia, donde se respetasen los derechos humanos y se afianzase la cooperación económica, científica y cultural. Para Gorbachov, el objetivo del diálogo Este-Oeste era «eliminar completamente el arma nuclear» proponiendo una reunión de expertos de EEUU, Francia, Reino Unido y la Unión Soviética (curiosamente, dejaba fuera a China).

La respuesta de los EEUU y de la OTAN fue acusarle de «pacifista», y desoyeron lo que pudo ser una oportunidad para la paz mundial y específicamente europea. La OTAN, ya sin la URSS como adversario, inició su andadura de intervenciones militares en contra del Derecho Internacional:

-1990 ataque a Yugoslavia, calificada por el presidente de turno de la Asamblea General de NN.UU., el uruguayo Opertti como «un golpe de Estado mundial».

-2001, invasión de Afganistán, teorizada bajo la doctrina de agresión positiva de la administración Bush por el que se consideraba con derecho a invadir un país que albergara organizaciones terroristas, en este caso los talibán. Una guerra e invasión inútil como demostró la retirada de las fuerzas ocupantes en 2021 dejando atrás un país diezmado, empobrecido y más talibanizado.

-2003, la invasión y guerra de Iraq, calificada por el entonces secretario general de NN.UU., Kofi Annan como «una guerra ilegal».

-2011, ataque aéreo a la Libia progresista de Gaddafi contribuyendo a la devastación del Estado más avanzado de África, que ocupaba entonces el puesto 49 del ranking del Índice de Desarrollo Humano. Hoy Libia es un estado roto y desestabilizado.

Ahora, la 75 cumbre de la OTAN en Washington pretende, con el liderazgo del gobierno estadounidense, centrar sus objetivos en apoyar «una solución militar» a la guerra de Ucrania, una vía que nunca resolverá el conflicto armado entre la Federación Rusa y Ucrania (en realidad una guerra de la OTAN contra Rusia), pero que supone una fuente extraordinaria de negocio para la industria de armamento estadounidense y europea.

Mientras tanto, las élites europeas, en lugar de encabezar una oferta de paz, como la que se avanzó en Estambul por mediación del presidente Erdogan en 2022, vetada por el entonces primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson (decía que Europa no estaba preparada para ese acuerdo de paz), se «preparan para la guerra» remilitarizando la Unión Europea, y llamando a aumentar significativamente el gasto en armamento.

Esa 75 cumbre de la OTAN no tiene nada que celebrar, es una organización militar que se convirtió en un verdadero obstáculo para la paz y el desarme. La inseguridad humana, esto es la falta de alimentos, de agua potable, de medicinas, de escuelas, de trabajo digno, la emergencia climática, la desigualdad, las armas de destrucción masiva, demandan una Seguridad Compartida, Desmilitarizada y Humana.

La paz y la libertad y la urgencia del desarme nuclear en el mundo no necesitan a la OTAN, que en esa 75ª cumbre certificará el fracaso de la seguridad atlántica, corresponsable por omisión del genocidio contra el pueblo palestino.

*Publicado en Mundo Obrero (España).

Fuente: La Haine

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