Oficialmente se publicaron datos de la faena vacuna durante el primer cuatrimestre del año. Tanto los de la cartera de Agricultura como los de las cámaras privadas coinciden en números de cabeza, tonelaje, exportaciones y consumo interno. Aumentó sensiblemente la faena de hembras.
Redacción
La información tiene varios días de publicada oficialmente. La faena bovina del primer cuatrimestre del año alcanzó los 4,7 millones de cabezas según el “tablero” publicado por la Secretaría de Agricultura de la Nación. Comparando con el mismo periodo de 2022, se registra un aumento del 12%.
En cuanto al peso, la faena llegó al millón de toneladas; lo cual implica un aumento comparativo cercano al 11%. Tanto la cartera de Agricultura como las principales voces de la cadena vacuna, indican que el desfasaje entre la faena y el tonelaje se dio porque disminuyó el peso promedio de los animales procesados en los frigoríficos.
En criollo, mayor cantidad de vacas flacas enviadas al matadero con dos argumentos principales. No poder retenerlas a causa de la sequía para equilibrar costos; y liquidar hacienda para equiparar las pérdidas del año pasado.
Desde la Cámara de la Industria y Comercio de la Carne (CICCRA) y derivados, que a partir de los informes oficiales realiza su propia ficha de situación, informando que entre enero y abril del corriente año, se obtuvieron 1.068.000 de toneladas de res con hueso (tn r/c/h). Asimismo, difundió los tipos de animales faenados: el 31,1% provino de novillitos livianos de 2 dientes; 28% de vacas de 8 dientes; 13,4% de vaquillonas livianas de 2 dientes; 12,6% de novillos de 6 dientes; y 7,2% de novillitos de 4 dientes.
Tanto los datos oficiales como los de CICCRA, observan el importante crecimiento de la faena de hembras – vientres potenciales -, totalizando un 50%. Es decir, al ampliarse la faena de hembras, se corre el riego de reducir el rodeo vacuno total a futuro, dado que habrá menos disponibilidad de vacas para servicio, y por ende, menos cantidad de cabezas. En criollo, menos cantidad disponible de carne vacuna en el mercado interno, lo cual puede propender a aumentar los precios de mostrador.
El argumento es que la sequía, además de registrar bajos pesos promedio, aumentó el porcentaje de “vacas vacías” – no preñadas -. Por lo cual, incrementa los costos de los criadores, sin garantía de recupero a mediano plazo, porque hay una mayor cantidad de animales a los cuales alimentar y mantener, sin un porcentaje de preñez que les permita mantener la ecuación productiva.
Hay otros datos importantes que nos permiten completar el cuadro. Durante el primer cuatrimestre del corriente año, la exportación alcanzó las 295.000 tn r/c/h. Eso implicó, asimismo, un aumento de la venta externa del 12,3%.
Lo restante – 773.000 toneladas -, se destinó al mercado interno, significando un aumento de consumo un 10,4% mayor que al mismo periodo de 2022. Supuestamente, el consumo anual per cápita argentino pasó de 47,6 a 49,9 kg por habitante.
Entonces, tenemos un panorama más o menos delineado para los próximos dos años, a menos que, la relación cría/faena no siga la tendencia del primer cuatrimestre. Es decir: si la exportación y el consumo interno por habitante están en aumento; pero al mismo tiempo se matan vientres para abastecer esa demanda restando futuras cabezas al rodeo total – de por sí diezmado -, no hay que ser muy inteligente para inferir que la faena futura disponible no alcanzará para cubrir el mercado interno no la demanda de exportación.
Por lo tanto, lo más probable es que la carne vacuna al mostrador aumente, de cara a “acoplarse” a los precios de venta externa. Si eso sucede, volverá a bajar el consumo per cápita de carne por habitante a causa de los altos precios; o bien – de no cambiar con la lógica gubernamental – se instrumentarán una serie de medidas de cara a subsidiar la cadena bovina, de cara a poder evitar lo más posible la escalada de precios.
En fin; medidas que jamás han dado resultado, pero que el liberalismo clásico reinante, no deja de instrumentar.
Fuente: SAGyPN / CICCRA / TodoAgro