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Asia y el “Quinteto de Shanghái”

Astana acaba de ser escenario de una de las cumbres fundamentales del nuevo mundo multipolar: la Organización de Cooperación de Shanghai (OCSh). Fundada como medio para recomponer la alianza entre China, Rusia y las exrepúblicas centroasiáticas soviéticas de Kazajstán, Kirguizia y Tadzhikistán, se erige como un mecanismo permanente que permitiera fortalecer la interacción militar en el área fronteriza común de aquellos países impulsó la formación del llamado “Quinteto de Shanghái”.

Por Hernando Kleimans*

La capital de Kazajstán, Astana, es una hermosa ciudad, muy moderna, que reemplazó a Alma Ata, la anterior capital de este poderoso estado mediterráneo en el corazón de Asia.

Es el centro de uno de los más importantes mercados mundiales de combustible, minerales y… estrategias geopolíticas. Es el balancín entre las grandes potencias de Eurasia: Rusia, China, la India, Irán.

Astana acaba de ser escenario de una de las cumbres fundamentales del nuevo mundo multipolar: la Organización de Cooperación de Shanghai (OCSh). Fundada como medio para recomponer la alianza entre China, Rusia y las exrepúblicas centroasiáticas soviéticas de Kazajstán, Kirguizia y Tadzhikistán, su significación estratégica, tanto política como económica, impulsó su rápido desarrollo y la consolidación de su importancia como alianza integradora y garantizadora de la seguridad internacional.

La necesidad de un mecanismo permanente que permitiera fortalecer la interacción militar en el área fronteriza común de aquellos países impulsó la formación del llamado “Quinteto de Shanghái”, en 1996, para controlar la ejecución al más alto nivel de los acuerdos firmados entre ellos, que marcaron un precedente único en el espacio asiático en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Tras adherirse Uzbekistán al grupo, en 2001 los seis países resolvieron transformarlo en la OCSh. Al año siguiente, en la cumbre de San Petersburgo, la Carta de la OCSh fijó sus principios: actuar con mayor eficacia ante los nuevos desafíos y amenazas que se le imponían al naciente proceso de multipolaridad y abrir el diálogo y la cooperación ante otros estados y organizaciones internacionales. A principios de 2013 la organización quedó registrada en la ONU.

Además del Secretariado Permanente, que funciona en Beijing, y de las periódicas cumbres de jefes de estado y de primeros ministros, la única formación creada por la OCSh con carácter permanente fue la Estructura Antiterrorista Regional cuyo comité ejecutivo opera desde Tashkent, la capital uzbeka. La reciente cumbre de Astana resolvió convertirla en el Centro Universal de Seguridad, con asiento en Dushanbé, la capital de Tadzhikistán que deberá reaccionar ante las amenazas no sólo del terrorismo, sino del narcotráfico y los intentos foráneos de desestabilizar la normalidad institucional de sus miembros.

La fortaleza de esta estructura de seguridad regional quedó ampliamente demostrada en el enfrentamiento contra el conato de golpe de estado en Kazajstán en enero de 2022, cuando una mezcla de narcotráfico y OTAN intentó desestabilizar la organización y colocar en Astana un gobierno “favorable”. El objetivo era instalar una cabecera de puente, esta vez oriental a diferencia de la que mantiene el régimen de Kíev, para la agresión tanto a Rusia como a China. Las fuerzas militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que nuclea a exrepúblicas soviéticas, liquidaron el intento y blindaron las fronteras kazajas ante los intentos de penetración de grupos terroristas del Estado Islámico.

Es curiosa la coincidencia de que esta intentona de 2022 se registrara días después que la OTAN rechazara las propuestas rusas de un nuevo pacto de seguridad internacional y al mes de que Moscú iniciara su operación militar especial (OME) para frenar la agresión del bloque euroatlántico sobre el Donbass y Novorossía y su expansión hacia las fronteras rusas. “Pero que las hay, las hay…” como decía mi abuela andaluza.

De todas formas, la cooperación directa en temas de seguridad regional es algo que la OCSh viene desarrollando desde siempre entre sus miembros. Son frecuentes las maniobras militares entre Rusia, China, la India, Irán y Paquistán. Pese a las divergencias limítrofes existentes, los integrantes de la OCSh mantienen una muy estrecha colaboración destinada a ejercer el derecho de soberanía e independencia en sus territorios.

Esta XXIV reunión del Consejo de Jefes de Estado de la OCSh (cuyos idiomas oficiales son el chino y el ruso) ha sido, antes que nada, una potente demostración del nuevo mundo multipolar ante los permanentes intentos del bloque euroatlántico por sabotear el statu quo mundial en su empeño por mantener su supremacía y su hegemonía sobre la comunidad internacional. Pero, antes que nada, significó la inexorable reorientación del Asia Suroriental, incluyendo países árabes y una incipiente conciencia euroasiática, hacia una postura independiente, soberana, autosuficiente y prioritaria en el mosaico de las relaciones entre naciones.

Se trata principalmente de la construcción de una nueva estructura de seguridad internacional, habida cuenta de la ciega y pertinaz cerrazón del obsoleto mundo unipolar a considerar la nueva realidad mundial, la existencia de nuevos polos de decisión política y económica y la resolución de los países que componen la llamada “Mayoría Mundial” a consolidar vías autónomas de desarrollo. Esto incluye en primer lugar la nueva política de seguridad internacional, en base a los acuerdos regionales de interacción para enfrentar los desafíos que impone el bloque euroatlántico a la política de paz inherente al nuevo orden multipolar.

Andréi Beloúsov, flamante ministro de Defensa de Rusia propugnó la creación del “futuro sistema de seguridad que abarque todos los ámbitos de actividad y sea abierto para todos los países euroasiáticos sin excepción”. Le atribuyó un importante papel en este sentido a “las organizaciones multilaterales creadas en Eurasia, tales como el Estado Unificado (Rusia y Bielorrusia), la OTSC, la Unión Económica Euroasiática… y la OCSh”. Este es el principal objetivo de esta última: elevar la actividad y autoridad de estas estructuras de integración, consolidando el diálogo entre ellas en materia de seguridad colectiva.

En la reunión preliminar a la cumbre de Astana mantenida con su colega ruso Serguéi Lavrov, el canciller chino Van I afirmó que “China está lista para cooperar estrechamente con Rusia y otros estados miembros de la OCSh para proteger conjuntamente la seguridad regional, la estabilidad y el desarrollo, así como para garantizar que la gestión global se desarrolle en una dirección más justa». Contundente.

Kasim-Yomart Tokáiev, presidente de Kazakstán y anfitrión de la cumbre definió como objetivo de la OCSh convocar “a la comunidad internacional a un franco y abierto diálogo global y a aceptar el nuevo paradigma de seguridad, crear un ámbito económico justo y aplicar los esfuerzos necesarios en defensa de la limpieza del planeta”.

Bajo la consigna de “fortalecer el diálogo multilateral, procurar el mundo estable y el desarrollo”, la cumbre OCSh ha presentado la Organización como una estructura clave del potencial y nuevo sistema de seguridad euroasiática, que tácitamente excluye la arcaica alianza nordatlántica y atiende a las nuevas realidades del mundo multipolar. Algo así parece haber entendido el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien fue uno de los destacados asistentes a la cumbre. Aunque no intervino en las deliberaciones, su presencia apunta a fortalecer esta nueva correlación de fuerzas.

La multipolaridad, como cualquier otro formato de la nueva realidad política y diplomática, será tanto más efectiva cuando así se lo propongan los propios participantes de estos formatos. Esta tendencia a la coordinación entre estos formatos quedó demostrada en la cumbre de Astana, donde también participaron representantes de los BRICS, de la Unión Africana, de la Liga Árabe, de la ANSEAN, entre otros. El período de vigencia de la unipolaridad surgida como consecuencia del fin de la guerra fría, fue corto y no alcanzó a consolidarse como un nuevo orden mundial. La hegemonía del bloque euroatlántico, indiscutible a principios de este siglo, fue minada por la creciente tendencia a la redistribución de fuerzas en la política y la economía mundiales, direccionada al surgimiento de los nuevos centros de poder primero regionales y ya estructurados en organizaciones interregionales o intercontinentales como la OCSh.

La funcionalidad de la OCSh no radica sólo en el tema de seguridad colectiva. En Astana esto volvió a ponerse de manifiesto con la firma de más de 20 documentos entre los países participantes. La fuerza de atracción de la organización incide también en decisiones que adoptan países no participantes como es el caso de Indonesia, un país con 275 millones de habitantes y una economía pujante, cuyo presidente electo, el general Prabowo Subianto, en la conferencia anual organizada en Singapur por el Foro “Diálogo de Shangri La”, una dependencia del británico Instituto Internacional de Investigaciones Estratégicas (IISS), se pronunció a favor de la creación del Estado de Palestina, calificó el cese el fuego en Ucrania bajo la égida de la ONU como “un paso preliminar” a las negociaciones directas de paz entre Kíev y Moscú y convocó a China y EE.UU. a demostrar “su responsabilidad, su consistencia civilizadora y el derecho al liderazgo global, encontrando un nuevo modo de coexistencia en un mundo cambiante”. En pocas palabras, el futuro jefe de estado indonesio no se plegó a la pretendida condena sobre Rusia y China ni a la política de sanciones arbitrarias e ilegales.

De todas formas, la OCSh no pretende convertirse en una “competidora” de la ONU. Su capacidad operativa y su nivel de ejecutividad dependen de las condiciones que sus propios estados-miembros configuran. Aunque está abierta a la participación de todo interesado en sus actividades, intenta configurar un bloque homogéneo y coherente, que interaccione con otras organizaciones interregionales por ejemplo y como ya se ha dicho, los BRICS.

En los puntos principales de la Declaración final de Astana, los miembros de la OCSh:

-adoptaron la iniciativa «Sobre la unidad mundial para una paz, armonía y desarrollo justos», que define la intención de la Organización de crear condiciones para fortalecer la seguridad y el orden internacional, y también invitaron al mundo a unirse a ella;

-destacaron que no participan en la toma de decisiones destinadas a interferir en los asuntos internos y contrarias al derecho internacional;

-manifestaron que están tomando medidas para impedir en su territorio cualquier actividad que contradiga los principios de soberanía estatal e integridad territorial;

-expresaron su intención de aumentar el potencial y la influencia internacional de la OCSh como una de las asociaciones clave del mundo multipolar;

-declararon su disposición a tomar medidas para eliminar las condiciones que conducen al terrorismo y el extremismo, y a aumentar los esfuerzos conjuntos para prevenir la propagación de ideologías radicales, cualquier intolerancia religiosa y xenofobia, nacionalismo agresivo y discriminación étnica y racial;

-reclamaron una reforma integral de las Naciones Unidas para garantizar la representación de los países en desarrollo;

-se opusieron terminantemente a acciones proteccionistas, sanciones unilaterales y restricciones comerciales que socavan el sistema de comercio multilateral;

-expresaron su profunda preocupación por el empeoramiento del conflicto palestino-israelí y condenaron -enérgicamente las acciones que provocaron numerosas víctimas civiles y una situación humanitaria catastrófica en la Franja de Gaza;

-llamaron la atención sobre el hecho de que el desarrollo unilateral por parte de algunos países del sistema global de defensa antimisiles tiene un impacto negativo en la seguridad internacional;

-abogaron por mantener el espacio libre de armas y destacaron la necesidad de concluir un documento internacional jurídicamente vinculante que pudiera garantizar la prevención de una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre;

-expresaron su disposición a apoyar los esfuerzos internacionales para garantizar la paz y el desarrollo en Afganistán;

-reconocieron la importancia de implementar el plan de acción sobre el programa nuclear de Irán;

-abogaron por el estricto cumplimiento de las disposiciones del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares;

-propusieron un trabajo conjunto para prevenir riesgos en el uso y la aplicación de la inteligencia artificial para mejorar continuamente la seguridad, la confiabilidad y la equidad de dichas tecnologías;

-resolvieron crear un Grupo de Trabajo Especial de los estados miembros de la OCSh sobre cuestiones de cambio climático;

-declararon 2025 Año del Desarrollo Sostenible.

Además de los acuerdos registrados entre los diferentes países miembros, referidos a programas de cooperación e integración económica entre ellos, los participantes de la cumbre suscribieron el proyecto de Estrategia del Desarrollo OSCh hasta 2035, el programa de cooperación contra el terrorismo y el separatismo y la hoja de ruta para la colaboración en el marco de la OCSh.

En el plano económico, los países del “Sur Global” o la “Mayoría Mundial”, como se ha dado en llamar los estados agrupados en los nuevos centros multipolares como la OCSh, han comenzado a desarrollar sus intercambios comerciales y financieros operando con monedas nacionales. Se analiza el orden de interacción de las plataformas nacionales de divisas digitales que pueden estar listas en 2025 para su lanzamiento.

Aun cuando la Argentina no forma parte de esta constelación de países independientes e interrelacionados, es cada vez más imperioso definir una real estrategia de política exterior, que deje de deambular por desconocidos pasillos de las metrópolis y se ponga a pensar en cómo acoplar nuestra economía a estos enormes mercados emergentes. No se hace con declaraciones. Tampoco con posturas arrogantes y fatuas. Estamos solamente en condiciones de ofrecer nuestras posibilidades de desarrollo a mercados que operan con reglas y normas más equitativas y solidarias que las que aplica el obsoleto mundo unipolar al que quieren aherrojarnos los grandes grupos monopólicos que pugnan por detener la paulatina destrucción del sistema construido por el imperialismo financiero.

La simple comprobación de los países que participan en estas nuevas organizaciones multipolares sirve para definir el Punto Crítico de lo que debe ser y a qué debe apuntar nuestra política exterior.

* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia. Colaborador de PIA Global. Título original del artículo: “OCS: incorporarnos al nuevo mundo multipolar o ignorar la realidad”. Publicado el martes 9 de julio.

Fuente: CGTN Español / Infografía: Diseño y adaptación Olivia Katz / PIA

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