Retrato de una colonia de quinta categoría. Ciudades ricas, con condominios de gente rica, bajo una catástrofe climática, revela la verdadera cara de una colonia de quinta categoría a la que el país ha sido relegado.
Por Paulo Cannabrava Filho *
São Sebastião, Caraguatatuba y Ubatuba, las más afectadas por los aguaceros, en el litoral norte de São Paulo, además de recaudar un buen dinero por el turismo y por los impuestos cobrados a los ricos, reciben royalties del petróleo, extraído en la Bacia de Santos, del pré-sal. Han sido 632,8 millones de reales en 2022.
Son 114 ciudades con derecho a recurso adicional por cuenta el petróleo y del gas, São Sebastião además posee un puerto y un terminal petrolero. Los condominios, algunos de alto lujo, generan recursos directos e indirectos para los municipios, todos dotados de infraestructura hotelera, de los más sofisticados resorts, a los hoteles de una a cinco estrellas, pensiones y posadas.
¿Quién construyó todo eso? Una buena pregunta que se complementa con ¿quiénes mantienen todo eso funcionando?
Los gamonales del siglo 19 daban vivienda y comida a sus esclavos; el condominio de lujo, solamente los explota.
Impresiona la mentalidad predadora, exhibicionista, de pura maldad de los nuevos invasores de las tierras brasileñas. En el litoral expulsaron los “caiçaras”[1] y han contaminado los manantiales y el mar. Antes la pesca era abundante, camarones gigantes, pescado fresco a cualquier hora, alimentación abundante en las plantaciones de yuca y maíz, complementada por las frutas de época. Hoy día se alimentan de pescado importado de la Central de Abastecimiento de la capital São Paulo y abastecen sus cocinas en supermercados. ¿Moderno? Más para imbécil que para moderno.
En São Sebastião, hubo 37 sentencias judiciales condenando el municipio a regularizar la ocupación irregular en las costas. No hay alcantarillado en la mayoría de las urbanizaciones; consecuencia: aguas contaminadas en las playas y manantiales. Mucha gente vuelve a su casa enferma, interrumpiendo sus vacaciones.
Desde 1500 funciona así. Desembarca, invade, expulsa, depreda, deja tierra arrasada, y así ve expandir la frontera. En los llanos y playas no hay más donde expandir la frontera, solo invadiendo la montaña.
El “caiçara” que expulsaron ¿A dónde se fue?
Para construir los condominios vinieron los nordestinos. Terminada la obra de los ricos ¿hacia dónde fue el peón de obra? ¿Por qué llaman a uno de los mayores conglomerados en área de riesgo, “barrio bahiano”?
Bahianos son los 200 trabajadores rescatados de trabajo esclavo la semana pasada en dos fincas vinícolas en la Serra Gaúcha, en Rio Grande do Sul.
La invasión de turistas y moradores de temporada en el litoral requiere servicios. La empleada que limpia el condominio o la copera del restaurante o la que arregla el cuarto del hotel ¿dónde viven? Nunca nadie preguntó dónde viven los cientos de miles de prestadores de servicios indispensables para que funcione una ciudad civilizada. Pero civilizada sólo para los ricos.
Fue necesario una catástrofe climática para que algunos preguntasen: ¿Por qué al lado del condominio no han construido un barrio popular?
Sonando la alarma se lograron dos áreas reservadas para construir casas populares, para alojar a los que quedaron sin techo. Anuncian unas 5 mil viviendas, pero son necesarias para 100 mil moradores.
¿Dónde están estas áreas? En las laderas, es decir área de riesgo. En el plano de la tierra es muy cara, no hay como construir para el pueblo. Toda la vertiente de la Sierra del Mar que da para el litoral es área de riesgo.
La floresta -menos de 10% de lo que fue la Mata Atlántica – es lo que segura la fina capa de tierra sobre la roca. Al derribar la floresta, la lluvia infiltra y provoca el deslizamiento. No hay otra solución sino preservar la floresta. Puede construir, pero preservando la mata.
Ese es el drama de las poblaciones urbanas en todo el país. São Paulo, la mayor y más rica ciudad del país, está condenado de por vida a estar paralizada y caótica a cada chubasco. Centenares de manantiales y pequeños riachuelos fueron transformados en alcantarillado. Han enterrado a los ríos para construir avenidas. Llueve, el río pide paso, inunda. Además, mitad de la población vive en área de riesgo.
Nuestros niños piden socorro
Unicef, órgano de la ONU para la infancia, revela que 63% de población hasta 17 años, 32 millones de niñas y niños, viven en pobreza extrema, o sea, seis en cada diez de nuestros niños están en condición de vulnerabilidad. La misma organización de la ONU constata que 11% de niños y adolescentes, entre 11 y 19 años están fuera de la escuela. Dos millones de jóvenes, en la mejor fase de sus vidas, despilfarrados. Si incluimos niños de 4 a 10 años suman otros millones.
Es dramático. Es la destrucción del futuro. El niño vulnerable no aprende, no evoluciona socialmente como el hijo de los ricos.
Esos niños son parte de los 120 millones de personas, de mitad de la población que vive en situación de inseguridad alimentaria y afuera de la economía formal, sin empleos, viviendo de expedientes o en el trabajo precario, ganando poco y mal logra mantenerse.
Las personas están vivas, necesitan comer, vestirse, no tienen dinero, compran a crédito, 70 millones de deudores sin condiciones de saldar su deuda. Situación agravada con los intereses altos, de los 14% de la tasa referencial del Banco Central a los 411,5% de la tarjeta de crédito. Y nadie va preso por usura. Nadie acude por nuestros niños.
Lula en campaña decía que iba a poner el pobre en el presupuesto de la nación y sigue reiterando su intención en prácticamente todas sus intervenciones. Intervenciones que no repercuten porque no tiene una política y estrategia de comunicación y ha entregado el estratégico Ministerio de las Comunicaciones a un neófito de la política que sabe nada sobre las necesidades de comunicación de un gobierno, que utiliza el cargo público para beneficio propio o de los que le son cercanos. Sectores estratégicos, como las concesiones de radio y televisión en las manos de picaros. Ninguna planificación para poner la comunicación a servicio del desarrollo.
Lula también dijo que acabaría con la equivalencia de precio internacional en los combustibles de Petrobras y ha entregado Petrobras al mercado. Eso siendo Petrobras la segunda mayor proveedora de dividendos del mundo, con ganancias de 21,7 mil millones de dólares en 2022. Al dólar a R$ 5,2 de hoy, nada menos que 112 mil e 840 millones de reales, casi el doble de los 70 mil millones reservados en el Presupuesto para el Bolsa Familia de este año, de 600 reales por familia, poco menos que los 145 mil millones logrados para ultrapasar el techo de gasto en la PEC de la transición.
Los periódicos anuncian que el gobierno pidió a Petrobras que pare de vender activos por 90 días. Es eso. Perdió completamente el control sobre la petrolera y pide al dios mercado parar con el desmonte de la empresa. Empresa que abarcaba el ciclo completo del petróleo: extracción, transporte, refinación, distribución y petroquímica. Ahora apenas es extractora y en manos de accionistas extranjeros.
Como ha dicho el ex gobernador y ex senador de Paraná, Roberto Requião en el programa Dialogando de la revista Diálogos do Sul el martes 28 de febrero, el gobierno se tiene que concentrar en la cuestión de la soberanía, ocupar Petrobras y ponerla de nuevo como inductora del desarrollo aplicándose a inversiones en infraestructura y reindustrialización. El País será soberano teniendo control sobre Eletrobras, Petrobras y el Banco Central.
Eso es. La palabra de orden es Soberanía. Liberación Nacional y Soberanía. Soberanía sobre los recursos naturales, soberanía sobre la moneda y el cambio.
* Periodista brasileño, dirige la revista digital Diálogos del Sur, escribió en El Tiempo y en Rebelión.
Nota
Fuente: Cuadernos de Bitácora