Un informe de Zero Carbon Analytics analiza las fortalezas y debilidades de esta herramienta como posibilidad para resolver una doble crisis en los países en desarrollo: la crisis climática y el endeudamiento externo. Éste será uno de los temas centrales en la COP16 de Colombia y la COP29 de Azerbaiyán.
Por Nadia Luna
Según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por su sigla en inglés), la naturaleza se está deteriorando a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad y, de mantenerse la trayectoria actual, es posible que a mediados de siglo se haya perdido entre el 30% y el 50% de todas las especies. Esta crisis climática global afecta en mayor medida a los países en vías de desarrollo, a los cuales se les suma una segunda crisis: la dificultad de afrontar los pagos de la deuda externa.
En 2023, uno de cada tres países en desarrollo destinó más fondos al pago de intereses por deuda pública que a áreas cruciales como salud, educación y acción climática. Además, en América Latina y el Caribe, el 81% del financiamiento climático recibido entre 2016 y 2020 fue en forma de préstamos, incrementando el endeudamiento. Ante este panorama, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha propuesto utilizar la herramienta denominada canjes de deuda por acción climática como una posible solución, la cual será discutida en la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 16), que se realizará en Cali del 21 de octubre al 1 de noviembre.
Para analizar esta propuesta, la iniciativa internacional Zero Carbon Analytics presentó el informe “Reformando el financiamiento climático: los canjes de deuda por naturaleza en América Latina y el Caribe”, durante una conferencia de prensa virtual organizada por Periodistas por el Planeta este jueves 26 de septiembre. En este reporte, se analizan las fortalezas y debilidades de los canjes de deuda por naturaleza para ayudar a superar los retos vinculados a la acción climática, la biodiversidad y la deuda.
“En América Latina reside el 50% de la biodiversidad a nivel global, el 33% de las fuentes de agua y el 23% de los bosques. Sin embargo, debido a la presión de la frontera extractiva en los últimos 30 años, América Latina ha pasado de tener el 53% de su superficie cubierta por bosques al 46%. Es en este contexto que llegamos a hablar de los canjes de deuda por naturaleza”, contó María Marta Di Paola, autora del informe e investigadora de Zero Carbon Analytics, un grupo internacional de investigación que realiza estudios vinculados al cambio climático y la transición energética.
Los canjes de deuda por naturaleza surgieron en la década del ’80 y están diseñados para hacer frente al cambio climático, proteger la biodiversidad y mitigar las crisis de deuda. Esta herramienta propone la condonación de parte de la deuda externa de un país a cambio del compromiso del gobierno deudor de movilizar recursos nacionales en moneda local para proyectos ambientales.
Sin embargo, el informe remarca que el mercado de canje de deuda por naturaleza es muy pequeño. Desde que se firmaron los primeros acuerdos de este tipo en América Latina, se ha observado que esta herramienta solo compensó un 0,11% de los pagos de deuda de los países de renta baja y media entre 1987 y 2023. “Una de sus fortalezas es que hay un reemplazo en el pago de moneda extranjera, ya que el pago de proyectos ambientales se realiza en moneda local. Pero como contraparte, hay varias debilidades. Por ejemplo, tienen una viabilidad limitada porque dependen fuertemente de los recursos financieros y fiscales del país deudor”, explicó Di Paola.
También se ha expresado preocupación por la pérdida de soberanía. Algunos están sujetos a condicionalidades que obligan a los países receptores a cumplir ciertos objetivos fijados, por ejemplo, la contratación o la compra de materiales a ciertas empresas, organizaciones sin ánimo de lucro u organismos públicos de los países donantes, lo que limita la capacidad del gobierno receptor para decidir cómo gastar el dinero recibido en el préstamo.
Además, pueden requerir mucho tiempo, ser complejos de implementar y tener elevados costos de transacción. “Los canjes de deuda apuntan por lo general a aliviar el pago de los servicios de la deuda, que son pequeños montos, y dependen de la disponibilidad de moneda local. También hay un incremento de riesgo de mercantilizar la naturaleza”, agregó la investigadora. Por eso, en el informe se mencionan que otras alternativas como las donaciones condicionadas o la reestructuración de la deuda, pueden ser más eficaces, y por eso sería bueno que se sumen a los debates que se darán tanto en la COP 16 como en la próxima Conferencia de las Partes (COP 29), a realizarse del 11 al 22 de noviembre en Azerbaiyán.
Hacia la COP 29
La financiación de la lucha contra el cambio climático será un tema central tanto en la COP 16 de Colombia como en la COP 29 de Azerbaiyán. La prioridad de negociación para la presidencia de la COP 29 es establecer un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés) sobre financiación climática que responda a la urgencia y la magnitud de la crisis climática, teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo.
“La COP 29 tendrá la misión de diseñar un nuevo objetivo colectivo de financiamiento climático, que va a sustituir la propuesta de los 100 mil millones de dólares que se acordó en Copenhague en 2009. Aquella vez se había acordado transferir ese monto a países desarrollados de manera anual a partir del 2020. Esto no se cumplió, excepto en 2022”, contó durante la conferencia Sandra Guzmán, fundadora y coordinadora del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC).
Guzmán explicó que existen grandes desacuerdos para definir la meta y eso está complejizando la negociación. Entre los principales puntos que generan controversias, están qué debe resolver ese objetivo colectivo, quiénes son los que pagarán, de dónde viene el dinero (sector público o privado) y a dónde va el dinero, a qué acciones. “Los países en desarrollo necesitan que no solo vaya a adaptación y mitigación sino también a pérdidas y daños. Aún no se sabe cuánto será el nuevo monto pero deberíamos hablar del orden de trillones”, señaló la especialista.
Fuente: TSS