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La multinacional Mondelez Internacional amagó con un juicio multimillonario contra una pequeña comerciante de la localidad bonaerense de Lincoln, por el uso de un nombre en unos alfajores artesanales. Cuando se topen con alguien que diga que lo de las multinacionales “no es tanto como vos decís”; muéstrele la siguiente nota.

Redacción

No es la primera vez que sucede, y aunque las escalas de producción y llegada al mercado son totalmente dispares y asimétricas, el Estado de Derecho toma a una empresa multinacional extranjera y le da el mismo estatus jurídico que a un comerciante de tierra adentro que no va más allá de su ciudad y zona inmediata de influencia.

No es enteramos por el portal de noticias agropecuarias Bichos de Campo, y decidimos dar cuenta del caso. El asunto ocupa a las galletitas “Lincoln” en una disputa por el nombre de un producto oriundo de la bonaerense ciudad de Lincoln. Parece joda, pero no es joda.

La fuente mencionada hace un breve recorrido histórico sobre la marca: las galletitas “Lincoln” eran producidas por la Empresa Terrabusi. Esta luego fue comprada por Nabisco; luego Kraft Foods; y ahora Mondelez International.

En la otra esquina, se encuentra una joven oriunda de Lincoln, de apellido Yapur, que fabrica alfajores caseros y los vende en esa ciudad del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Bien lo dice la fuente: los que somos del campo, somos de ponerle a los que hacemos el nombre de nuestro pago chico. Así, lo que hizo temblar a Mondelez Internacional, fueron los “Alfajores de Lincoln”.

Aquí vamos resumir la historia de este comercio, pero que está bien contada en la nota de Bichos: durante la pandemia, ante la falta de trabajo, Yapur y su marido comenzaron a cocinar los alfajores y venderlos por las redes. La cosa funcionó y se fueron agrandando. Hoy, alquilan un local céntrico en Lincoln, y son cuatro personas afectadas a la producción, otras cuatro a la venta y reparto; más los servicios contratados de manejo de redes y publicidad. Es decir: algo que comenzó en un núcleo familiar, se transformó rápidamente en un comercio próspero que crece, y da trabajo a ocho personas más.

Sin embargo, no deja de ser un comercio. Imagine, lectora, lector, qué volumen de facturación anual puede tener un comercio con baja escala y en una comunidad relativamente pequeña como es Lincoln (para 2010 contaba con algo más de 28 mil habitantes). Seguramente, suficiente para el propietario teniendo en cuenta gastos, insumos, sueldos, alquileres y la ganancia lógica.

¿Podría hacerle sombra a Mondelez Internacional que factura 27 mil millones de dólares anuales, tiene cerca de 100.000 empleados, y es uno de los lobbistas internacionales principales en la cotización del trigo? No, ¿no?

Pero bueno, los abogados caranchos, cipayos y alcahuetes de la multinacional, se las ingeniaron y los amenazaron con un millonario juicio por una supuesta “usurpación de marca”, por las tradicionales galletitas. Reproducimos textualmente la fuente: “La marca registrada no la podemos usar. En realidad, la marca para alfajores no está registrada, pero no la podemos usar. Lo que a nosotros nos prohíben usar es la fonética”.

Seguimos citando… “No hubo mucho arreglo que digamos. Son multinacionales que en contra un productor chiquito como nosotros es imposible ganarles. Todo para nosotros fue costoso y sigue siendo costoso porque estamos en pleno cambio de packaging y hubo que hacer todas las matrices nuevas, que les habíamos hecho hacía muy poquito. Nosotros habíamos hecho las cosas como corresponde, con el registro de marca. Al principio de ese trámite, que es bastante largo, no saltó nada. Como veníamos bien, ya habían pasado unos meses, dijimos encaremos la matriz y que era lo más costoso a nivel packaging para poder empezar a competir fuera de Lincoln y estar como mejor posicionado visualmente. Hasta que salió este problema y ahora estamos de vuelta tratando de cambiar las matrices de que bueno, la verdad que son súper costosas y hay que ir de a poco”.

Si ustedes que están leyendo no lo pueden decir, lo hacemos nosotros: son unos hijos de puta. Pero lo que a esta Redacción le indignó mucho más, es que las autoridades judiciales o registro de marcas, o de dónde sea que intervinieron en el caso; no hayan tenido una pizca de sentido común y mandar a pasear a los caranchos y proteger al trabajo argentino.

Debiera poder, argumentarse que se trata de dos productos distintos, con escalas y dimensiones de facturación, venta y zonas de influencia absolutamente antagónicos. Que es decisión del Estado Nacional proteger el trabajo argentino. Y decenas de motivos más que uno tendría para desestimar la demanda, más allá de la letra muerta de la normativa.

Sin embargo, este caso es parte de todo el entramado alrededor de las leyes de patentes, marcas registradas y propiedad intelectual. Puede ser aceptable un litigio cuando dos peces chicos compiten en el mismo mercado y con capacidades de acción similares. Ahora, si vemos este caso, es usura pura y dura.

¿Cómo se llaman los alfajores ahora? “La Linqueña, alfajores artesanales“. Métanse en las redes, busquen sus productos y compren.

Hay que vivir y dejar vivir. Con las multinacionales nunca se podrá estar tranquilos.

Fuente: Bichos de Campo

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