Un ser necesario, un elemento de fuga, un auténtico fracasado el muy bastardo.
Por Guillermo Perrone*
A modo de introducción, “Chicharrón” es una entidad imaginaria que surge de la necesidad de encontrar asilo en el entorno mediático de la historia cotidiana que la política argentina le ofrece a sus habitantes.
Ancla, principalmente, en una posible lectura de la realidad, con una mirada ácida, asqueada, maniquea, que existe solamente por el amor a escribir. Da existencia y se pone al servicio de otros cansados. Por amor. Porque el amor -en sí-, es el producto que justifica toda acción posterior.
Muchas personas, quizás por su posición laboral, no pueden decir aquello que anudan en la garganta. Viendo y viviendo día tras día cómo en la estafa del lodo político, el sol se pone sobre el mismo horizonte derrotado y en la expectativa de que un elemento mágico nos salve.
Chicharrón en tanto es un ente sin tiempo. Se establece un nacimiento del mismo, pero solamente para ubicarlo en el tiempo reciente. El pasado y el futuro se fugan por la letrina. La vida en la Argentina es una estafa. Militar en la política oficial es una estafa. Participar es una estafa.
Funciona como un habitante mental del territorio nacional. Un espectador un tanto distópico, acaso drogadicto, pero también borracho, pastor evangelista del conurbano, fundador de clubes que no llegan a jugar ningún partido. Un fracaso exitoso. Producto por excelencia del modelo atómico argentino. Fan del vino ordinario, de las fotos movidas y de la ropa de marca gastada y con agujeros.
Fracasar, no es solamente fracasar. Quizás hay que ser un fracasado exitoso, pues frente al modelo del sueño americano, que anuncia la amante joven de pechos turgentes, Chicharrón tiembla su abstinencia en un baño de estación de servicio de Isidro Casanova, París o Mar del Plata.
Excéntrico documental de la cotidianidad, realmente desinteresado de lo que puedan opinar, de lo que dicen, murmuren e inclusive hagan por todo medio legal o epistolar. Con la intención fundante y permanente de que me la chupen, bien chupada (como solamente le hace la novia a Chicharrón).
Con la esperanza de entregar un día la sístole y diástole a un mañana mejor para mis hijos y algunos amigos que sé, entrarán aquí, a ver qué hice con el teclado en mis ratos libres. Aunque debería dejar de decirles “ratos libres” y empezar a monetizar mis esfuerzos escritoriles a los fines de pagar un poco la luz que me está alumbrando.
Que disfruten, aprovechen y difundan.
El creador.
(*) Escritor frustrado, mal poeta, peor dramaturgo. Pésimo hermano, mal amigo, y un verdadero fastidio como padre. Hacer mal es mi especialidad. El mundo es excelente. Es mi presencia ruidosa y molesta lo que destruye la armónica existencia humana.
Fuente: Portal del autor en Substack (https://substack.com/@chicharronio/notes)