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No se enoje con el título. Le propongo analizar un poco la situación. Argentina instaló unos artefactos en territorio chileno sin la debida autorización y gestión diplomática previa, por lo cual los hermanos trasandinos exigieron lo esperable de cualquier gobierno soberano: “o sacan eso ustedes, o lo sacamos nosotros”.

Por Pablo Casals

Que los gobiernos argentinos acepten sin objeciones que cualquier país haga lo que se le cante en nuestro territorio, como ser, invasión, saqueo de recursos naturales, instalación de radares cívico militares, observatorios de tráfico aéreo espacial, cuerpos de ingenieros militares en aguas interiores, bases militares de entrenamiento, y demás etcéteras; no significa que otros países adopten la misma actitud en sus territorios.

Esto es extremadamente simple de comprender. No hay que enojarse.

Por si no se enteró, lo que ocurrió fue que Argentina durante el pasado verano, “invadió” Chile mediante la instalación de unos paneles solares en Cabo Espíritu Santo – provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur -. Los mismos pretendían ejercer la función de dotar de energía al destacamento denominado “Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo Hito 1”.

Estas instalaciones se encuentran justo en el límite fronterizo al norte de la isla; y de hecho, así como están las instalaciones militares argentinas, al lado, alambre mediante, también se encuentra emplazado un destacamento chileno.

La cosa es que los paneles fueron instalados por una empresa contratista, que se encargó se llevar adelante las obras mencionadas que fueron producto de una donación – al final de la nota explicamos de qué se trata -. Quién planificó las tareas y dio las indicaciones a los trabajadores, no advirtió que el alambre estaba mal puesto y no respeta necesariamente la línea de límite. Entonces, armaron las estructuras al lado del alambre, pero tres metros dentro del territorio de Chile.

Las autoridades del país trasandino tomaron nota del asunto, y solicitaron a la Cancillería de nuestro país que tales paneles solares fuesen retirados de territorio chileno a la brevedad posible. Algo lógico, esperable, y que no merece demasiado cuestionamiento, máxime si jamás se pidió autorización o al menos se notificó al país vecino sobre la realización de esas obras.

Sin embargo, desde la cancillería argentina la “cancherearon”. Según las fuentes consultadas, las crónicas chilenas y las acciones oficiales, el inefable Jorge Faurie – actual embajador en Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Mauricio Macri -, habría admitido en un principio el error, pero que la remediación del mismo debería “esperar al verano” de cara a la realización de los trabajos. Asimismo, se habría ofrecido al gobierno trasandino que, mientras tanto, ambas instalaciones militares a cada lado del alambre podían compartir la energía producida por los señalados paneles.

Una propuesta “desafortunada”, teniendo en cuenta la siempre e histórica relación fronteriza conflictiva entre nuestro país y los hermanos chilenos.

De hecho, los medios trasandinos aprovecharon el canchereo para batir el parche en otro tema sobre el cual también tienen un “poquito de razón”. Recordemos que durante 2021, el gobierno de Alberto Fernández, había declarado en documentos de Estado, la intención de establecer un uso y soberanía compartida del Estrecho de Magallanes. Eso a Chile le molesta.

Para esta Redacción, la soberanía compartida del Estrecho es lo que corresponde, y no hacerlo implica para Argentina una sesión territorial y no ejercicio de – valga la redundancia – la soberanía nacional; al mismo tiempo que debilita aún más nuestra posición respecto de la invasión que nuestro país sufre en el Atlántico Sur por parte de Gran Bretaña.

Sin embargo, Argentina ha trabajado poco en esa posibilidad en el terreno diplomático, y cada vez que el tema tiene repercusión pública, obedece a algún tipo de desaciertos de parte de los cuerpos diplomáticos argentinos o el propio Poder Ejecutivo. Sin bien esto no justifica las sucesivas protestas chilenas – e incluso ciertos abusos que se dan en el cruce del Estrecho para ir o venir de la isla hacia el continente -, no podemos pedir a los demás que ponderen un derecho de Argentina, que los propios gobiernos argentinos no atienden.

Así las cosas, la resolución del problema provino luego de declaraciones el mandatario chileno Gabriel Boric. El tipo la hizo corta: «retiran los paneles a la brevedad o lo haremos nosotros», manifestó. El mandatario agregó: «Recibimos una disculpa por parte de la Cancillería argentina, pero me gustaría manifestarles de manera muy clara que con las fronteras no es algo con lo que se pueda tener ambigüedades… Acá lo que hay que hacer es respetar las fronteras «.

Desde Argentina, algunos sectores tomaron estas declaraciones como una afrenta. Pero, invirtiendo los términos, si la situación hubieses sido a la inversa, lo menos que se espera de cualquier mandatario argentino, es que se hagan respetar los derechos soberanos de nuestro país.

Repetimos: que el gobierno argentino observe estas situaciones como si se tratara de la natural migración de las aves, no significa que otros países tengan que hacer lo mismo.

Conclusión: el propio ministerio de Defensa argentino, tras pedir la debida autorización a Chile, mandó un equipo de 11 militares y 5 trabajadores de la empresa que había donado los paneles para su desmantelamiento. Así como se tendría que haber avisado y pedido consentimiento para construir las instalaciones – y no errarle en la línea del límite -, Argentina tuvo que avisar y pedir permiso para desarmar.

Mero sentido común. Parecido a cuando en una casa se hace una reforma que puede alterar o afectar transitoriamente al vecino: hay que avisar. Más si se trata de una frontera.

¿Qué es eso de la empresa que donó los paneles?

Dejamos esto para el final porque nos pareció interesante y trasciende el asunto de los paneles. Durante el verano pasado, la Armada Argentina recibió una “donación” de dos módulos habitacionales por parte de la Fundación MIRGOR. Esta pertenece a la empresa que opera en Tierra del Fuego en el ensamble y fabricación de telefonía y electrodomésticos, y que posee gran influencia en la política fueguina.

Tales módulos fueron instalados en el Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo (PVYCTM) Hito 1, ubicado en el cabo Espíritu Santo, y el pasado 29 de abril la Armada Argentina llevó adelante la inauguración y festejos del caso. El equipamiento energético, había sido proporcionado por la empresa francesa proporcionado por la compañía Total Energies, como parte del combo de donativos.

Oportunamente, la presidenta de la Fundación MIRGOR, Mercedes Rotondó, señaló que desde la entidad estaban “profundamente orgullosos de formalizar la donación de estos dos módulos desarrollados por nuestro equipo de ingenieros y producidos por proveedores locales. Desde nuestro lugar buscamos aportar nuestro granito de arena y agradecer el inconmensurable trabajo que realizan todos los días cada una de las personas que forman parte de la Armada de nuestro país, defendiendo a nuestra Patria”.

Por parte de la multinacional energética, la Gerenta General, Claudia Borbolla, destacó que las acciones en apoyo a la Armada Argentina “ratifican nuestro compromiso en esta región donde estamos presentes desde hace 45 años, y claramente están en línea con nuestra estrategia de multienergías, demostrando el valor que aportan las soluciones energéticas sustentables”.

Todo con mucho compromiso y todo muy sustentables, pero a la empresa contratista que realizó efectivamente lo trabajos, se olvidaron de pasarles las coordenadas georreferenciales del particular sector. La zona, es vigilada por puestos habitados de ambas Armadas, separados por una cerca que delimita la frontera de manera rudimentaria. Además, se caracteriza por cierto aislamiento, ya que además del punto, Argentina no ejerce mayor soberanía en dicho punto que la instalación del mencionado destacamento.

Pero ocurre que las firmas que encargaron el trabajo y la propia Armada, son baqueanas en estas cosas. La georreferenciación es moneda cotidiana en sus quehaceres.

Esas cosas nos pueden pasar a nosotros – periodistas -, que debemos pedir permiso a un dedo para mover el otro.

Esperemos que el Gobierno y la Armada tomen nota… Que no termine en una anécdota de cancheros.

Fuente: Cancillería Argentina / Gobierno de Chile / Info Defensa / Radio Bio-Bio / Agenda Malvinas

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