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De “m’ijo el Dotor” al sueño de una aduana propia

Casi a imagen y semejanza de lo que significan las exportaciones mineras y las importaciones de maquinarias y herramientas, comenzó a proliferar en Argentina el modelo de “Zonas Primarias Aduaneras” tan maleable que te permite instalarlo en el patio de tu casa.

Redacción

Para el que no está en tema, le contamos; es rápido. Según la AFIP, una Aduana es “una oficina pública cuya finalidad primordial es la de controlar el paso de mercancías nacionales con fines de exportación; o extranjeras que, procedentes del exterior, van hacia otros territorios aduaneros o circulan entre diversos puntos de un mismo ámbito geográfico”. Están emplazadas en un ámbito espacial y regidas por el Código Aduanero de la Nación Argentina, abarca todo el espacio terrestre, acuático y aéreo sometido a la soberanía de la nación. En criollo, un país, es un territorio aduanero.

Ahora bien; una Zona Primaria Aduanera, es aquella “habilitada para la ejecución de operaciones aduaneras o afectada al control de las mismas, en la que rigen normas especiales para la circulación de personas y el movimiento y disposición de la mercadería”. Lo ejemplos más comunes son los puertos, los aeropuertos, los pasos fronterizos carreteros y sus dependencias.

Sin embargo, desde hace unos años a esta parte, además de proliferar por todo el territorio nacional la instalación de Zonas Francas, también se implementaron estas zonas primarias en cualquier punto del territorio. Durante los últimos días hubo dos ejemplos que fueron publicitados en los medios de comunicación provinciales o locales. Uno de ellos en Tandil, provincia de Buenos Aires; y el otro en Monte Cristo, provincia de Córdoba.

En el primer caso, se trató de importaciones de bienes de capital y exportaciones a granel hacia Chile. En el segundo, también se consignaron ventas al país trasandino.

Los responsables de las operaciones explicaban claramente el mecanismo, que según ellos agiliza tiempos y reduce costos: “se puede traer la carga directamente desde el puerto hacia la ciudad, sin pasar por un depósito fiscal en Buenos Aires”. Además de ahorrarse pagar la estadía en puerto, con dicho sistema se podría elegir el enclave de ingreso al país dependiendo del tránsito marítimo o aeroportuario. Para este caso, con bienes adquiridos por talleres Alsina y Agro Total, se utilizó un flete directo desde la capital hasta Tandil, donde se realizó el control fiscal aduanero con la apertura de los contenedores. La Zona Primaria Aduanera de Tandil está habilitada en un sector del parque industrial de esa localidad.

El segundo caso, de Monte Cristo, Córdoba, es verdaderamente paradigmático: la zona aduanera se instaló en el mismo campo del propietario de la carga. Durante 2021 enviaron 1.300 toneladas de granel a Chile – aproximadamente 45 viajes de camión. El propietario explica en primera persona el mecanismo: “de movida, exportar de manera directa es más conveniente en el sentido de que no hay descontar del precio el flete ni la comisión del acopio, como sucede cuando uno manda al Gran Rosario. No obstante, el costo de logística de enviar un camión a un depósito fiscal y pagar por esa consolidación de la mercadería también nos dejaba fuera de mercado”.

Con la Aduana en su propia planta de almacenaje, el empresario acopiador se ahorra el flete a puerto estadía en silo y depósito fiscal y la intermediación para embarque. En criollo, elimina intermediarios entre el origen de la mercadería y el destinatario chileno. La posibilidad de tener el propio despacho aduanero permite al empresario consolidar carga y al mismo tiempo tener el propio depósito fiscal. De la forma tradicional, este acopiador se ahorra el flete a puerto y la consolidación de la carga que facilita la empresa exportadora que opera el puerto, y por la cual se paga comisión.

Estos mecanismos, que harían “competitivos” en el mercado internacional a los segundos eslabones de la cadena que son los que manejan el almacenaje de origen, conllevan un riesgo fiscal para el erario público; y un peligro logístico para los intereses estratégicos de la Nación.

Esta desregulación de los enclaves aduaneros, es reflejo de un Estado que ha resuelto solamente a constituirse en “curador” de declaraciones juradas y recaudador de impuestos, sin otorgarle un orden y coherencia interna al tránsito de cargas por el territorio. Se resuelve un problema político con una balanza, un escáner y un posnet.

A medida que la actividad del acopio en origen se concentre en forma exponencial según la dinámica del modelo económico vigente, Argentina será irá convirtiendo en un colador. La culpa no la tiene el importador tandilense o el exportador cordobés. Estos sólo sirven de las posibilidades que brinda el sistema para obtener un margen de ganancias. La responsabilidad es de quién designa la política fiscal y comercial a desarrollar en el territorio.

Fuente: AFIP / El Eco / Infocampo

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