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Un equipo del CONICET, junto a la empresa Don Mario, desarrolló una línea de soja que aumenta el rinde. A partir del desarrollo de un programa de introgresión del trait, un alto porcentaje de vainas dieron como resultado cuatro semillas en lugar de tres. Las “Tango 4S” además, ya poseen inscripción en el INASE.

Redacción

Especialistas del Laboratorio de Eco Fisiología Vegetal (LEFIVE) del Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR, CONICET-UNR), liderados por la investigadora Julieta Bianchi, lograron desarrollar una línea de soja que produce un 60 por ciento de sus vainas con cuatro semillas.

A partir de un convenio de investigación y desarrollo firmado entre el CONICET, la Universidad Nacional de Rosario y GDM Argentina SA, la empresa especializada en genética vegetal que tiene a Don Mario Semillas como su marca insignia.

Bianchi explicó que las variedades comerciales actuales de soja, en las que predominan las vainas de tres semillas, producen menos de un 7 por ciento de vainas con cuatro granos. Esta característica, al estar asociada directamente con el número de granos totales que va a obtener el productor al momento de la cosecha, tiene un claro impacto en el rendimiento del cultivo.

Según la fuente, este primer convenio tiene el propósito de incorporar la característica obtenida a una línea comercial de soja. E laboratorio de Eco-Fisiología Vegetal del IICAR, cuenta con una línea de soja de alto porcentaje de vainas de cuatro semillas inscripta en el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares del Instituto Nacional de Semillas (INASE) con el nombre de “Tango 4S”. El siguiente paso, ya en un futuro acuerdo, será llevarla a distintas zonas del país y comprobar si la tecnología funciona realizando las pruebas a campo.

“El convenio firmado es un claro ejemplo de los resultados que puede traer la vinculación de la ciencia y la tecnología con la producción nacional”, afirma la científica, y destaca la importancia del apoyo de las instituciones públicas, así como de las empresas del agro para realizar un proyecto de este tipo. “Si bien nosotros tenemos muchas fortalezas en cuanto a la investigación y a cómo desarrollar ideas y llevarlas adelante, muchas veces trasladarlo al sistema productivo es más difícil, entonces contar con la colaboración de empresas es importante”, agregó Bianchi.

Orígenes de la innovación

“Se trató de una idea original del Ingeniero Agrónomo Eligio Morandi, quien hoy ya no está físicamente, pero dirigió al grupo de trabajo del LEFIVE por más de 40 años, siempre con el propósito de hacer investigación vinculada al sistema productivo”, detalla la investigadora y explica que desde el fallecimiento de Morandi, el director pasó a ser el investigador del CONICET Juan Pablo A. Ortiz.

Al dar cuenta de cómo nació el proyecto, Bianchi relata que mientras hacía el posdoctorado en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, se postuló para ingresar a la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico del CONICET (CIC) con un proyecto tecnológico. “En este tipo de proyecto, debe presentarse una empresa adoptante de la tecnología que se quiere desarrollar. Así es que mi proyecto de ingreso está directamente relacionado con el convenio que firmamos con GDM. Ellos se presentaron como adoptantes de la tecnología, a través de Don Mario. De esa manera yo me pude postular con un proyecto que tiene ciertas diferencias respecto de lo que es un proyecto normal de ingreso a carrera, que en general tienen objetivos acotados y de corto plazo, porque se renuevan todos los años”.

De aquellos primeros años recuerda: “Cuando con Eligio (Morandi) presentamos lo que en realidad era una idea, todavía había que poner en marcha el tren y sólo teníamos el material vegetal, que, si bien era lo más importante, aún no conocíamos la genética de la característica que iba a ser objeto del acuerdo”.

Una vez comenzada la investigación, el equipo se planteó cuestiones vinculadas a la estabilidad y heredabilidad de la característica deseada. En este sentido aparecía la pregunta acerca de en qué medida las variaciones obtenidas en el porcentaje de vainas con cuatros semillas se debían a la genética y cuánto a la influencia del ambiente. Este tipo de preguntas se empezaron a profundizar en investigaciones tempranas, donde se estudiaron las bases fisiológicas, genéticas y moleculares asociadas a la característica, para después analizar cómo se manifestaba.

“En general cuando uno trabaja con caracteres de rendimiento debe considerar que están muy influenciados por el ambiente. Esto significa que en un año puede expresarse normalmente, pero en otro -por ejemplo, de sequía-, no. También influye si hay una deficiencia de nutrientes en el suelo. Sin embargo, la característica estudiada mostró un alto grado de heredabilidad, es decir, de determinación genética, por lo cual se presentaba siempre. Los estudios en macetas, invernadero y a campo así lo demostraron”, concluye Bianchi.

Fuente: CONICET (Informe a cargo de Andrea Guereta)

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