El Gobierno Nacional derogó una docena de resoluciones que normaban distintas cadenas y actividades productivas que están bajo la influencia de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Salvo los efectos que tendrá la medida en los distintos sectores involucrados, en términos de repercusión popular “pasará el tren”. Nadie defenderá lo que no conoció; y en eso, los medios públicos han tenido una responsabilidad crucial.
Por Pablo Casals
Vamos primero con la información. Ayer, mediante la Resolución 76/2024 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca – a cargo desde hace un par de semanas de Sergio Iraeta -, derogo una docena de regulaciones anteriores establecidas por la cartera. El argumento base, fue las mismas entorpecían la labor diaria de los productores; o bien, habían dejado de tener sentido bajo los objetivos actuales de gestión.
Las resoluciones derogadas databan de gestiones anteriores y en su mayoría, significan desregulaciones varias en las áreas de pesca, yerba mate, y los denominados “bioproductos”. El argumento insignia para la toma de estas decisiones es el de la “desburocratización y simplificación de los procesos”, donde se vinculan actores muy importantes de cada una de las cadenas.
Parece una cargada, pero implican a los productores en relación a el Estado Nacional, las empresas exportadoras y las importadoras.
Antes de seguir detallando, vale hacer la referencia a lo mencionado en el título y la bajada de la nota. A menos que el lector esté directamente involucrado en alguna de las cadenas que se afectan en las normativas derogadas, el resto – o sea la mayoría de la población que consume y paga impuestos -, no tiene ni la más pálida idea de lo que acaba de suceder.
Es aquí donde hacemos la pregunta siempre conflictiva, máxime en un contexto donde los mismos están siendo desprestigiados, desguazados o directamente sujetos a privatización: ¿dónde y qué función cumplieron los medios públicos al momento de difundir, divulgar y explicar las normativas que ahora se derogan?
Primero que nada: mi absoluta solidaridad y acompañamiento para los colegas y trabajadores d ellos medios públicos que han sido despedidos o su condición de precariedad contractual he empeorado aún más en los últimos meses.
Quien firma esta nota es un defensor a ultranza de los medios públicos nacionales. Jamás trabajé en ninguno de ellos; sólo tuve algunas colaboraciones o participaciones esporádicas – no más de una decena – a lo largo de 30 años. Más allá de haber sostenido siempre que debían ser una herramienta popular de vinculación – en las provincias Radio Nacional ha cumplido esa función -, los medios públicos al menos debían oficiar de difusores, divulgadores, y educadores en torno a la “obra de Gobierno”.
En criollo: dar a conocer y explicar qué leyes se sancionaron y para qué; cuáles son las principales resoluciones ministeriales; o sobre qué falló la Justicia y sus alcances.
Me van a decir: “son miles de resoluciones, decretos, disposiciones del Ejecutivo, o medidas judiciales que se despachan cada día. Es imposible cubrirlas todas”.
A lo cual respondo: lógicamente, no hay redacción o equipo de editores que alcance; y nunca serán suficientes. Por eso, en este oficio existe lo que se denomina jerarquización de los temas de agenda. En el caso de los medios públicos, se supone que son la continuidad de los ejes centrales de la gestión que gobierna.
Antes de pasar a la segunda parte de la argumentación, repasemos las medidas derogadas. Agradecemos por un lado a los funcionarios firmantes del anexo que consta en el Boletín Oficial de la República Argentina (Tejeda Rodríguez, López Cazorla y Chiape Berisso); y al portal Bichos de Campo por realizar una pequeña minuta sobre cada norma derogada, que nos simplificó el trabajo. Las resoluciones derogadas son:
Busque y lea, pero cada una de estas normas derogadas – incluso con sus defectos o deficientes puestas en práctica -, protegía, ordenaba, promovía o fomentaba, distintas actividades económicas – en muchos casos netamente regionales – o eslabones de las mismas, que garantizaban el mejor funcionamiento de las mismas, y otorgaban cierta previsibilidad al trabajo y la producción.
Me dirán: “había fallas”. Sí, claro que las había. Hace medio siglo que venimos de una sucesión de gobiernos liberales que protegen al capital concentrado como principio rector, en el marco de una economía altamente dependiente de los factores externos. Claro que había fallas. Sucede que con estas derogaciones, la situación empeora la situación para el trabajo y mejora las condiciones para el capital concentrado y extranjero.
Ahora bien… ¿Cuántas notas, informes, explicaciones, programas especiales, posteos de redes, documentales, entrevistas; vieron, leyeron o escucharon sobre estos temas en las últimas tres décadas de medios públicos?
Me juego que así como conté que en 30 años debo haber tenido una decena de colaboraciones o participaciones esporádica de alguna índole hablando de estas temas; no creo que el pueblo argentino se haya enterado por tales medios de la vida y obra de los distintos sectores que hacen al trabajo nacional y las medidas de gobierno tomadas al respecto.
Entonces, para cerrar, las preguntas a los “jeños” es: ¿cómo esperan que el pueblo defienda algo que no conoce? ¿Cómo esperan que el pueblo argentino reivindique cosas que poco le significan? ¿Cuántas puebladas hubo en Plaza de Mayo defendiendo Radio Nacional, Paka Paka, Télam o el Correo?
Estamos en tiempo de absoluta victoria de las fuerzas neocoloniales. Acá no se trata de izquierdas o derechas. Esas son cosas que van bien en otras latitudes. Por estos lares, el queso se corta entre Liberación o Dependencia; Patria o Colonia.
Fuente: BO / Bichos de Campo / Archivo