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Desguace del sector nuclear argentino: camino al feudalismo oligárquico del siglo XIX 

No puede sorprender que el actual gobierno libertario, con sus cogobernantes neoliberales de distintos sellos partidarios, haya profundizado los fuertes ataques al Sector Nuclear Argentino. Pero no por eso deja de ser marcadamente doloroso para los que amamos sinceramente a nuestra patria.

Por Carlos Andrés Ortiz*

Sin desconocer el contexto general de destrucción de todo lo vinculado con el Ser Nacional, en plena perpetración con premeditación y alevosía, con sus dos objetivos (de mínima involucionarnos al inviable enclave semi feudal de excluyentes producciones primarias, de comienzos del siglo XX; y de máxima, consumar la disolución nacional, acorde a los objetivos de los poderes globalizantes mundiales); es importante trazar una breve reseña del importantísimo rol de promoción del desarrollo socio económico que desde su creación, impulsa el Sector Nuclear Argentino. 

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) fue creada en 1950, y en cierta forma se le dio mayor preponderancia institucional poco después, con la fuerte impronta positiva dada por el Dr. Físico José Antonio Balseiro y su inicial reducido pero muy destacado núcleo de colaboradores. 

Fue sin duda alguna muy destacable que tan tempranamente, Argentina haya ingresado al selecto grupo de naciones, que buscaron desarrollar tecnología nuclear para fines pacíficos; siendo a partir de entonces, sucesivos hechos concretos los que fueron jalonando los avances en tan destacado sector estratégico. 

Pese a la fuerte oposición que el golpe de Estado ultra conservador de 1955 demostró contra todas las muchas concreciones del peronismo, de algún modo el Sector Nuclear fue la excepción; siendo tema que ameritaría mayor análisis evaluar el aparente contrasentido que precisamente la Marina, el arma más ultra conservadora cargada de visceral antiperonismo (su accionar lo demuestra), haya sido la que tomó bajo su injerencia directa, a la CNEA. 

Desde entonces, varios de sus oficiales de alto rango, con capacitaciones profesionales en la tecnología nuclear, fueron presidentes de la CNEA, en sucesivos períodos de gobiernos militares. 

Se expone una síntesis, seguramente incompleta, de los logros que fueron marcando la trayectoria del prestigioso Sector Nuclear Argentino. 

Ya en 1958 estuvo operativo el primer reactor nacional para investigación, el RA1, al que sucesivamente siguieron 8 más terminados, más el décimo en avanzado grado de desarrollo, pero absurdamente paralizado por el actual gobierno “nacional” (en rigor es antinacional). 

Esos reactores de bajas potencias, para investigaciones, indudablemente fueron y son muy importantes tanto para profundizar distintas facetas teóricas y prácticas del amplio espectro de la tecnología nuclear, como para producir valiosos insumos con impronta nuclear. 

Uno de los logros posiblemente más relevantes de esos reactores de investigación, es producir radioisótopos y otros insumos básicos para fines medicinales, en particular para el tratamiento del cáncer y para otros estudios médicos no invasivos. También se avanzó en pruebas no destructivas de materiales, así como diversas aplicaciones prácticas de la tecnología, como la irradiación de alimentos con rayos gamma, para anular microorganismos que los deterioran, y con ello ampliar sus períodos de conservaciones (muy usados en quesos y papas, entre otros); y el combate a las plagas de la agricultura mediante la esterilización de las mismas evitando sus reproducciones; además de los muchos efectos multiplicadores positivos que se fueron dando en otras áreas del conocimiento y sus aplicaciones prácticas. 

Tan importantes fueron esos desarrollos, que no solo abastecieron las necesidades internas nacionales de insumos nucleares para usos medicinales, sino que también nos convirtieron en exportadores a las naciones hermanas de nuestra región. 

En el período de la autodenominada Revolución Argentina (1966 – 1973), se tomó la decisión estratégica de dar fuerte impulso a la actividad nuclear, para ingresar en el muy selecto (por entonces) grupo de naciones dotadas de usinas de generación nuclear. 

Esa decisión, fuertemente orientada hacia el desarrollo nacional, puede parecer un contrasentido, en un período de gobierno pretoriano, cuya conducción económica fue claramente liberal, o sea teñida de antinacionalismo. 

Pero al respecto, cabe citar que, en ese período de gobierno (los años de Onganía y sus sucesores), tuvieron influencias, posiblemente muy significativas, dos personalidades muy afines al Pensamiento Nacional, como lo fueron el economista Dr. Aldo Ferrer, y el analista geopolítico General Juan Enrique Guglialmelli. 

Con ambos tuve el inmenso gusto no solo de escucharlos, sino también de dialogar. Experiencias muy enriquecedoras en lo intelectual y desde una mirada Nacional. 

Consecuente con esa decisión de desarrollar la tecnología nuclear, se decidió comenzar, con respaldo tecnológico de Siemens de Alemania, nuestra primera Central Nuclear, Atucha 1, y el proyecto era completar media docena de centrales para los años 90, o fechas cercanas. 

El establishment ultra conservador, siempre asociado a los poderosos intereses de la termoelectricidad y opuesto a nuestro desarrollo tecnológico autónomo, logró anular los siguientes proyectos, pero Atucha 1 siguió adelante, siendo inaugurada por Perón durante su breve tercer período presidencial. 

Actualmente se está por comenzar el proceso de extensión de la vida útil de Atucha 1. 

De esta Central, es destacable que hace algunos años, ante un serio inconveniente en el núcleo del reactor, los científicos argentinos diseñaron un procedimiento y perfeccionaron las herramientas especiales, con lo cual lograron salvar al reactor, al cual la propia Siemens daba por perdido. 

¡Un orgullo nuestros científicos! 

La Central Nuclear Embalse, fue la segunda construida, esta de tipo Candú, con apoyo tecnológico de Canadá. 

En el muy nefasto “proceso”, el perverso accionar del ministro de economía, personero de la SRA (Sociedad Rural Argentina), el abogado Martínez De Hoz, perpetró “negocios privados” estatizando una obsoleta central termoeléctrica en muy mal estado, (era de “La Ítalo”, de la cual era uno de los directores). Y como siempre pasa con personeros de lo antinacional, se pretendió dar cátedra de moral en el manejo del Estado. Hipocresía frecuente de los personeros del liberalismo económico, siempre funcional a los oscuros intereses antinacionales. 

El mismo ministro, con pleno respaldo del presidente de facto Videla, acorde al dogmatismo ultra liberal, quiso frenar el accionar de la CNEA para seguramente luego desguazarla, pero se encontró con la férrea oposición del oficial de La Marina e Ingeniero Nuclear, Carlos Castro Madero, quien operó fuertemente para seguir desarrollándola. La dupla Videla – Martínez De Hoz tenía el objetivo de desguazar SEGBA, a lo cual se oponía el sector sindical, liderado por Oscar Smith, quien fue secuestrado por un “grupo de tareas”, pasando a la lista de “desaparecidos” (asesinados) del “proceso”. 

SEGBA se dividió para privatizarla, en EDENOR, EDESUR, y EDELAP. La supuesta “eficiencia privada” priorizó repartir dividendos entre los accionistas, dilatando necesarias inversiones en Transmisión y Distribución, lo que provocó cortes en el servicio, sobre todo según trascendió, en EDESUR, de la cual se señaló que uno de sus principales accionistas es el actual ministro “Toto” Caputo. Parece que todo tiene que ver con todo… 

Es sabido que la figura de Castro Madero es controversial, pues fue indudable su dedicación y capacidad presidiendo la CNEA y concretando hitos importantes, como la exportación de un reactor de baja potencia a Perú, y también comenzar el proceso de construcción de la tercera central nuclear, llamada Atucha 2; esta con apoyo tecnológico de Siemens; impulsando también otros avances en el desarrollo tecnológico nuclear nacional. 

Pero al accionar de Castro Madero se lo vincula con las desapariciones (léase asesinatos) de varios científicos de la CNEA, como sucedió en muchos casos, en esos aciagos años de violencia, sutilmente instigada por los anglosajones, para instalar odios profundos en un contexto asimilable a una guerra civil. 

En 1976 se creó INVAP, un ente tecnológico propiedad de la Provincia de Río Negro, con claro y muy valioso respaldo de la CNEA, siendo su fundador el Dr. Conrado Varotto, reconocido científico de dilatada y muy valiosa trayectoria. Teniendo muy amplio campo de acción científica, INVAP involucra a la tecnología nuclear, y también abarca otras áreas de la ciencia pura y aplicada; llegando a tener un rol destacadísimo para construir centrales de baja potencia, entre otros muchos logros destacables. 

Respecto al infame “proceso” (1976-1983) caducó por su propio peso de gruesas negatividades, cargado de soberbia propia de ignorantes con poder y carentes de real patriotismo; pero dejó vigente en las penumbras, al apátrida “partido militar”, anclado doctrinariamente en los años ’70, subordinado al Consenso de Washington, con pautas antes ya erróneas, y hoy totalmente anacrónicas. Pero este ya es otro tema, que amerita su análisis por separado. 

En ese contexto de presiones y/o condicionamientos implícitos, asumió el gobierno civil de Alfonsín, el cual claramente no tuvo entre sus prioridades al desarrollo del Sector Nuclear, no definiendo inicialmente el cambio de conducción en la CNEA que, en los comienzos del nuevo período político, siguió en manos de Castro Madero. 

En ese interregno de cambios del poder formal pretoriano al civil, en la CNEA se siguió avanzando tecnológicamente, concretándose el enorme logro de dominar el ciclo completo de producción de combustibles nucleares para usos pacíficos. 

Evidenciando el debido cumplimiento de formalidades, el todavía presidente de la CNEA, Castro Madero, comunicó personalmente al nuevo presidente de la nación, Alfonsín, que Argentina había dado otro enorme avance tecnológico en el estratégicamente sensible Sector Nuclear. 

Contra toda lógica de utilizar positivamente ese notable avance tecnológico, para apuntalar el desarrollo nacional, y como hubiese sido coherente, felicitar y apoyar con mayor énfasis el desarrollo tecnológico nuclear, Alfonsín frenó abruptamente el accionar de la CNEA, paralizando proyectos y congelando las vacantes, lo cual fue muy negativo. 

Cabe analizar si lo hizo por pura ignorancia del estratégico tema de la tecnología nuclear; por cobardía, ante las previsibles presiones que recibiría por parte de las potencias anglosajonas y sus vinculados directos (más aun siendo reciente nuestra derrota militar en Malvinas); o si lo hizo por ambas causas (ignorancia y cobardía). Trascendió que influyó en esa muy negativa acción contraria al desarrollo nuclear, el asesor en temas energéticos de Alfonsín, Jorge Lapeña, conocido especialista con profusa acción mediática, y de claro sesgo muy afín a los intereses de la termoelectricidad, para los cuales los desarrollos nucleares e hidroeléctricos son “indeseables”, pues por costos menores y sus múltiples efectos multiplicadores positivos, las usinas a base de petróleo o gas, no pueden competir con las hidros y las nucleares. 

Desde esa negativa medida anti nuclear de Alfonsín, el Sector Nuclear soportó un largo período de congelamiento total, incluso de las vacantes, de 22 años, lo que provocó el envejecimiento de su planta de trabajadores científicos y técnicos de muy altas capacitaciones. Era una perversa política de “desguace con cuentagotas”. 

Esa negativa Política de Estado antinuclear, se revirtió, con renovados muy fuertes impulsos, desde 2006. Desde ese año, se impulsaron distintos ambiciosos proyectos, de muy positivos efectos científicos y económicos. Y el presupuesto de la CNEA se multiplicó 1.100 % (once veces). 

Se tomó la decisión de terminar Atucha 2, lo que luego de grandes esfuerzos se materializó en 2014. Además, después de desarrollar las tecnologías en la Planta Experimental de Agua Pesada (construida en el predio de Atucha), se construyó la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), situada en Arroyito, Neuquén; la cual es la más grande del mundo, teniendo plena capacidad para proveer del vital insumo a nuestras tres centrales, y además exportar a otras naciones que operan usinas nucleares en base a uranio natural, que utilizan el agua pesada como moderador. 

En los tramos finales del gobierno peronista de 2003 – 2015, se rubricaron sendos acuerdos estratégicos con China y Rusia que, entre otros temas, se acordó construir tres nuevas centrales nucleares de gran porte, dos de ellas con respaldo tecnológico y financiación de China, y una de Rusia. Dos iban a ser con tecnología de uranio natural, y una de uranio enriquecido. 

En 2015 se había comenzado Atucha 3, de tecnología de uranio natural, con respaldo de China. El gobierno neoliberal del macrismo, sin justificativo alguno, paralizó la construcción de Atucha 3, despidiendo numerosa cantidad de personal altamente capacitado, lo cual fue un enorme perjuicio contra nuestro desarrollo tecnológico. En la misma negativa senda de entorpecer al Sector Nuclear, se paralizó el funcionamiento de la PIAP, despidiendo a casi toda su muy capacitada dotación de personal. Claramente, el objetivo neoliberal, era desguazar esa planta industrial; y una consecuencia negativa fue no solo dejar de exportar agua pesada, sino también que pasemos a ser importadores del valioso insumo. 

En el gobierno tibiamente peronista, del albertismo, se tardó tres años en cambiar la cúpula de la CNEA, se demoró injustificadamente el comienzo de Atucha 3, que esta vez China ofreció construir con la tecnología de uranio enriquecido y agua liviana de moderador, y no se operó decididamente para volver a poner en marcha la PIAP. 

Para varios analistas políticos, el albertismo pareció más una réplica algo burda de la social democracia de la Unión Europea, que un desteñido accionar del histórico nacionalismo económico del peronismo. 

El desarrollo tecnológico nuclear argentino, es muy reconocido en el mundo, y eso lo prueban las centrales de baja potencia, exportadas a Perú, Egipto, Australia, Argelia, Países Bajos, China, India (en este caso componentes y/o tecnología); no siendo tampoco un tema menor que como presidente del Organismo Internacional de Energía Atómica, fue elegido un científico argentino de dilatada trayectoria, Rafael M. Grossi. 

Actualmente, Argentina tenía dos proyectos relevantes, en avanzados grados de desarrollo, a saber: la central de baja potencia RA10, destinada a tareas de investigación en una de nuestras sedes nucleares; y la Central Modular CAREM, la de desarrollo más avanzado en el mundo en su tipo, la cual al terminarse podrá tener un vasto mercado mundial al cual podrá exportarse. 

Sin motivo valedero alguno, ambos importantes proyectos fueron paralizados, perjudicándose sus desarrollos y las potenciales importantes exportaciones potenciales. 

Solo se perpetraron esas negativas medidas, basándose en la destructiva “política de la motosierra”, con la cual libertarios y sus laderos políticos, se empeñan en destruir al Estado Argentino. Y es necesario enfatizar que, sin Estado, no hay Nación, y sin Nación no hay Patria. 

Esos afanes destructivos y empobrecedores del tejido social nacional, nos llevan a los empujones a la disolución nacional, y muchos parecen no darse cuenta, entre ellos los muy vocingleros y poco pensantes uniformados patrioteros de bandera, a los que solo parecen importarles el inculcado odio visceral a todo lo Nacional y Popular.

*Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

Fuente: Portal del autor (caoenergia.blogspot.com)

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