Hacia una minería “sustentablemente concentrada”
9 enero, 2025
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Menos vientres, menos consumo interno, caída de precios internacionales y alta concentración de la cadena. La actividad ganadera cierra un año negativo y contradictorio: la política gubernamental los perjudicó: perdieron rentabilidad, capital y ventas.

Redacción

Una contradicción permanente vuelve a afectar a la cadena ganadera. Por una parte, las voces del sector manifiestan conformidad con el primer año de gobierno de Milei al que consideran “sumamente positivo” dado que “controló” la inflación y el dólar; aunque se manifestaron desconformes ya que la producción se mostró a la baja, y la demanda interna cayeron en forma significativa.

En criollo, a menos dinero disponible por parte de las familias para el consumo de carne, menor demanda en mostradores; y por ende menor compra de animales para faena por parte de los frigoríficos.

Por otra parte, como fuimos describiendo durante todo el año pasado, la situación heredada de 2023 consistía en un cuadro de gran liquidación de animales y pérdida de productividad a causa de la sequía. Es decir, se enviaban mayor cantidad de cabezas a faena, los animales “ganaban” menos kilos en función de la menor disponibilidad de alimentos; además de mandar un porcentaje considerable de hembras al mercado, lo cual reduce la disponibilidad de vientres para al menos los dos años siguientes.

Según los datos oficiales, en 2023 el stock ganadero cayó en más de 1,5 millones de cabezas, con una fuerte pérdida de vientres (900.000 entre vacas y vaquillonas), y entre 500.000 y 800.000 terneros menos. Paralelamente, la faena superó los 14,5 millones de cabezas, con una fuerte merma en kilos obtenidos.

Para 2024, se esperaba un mayor nivel de retención de hacienda por parte del criador, lo que marcaría el inicio de una nueva fase del ciclo ganadero. Sin embargo eso no sucedió. Entre las explicaciones del eslabón, entre las condiciones climáticas y costos internos, la disponibilidad de forraje cayó significativamente, al tiempo que aumentó el precio de los balanceados y otros insumos. Así, un amplio sector de los productores continuó achicando la carga animal.

En este contexto, la cría fue una de las menos afectadas -a causa de su estructura de costos menos intensivos-, pero el resto de los eslabones – invernada, recría o engorde-, terminaron el 2024 en una situación -según ellos- “preocupante”. Además, el precio de la “hacienda gorda”, cuyo producto se destina en un 70% al mercado interno, tuvo que convivir con una demanda sumamente debilitada, a causa de la caída masiva del poder adquisitivo. De hecho, si se compara la evolución del precio de la carne en mostrador, el mismo que recibió los aumentos que cayeron sobre otras variables alimenticias o de primera necesidad. La caída interna del volumen de compras jugó un factor fundamental en ese sentido.

En cuanto al sector exportador, a pesar de los ajustados márgenes con los que ha estado trabajando la industria, las fuentes afirman que el volumen de embarques fue récord este año. Los datos oficiales hasta noviembre reflejan más de 863 mil toneladas equivalente carcasa exportadas en solo 11 meses, cifra que ya supera lo exportado en todo el 2023.

Según dice las voces del segmento, incluso tras la eliminación inmediata de las principales restricciones y prohibiciones que pesaban sobre la exportación, la situación cambiaria y el costo impositivo sobre la actividad “continúan deteriorando significativamente la rentabilidad de este eslabón”. En criollo, la ecuación cambiaria no les permite tener los mismos márgenes que años anteriores, sumado a la suba de los costos de producción.

El sector ganadero -al igual que el agro- responsabiliza a los gobiernos y sus políticas impositivas sobre el sector. Si bien, hay aspectos que son necesarios de reformular, la clave está en que ningún eslabón interno de la cadena se “tira” contra los factores externos que condicionan la actividad doméstica. Contra ellos no pueden presionar para luego negociar, como sí lo pueden hacer contra el Gobierno Nacional, más allá de quién ocupe la Rosada.

Por otra parte, alegan que los precios internacionales resultaron en promedio, un 5% inferior a los registrados en 2023, y un 30% por debajo de los máximos alcanzados en 2022.

Para lo que viene en 2025 el panorama tampoco es del todo alentador según los actores del sector.

Ocurre que en 2024 no se logró la recuperación de vientres estimada. Es decir, no mandar tantas hembras al matadero. Tomando en cuenta los datos del SENASA de diciembre respecto de los envíos de animales a frigoríficos, estos sumaron unos 1.229.596 cabezas. Según lo acumulado hasta el mes de noviembre, se estima un volumen de faena anual cercana a los 13,9 millones de cabezas, un 4,2% menos que lo registrado en 2023, año en que la faena superó los 14,5 millones de animales.

Según la misma estadística preliminar, de esos 13,9 millones de animales faenados, 2,63 millones fueron vacas y unos 4 millones fueron vaquillonas, cifra que no presenta disminución alguna respecto al pico de faena alcanzando en 2023 como consecuencia de la sequía. Es decir, la mitad de la faena anual fueron hembras. En números absolutos, al descontar la cantidad de vacas y vaquillonas faenadas durante el año, y asumiendo una reposición y mortandad de moderada a baja en ambas categorías, se estima que las cifras finales del 2024 arrojarán una nueva caída en número total de vientres útiles que rondaría los 650.000 vientres menos, que se suman a los 900 mil perdidos en 2023.

Si bien el número general de stock ganadero probablemente termine manteniéndose sin cambios al final de este ciclo que acaba de concluir (52,8 millones de cabezas), producto de una mejora esperada en los porcentajes de parición y destete, el hecho de no recuperar vientres productivos genera mayor exposición ante aquellas variables que el sector o el país no pueden controlar o prever por sí mismos.

La contradicción está en que a pesar del panorama descripto, los instrumentos que podrían aplicarse para revertir la situación a corto plazo, van en detrimento de los márgenes de rentabilidad del sector y de las condiciones de concentración de la cadena. Mientras el consumo interno siga cayendo y las caídas de precios de las exportaciones continúen a la baja, la situación va a empeorar.

Fuente: SENASA / INDEC / ROSGAN / Archivo / Noticias Agropecuarias

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