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El ‘soft power’ de Israel en América Latina

La influencia del sionismo en América Latina, los lazos que Israel mantiene con el continente a través del militarismo, y el silencio mediático que sobrevuela la masacre que se comete en la Franja de Gaza.

Por Martín Martinelli*

El denominado lobby sionista tiene su centro de operaciones a nivel internacional en Estados Unidos. Sobre el poder de esa ideología en la principal potencia capitalista mundial se investigó y escribió mucho (y se sigue investigando). Un debate latente para intelectuales, historiadores, periodistas y activistas es si realmente Estados Unidos controla a Israel, o viceversa.

El sionismo, como ideología que rige al Estado israelí desde su fundación en 1948 en el corazón de Medio Oriente, no atravesó una mutación que fue desde ideas socialistas hacia la ultraderecha descarnada, que en la actualidad representa el primer ministro Benjamín Netanyahu y su gabinete de gobierno. En la génesis del sionismo ya estaba la mentalidad de colonización y supremacía que podemos observar, en vivo y en directo, con el genocidio que se comete en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre pasado, donde ya fueron asesinados más de veinticinco mil palestinos y palestinas.

Ese lobby sionista que recorre los pasillos de la Casa Blanca y del Congreso estadounidense, en América Latina es más difuso y subterráneo. También, a diferencia del gran país del norte, tiene un poder de influencia menor, pero para nada despreciable.

En la Argentina actual, bajo la presidencia de Javier Milei, o en Colombia, con su injerencia en la guerra del Estado contra la población civil, Israel y su soft power están presentes. Como lo estuvo, sobre todo con la venta de armamento, durante las dictaduras militares que asolaron al continente en las décadas de 1970 y 1980.

Con su larga historia, en pleno siglo XXI, el sionismo disputa, todo el tiempo, hegemonía a nivel mundial.

Para analizar y reflexionar sobre este tema, El Salto dialogó con Martín Martinelli, historiador y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Luján, de Argentina. Martinelli además es autor del libro Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias, publicado en 2022 en Argentina y en 2023 por El viejo topo, en España.

Los puentes del sionismo

“El lobby sionista en América Latina —explica Martinelli— tiene un accionar que va acoplado a los intereses anglosajones, principalmente de Estados Unidos, y en segundo término de Inglaterra. Eso se puede ver en relación a cómo apoya al neoliberalismo y al capitalismo salvaje, y al mismo tiempo tiene grandes empresas”.

Compañías militares, de sistemas de seguridad para fuerzas públicas, de explotación de agua dulce (como es el caso de la israelí Mekorot), “ofrecen sus servicios” en América Latina, siempre con el argumento de que Israel es vanguardia en tecnología. Martinelli ejemplifica lo que sucede hoy en día en Argentina, con el gobierno del presidente Javier Milei, que muestra sin desenfado su simpatía no solo con el Estado israelí sino también con las corrientes más conservadoras del sionismo. En el caso de Brasil, durante la administración de Jair Bolsonaro el cóctel entre sionismo y evangelismo tuvo su mayor esplendor. Según Martinelli, estas relaciones hay que interpretarlas como “algo político”.

Compañías militares, de sistemas de seguridad para fuerzas públicas, de explotación de agua dulce “ofrecen sus servicios” en América Latina, siempre con el argumento de que Israel es vanguardia en tecnología

 El historiador argentino puntualiza que “en líneas generales, el lawfare, los grandes poderes políticos y económicos, son los que apoyan la política genocida e infanticida israelí. Los palestinos son apoyados en declaraciones, como por ejemplo en el caso del presidente colombiano Gustavo Petro, o como en el reconocimiento por parte de Argentina, y luego de Brasil también” de un Estado palestino independiente.

Aunque desde América Latina hubo posicionamientos fuertes en contra de la invasión israelí a la Franja de Gaza —principalmente de los gobiernos de Bolivia, Venezuela, Colombia, Cuba y Nicaragua—, Martinelli advierte “que la lectura general que hay que hacer es que el sionismo tiene puentes fuertes” hacia el continente latinoamericano. Volviendo a su país, el historiador reconoce que en Argentina quienes profesan el sionismo y defienden las políticas represivas israelíes se encuentran “en lugares claves de las universidades, de los medios de comunicación y de los grandes aparatos de mayor difusión”.

Negocios, ideología y dictaduras

En el libro Militarismo israelí en América Latina —publicado por el capítulo latinoamericano del Movimiento Boicot, Desinversiones, Sanciones (BDS)—, se explica que “el comercio militar se constituye como parte del corazón del sistema de opresión de Israel”. Por su parte, en la obra El Estado de Israel armó las dictaduras de América Latina, el profesor Israel Shahak detalla cómo Tel Aviv envió contingentes de armamento a las dictaduras en Chile, Argentina, Paraguay y Guatemala, entre otros países, que sirvieron no solo para asesinar a los opositores políticos, sino también a civiles que estos regímenes “marcaban” como activistas o militantes.

Al respecto, Martinelli analiza que la venta de armas israelíes a las dictaduras latinoamericanas “tiene una incidencia que va subordinada, y en algunos casos a la par, a la de Estados Unidos con su política de ventas de armas, de apoyo a las represiones”, y con el entrenamiento a fuerzas de seguridad, hecho que continúa hasta la actualidad en varios países.

“Israel tiene una llegada tal en América Latina, que se puede reflejar en los medios de comunicación, incluso con banderas israelíes por parte de algunos pseudo periodistas”

“El minicomplejo industrial militar de Israel, que copia en menor medida al de Estados Unidos, se construye con las políticas represivas durante las dictaduras latinoamericanas —asegura el historiador—. En la ideología. Israel tiene una llegada tal que se puede reflejar en los medios de comunicación, incluso con banderas israelíes por parte de algunos pseudo periodistas”, luego de la acción militar de Hamás contra asentamientos y colonias israelíes en territorio palestino.

En esa mezcla de militarismo, ideología y negocios, destaca Martinellí, también aparece la “política de persecución” por parte de Israel “de un supuesto antisemitismo, que en realidad sería conveniente llamar judeofobia”. Para que esa triada le funcione a Israel, los medios de comunicación son fundamentales. En esos medios, como en ámbitos universitarios y hasta para el denominado “sentido común”, se construye a los y las palestinas como terroristas y “a los israelíes como avanzados, que inventan tecnología, que tienen un país rico”, indica el historiador. “Esa lógica lo que hace es bombardear primero mediáticamente, para luego atacar mediante las bombas. La diferencia entre América Latina y Medio Oriente, es que en Medio Oriente se bombardea, y en América Latina, y en Argentina en particular, votamos a nuestros verdugos que apoyan la política genocida e infanticida de Israel”, manifiesta Martinelli.

Historia y religión

La historia de Israel está construida sobre el mito de un libro sagrado. El fundamentalismo judío, entrelazado de forma mimética con la ideología sionista, es la corriente de pensamiento que prevalece en Israel. Su primer ministro y sus altos cargos ejemplifican esto. El avance de Israel sobre territorio palestino nunca se detuvo y, por estos tiempos, parece imparable. Desde el gobierno de Netanyahu ya dejaron claro que su objetivo es desplazar a los dos millones de pobladores que viven en Gaza hacia Egipto o hacia algún país más al sur del continente. Para eso, Israel bombardea de forma indiscriminada, pero también construye la justificación para esto, no solo hacia su propia sociedad sino también para el exterior. Una estrategia que  lleva décadas en marcha y quienes se atrevan a cuestionarla, son sancionados, perseguidos o, en el caso de los propios israelíes que lo hicieron, expulsados.

“Si nosotros vemos la historia de Israel y Palestina, sobre todo desde la historia de Palestina, en los últimos cien años, acentuados desde 1948, hubo una política de limpieza étnica, de colonización, o colonialismo de asentamiento, y de genocidio por goteo —alerta Martinelli—. Esto quiere decir que los planes de expulsión van a cumplir, por lo menos, cien años”.

El historiador y especialista en Medio Oriente recuerda que bajo el Mandato Británico en Palestina, a través de organizaciones sionistas armadas —como Irgun o Stern—, pero también con partidos políticos, el plan de expulsión se puso en marcha. Al mismo tiempo, el sionismo se presentó con “una apariencia socialista” en un principio, pero esas mismas agrupaciones “después se han ido fascistizando a partir de la asunción del Likud, en 1977”. Este mecanismo político y militar, según el académico, se convirtió en “la ideología central del Estado de Israel”, que se muestra al mundo como un país blanco y sin árabes, aunque el 20% de su población es árabe-palestina.

Para alcanzar sus objetivos, Israel apeló al lobby sionista en “en las altas esferas” políticas, religiosas y militares, y a través del aparato de difusión que incluye el cine, los libros, la música y el arte en general. “Ese es el lobby más fuerte, pero se reproduce en menor escala en América Latina”, que en el caso de Argentina tiene canales de difusión como los medios Infobae, La Nación, TN o Clarín. En México, señala Martinelli, “es algo que se repite por estar tan cerca a Estados Unidos”.

En América Latina, el evangelismo funciona como un puente férreo con el sionismo y, según Martinelli, “tiene un papel de cobertura o de respaldo de Israel”

El historiador es tajante al afirmar que lo que existe “es un pueblo colonizador y otro colonizado, en donde el primero está interfiriendo y tratando de acaparar sus tierras. Por eso, las cuestiones actuales hay que mirarlas también en una perspectiva histórica y geográfica, y no religiosa. No hay que confundir nunca los términos religiosos, que es una de las formas con las que se trata de tergiversar la historia y de esa forma modificar la ideología”.

En América Latina, el evangelismo funciona como un puente férreo con el sionismo y, según Martinelli, “tiene un papel de cobertura o de respaldo de Israel”. Los representantes más destacados de esta simbiosis son Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos y ahora Milei en Argentina.

“Así como Bolsonaro salió con la bandera de Israel, lo mismo hizo Milei, y al mismo tiempo se ve esto en las universidades, donde es difícil encontrar lugares donde se pueda hablar libremente de Palestina. La media es no decir nada. Como dijo Desmond Tutu en 1995 en Sudáfrica, el neutral está apoyando al opresor”.

Como última reflexión, Martinelli remarca que “lo que se hace al defender al Estado de Israel no es defender a siete millones de ciudadanos israelíes, que conviven con siete millones de palestinos, y otros tantos millones de palestinos de los países circundantes, como Irak, Líbano, Siria, Jordania o Egipto. Lo que se hace es tratar de justificar esta gran masacre que todo el mundo está viendo ahora, que Sudáfrica llevó a la Corte Internacional de Justicia, no solo como apartheid, sino como un genocidio en vivo y en directo”.

* El historiador y escritor.

Fuente: El Salto / Annur TV

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