El suelo: factor geopolítico para Argentina

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Todas las discusiones en torno al cambio climático en nuestro país, hacen lo posible por esquivar el problema de escala internacional que Argentina enfrenta en un futuro inmediato a partir de la dependencia absoluta del régimen de lluvias para el complejo agropecuario. Compartimos algunos resultados de INTA respecto del estudio de suelos agrícolas.

Redacción

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dio a conocer un estudio sobre los suelos de las regiones del norte de nuestro país, donde se detectaron a partir del uso agrícola, caídas de hasta un 60 % de fósforo (P) y de hasta el 28 % de materia orgánica. El estudio habría sido financiado por la Asociación Civil Fertilizar; una ONG conformada por empresas y entidades del sector con el objeto de estudiar y realizar campañas respecto de la utilización de fertilizantes en función de la sustentabilidad del sistema productivo.

El relevamiento se hizo sobre suelos ubicados en distintos puntos del noreste y noroeste del país durante el periodo de julio a noviembre de 2022, y para el cual se tomaron 295 muestras de suelos prácticamente vírgenes, e igual cantidad de muestras en suelos con más de una década de agricultura intensiva del NEA y NOA.

El estudio derivado, trabajó sobre la determinación del pH, P-Bray I y el contenido de materia orgánica.  Así, el trabajo advierte sobre la necesidad de intensificar las secuencias de cultivos de gramíneas y pasturas de cobertura, además de sugerir por la aplicación de aplicar mayores dosis de nitrógeno (N) y fósforo (P), entre otros aspectos.

Se puntualizó asimismo sobre la necesidad de conocer con precisión el estado nutricional actual de los suelos de todo el país, ya que es fundamental conocer el “estado de salud” de los mismos.

La importancia es geopolítica. Argentina exporta fundamentalmente alimentos para consumo humano o para cría de animales que después serán comercializados en los distintos mercados. Se calcula que más del 90% de la alimentación mundial proviene de los suelos. Los productos agrícolas son la vía por la cual nuestro país se relaciona con el mundo; y de allí la importancia estratégica de conocer y monitorear el estado nutricional de los suelos.

Según el estudio, desde principios de los 90 la superficie agrícola se expandió en el noreste y noroeste (NEA y NOA) del país. En la región del NOA sur, la secuencia más frecuente es soja/trigo o garbanzo/maíz/soja, mientras que en el NOA norte el poroto puede reemplazar a la soja, resultando una secuencia poroto/trigo/maíz.

En el oeste del Chaco y este de Santiago del Estero la secuencia preponderante puede ser soja/maíz o soja/algodón/maíz. Según la disponibilidad de agua se hace trigo para grano o como cultivo de cobertura. En el norte de Santa Fe y Córdoba la secuencia más usual es girasol/algodón/trigo y soja/trigo-soja/maíz, respectivamente.

Además, las bajas dosis de nitrógeno (N) y fósforo (P) utilizadas en estas zonas pueden ocasionar limitaciones en la productividad de los cultivos y balances de nutrientes negativos para el suelo. Según la investigación divulgada por la fuente, la reducción de la materia orgánica generada por la actividad agrícola fue del 12 % al 28,0 %, según las zonas.

Estos valores son similares o algo inferiores a los informados para la región pampeana, a pesar de la menor historia agrícola de estos suelos; por lo cual puede inferirse que los suelos del NEA y NOA son más susceptibles de perder esos componentes.

Respecto de la disponibilidad de fósforo, las muestras determinaron una severa caída con valores de 10 a 80 mg/kg para los suelos agrícolas y de 20 a 130 mg/kg para los suelos prístinos. Si la tendencia actual continúa, y no se realiza un trabajo programado en materia de recomposición de suelos, en pocos años este nutriente podría ser deficiente en muchas regiones del NOA y NEA.

El informe de INTA recomienda, además del monitoreo de estos factores, una serie de prácticas que, sin interrumpir la producción, podrían contribuir a la recuperación del suelo. Así, proponen la rotación de cultivos y la implementación de cultivos de cobertura; la incorporación de materia orgánica y la fertilización de cultivos.

Estas medidas además de contribuir al almacenamiento de humedad, reducen la erosión, preservan la biodiversidad del suelo, mejoran la fertilidad.

Además, también contribuyen a paliar el aparente problema del momento. Con las prácticas recomendadas, se contribuye a la retención de carbono y al combate sobre el cambio climático.

Fuente: INTA / Fertilizar / Noticias AgroPecuarias

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