Los cultivos de servicio ganan cada vez más adeptos, ya que su manejo e implementación mejora significativamente la calidad y sustentabilidad de suelos. Además, reduce parte de la estructura de costos y aporta mejores márgenes al productor.
Redacción
Es probable que desde hace unos años venga escuchando hablar cada vez más seguido sobre la “agricultura de servicio”. Se trata de una actividad que no se realiza para cosechar ni pastorear, sino para aprovechar beneficios que esos cultivos pueden aportar al suelo.
Se trata de verdaderos aliados para el productor, ya que aumentan los rendimientos futuros de los denominados “sembrados de renta” – soja y maíz por ejemplo-. Además, son beneficios en aquellas regiones donde las altas temperaturas son frecuentes como en el NEA, ya que disminuyen la temperatura de suelo. Respecto de esto último, se han llegado a comprobar diferencia de hasta 20 grados de diferencia.
En el caso, donde las temperaturas son más bien frías y por tanto la tierra no posee características equilibradas como en la pampa húmeda, la siembra de servicio es positiva porque colabora con la construcción de “estructura de suelo”.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es la institución que con mayor rigor viene estudiando y ensayando alrededor de los cultivos de servicio, más allá que el sector privado esté paulatinamente adentrándose en el asunto.
Desde la Estación Experimental de Las Breñas, Chaco, INTA trabaja con diferentes especies de cara a identificar las diferentes variantes que puedan aportarse a los suelos según la “estructura” – profundidad y composición – que se busque. Así, se vienen usando gramíneas, probando trigo, centeno, avena y tritricale – cereal híbrido donde se combinan trigo y centeno -.
Según los técnicos de la entidad, además de esos ensayos, se buscan resultados con otros grupos de cultivos, más ligados a la soja, que se puedan adoptar en sistemas de siembra directa. Una de los cultivos de servicio con mayor éxito es la vicia, que tiene la particularidad de aportar y fijar nitrógeno en el suelo para el uso posterior en un cultivo de renta. También es frecuente el sembrado de tréboles de olor (o melilotus), que aporta mayor cantidad de materia seca posterior.
Los cultivos de servicio han variado en su uso y concepción, a partir de la imposición del paquete tecnológico se siembre directa. Previo a su llegada, los verdeos se sembraban y mediante la labranza se enterraban en el punto de crecimiento necesario, para que a través del proceso de descomposición incorporaran lo buscado a la estructura del suelo.
Con la siembra directa, al no adoptar la roturación del suelo como metodología, el denominado “abono verde” se comenzó a utilizar para generar más cobertura, proteger el suelo y después poder instalar el cultivo de renta como el algodón, soja o maíz.
Así, según el INTA, un verdeo de vicia logró aportar 75 kilos equivalentes de nitrógeno para luego sembrar maíz. Si ese productor no utiliza un cultivo de servicio, debe aportar fertilizante externo, lo que aumentaría los costos. El organismo plantea los números de forma simple: una hectárea de vicia aporta 75 kg de nitrógeno, mientras que para garantizar el miso rinde, se deben aportar 150 kilos de urea.
Otro ensayo en tierras con problemas de compactación dada la recurrencia del sistema de siembra directa, se aplicó una mezcla de vicia, rabanito y centeno previo a la soja, y se lo comparó con otro lote en el que se había practicado barbecho químico – lapso comprendido entre la primera aplicación de herbicidas después de la última cosecha y la siguiente siembra -. El resultado fue – según INTA -, que mediante el cultivo de servicio se ganaron 2,5 toneladas por hectárea para la soja, y 5 toneladas para el caso del maíz.
Otra forma de implementar los cultivos de servicio, es como “acompañante”, es decir junto al cultivo “de renta”. Por ejemplo, haciendo maíz en conjunto con vicia, el rendimiento fue superior en una tonelada. Pero además, por el nitrógeno que aporta el verdeo, el maíz creció a mayor altura. Esa “materia seca” adicional de cerca de 6 toneladas, es fundamental para productores mixtos que la utilizan como “picado” – forraje de corral -.
La incorporación de los cultivos de servicio demostró también que se logra disminuir hasta dos aplicaciones de herbicidas, lo cual repercute en menor impacto ambiental y reduce el esquema de costos del productor en el segmento de fitosanitarios y aplicaciones por contratista.
Fuente: INTA