Por 16° temporada consecutiva, el complejo agropecuario proporcionó cosechas y ventas récords, y aportó más del 50% de la totalidad de las exportaciones. Esto, que parece bueno, habla de la destrucción paulatina de la matriz industrial por más de una década y media en forma consecutiva.
Por Pablo Casals
Otra vez cosecha récord. Siempre es “la más grande la historia” o en toneladas o en dinero. Las cifras que están circulando – aunque no consolidadas -, hablan de U$S 88.270 millones de dólares arrojados por todas las exportaciones de 2022, de las cuales el 635 habrían sido aportadas principalmente por la soja, maíz, trigo, cebada, girasol y carnes.
El Agro por lo tanto, aportó algo más de 55.500 millones de dólares, y el motivo fundamental -además de las cantidades comercializadas y los tipos de cambio a medida -, fueron los extraordinarios precios internacionales que se registraron fundamentalmente en el segundo y tercer trimestres de 2022, “apalancados” por la guerra y sucesivos alineamientos globales en materia de comercio exterior, al carecer por largos meses de los productos provenientes de las llanuras ucranianas y del complejo agropecuario ruso.
Sin embargo, U$S 7 mil millones de superávit comercial anual suena a poco. Sólo eso -y sin datos del todo actualizados –, se paga por fletes internacionales a las grandes navieras para trasladar el fruto del comercio. Es poco porque el beneficio global para Argentina es paupérrimo. Será exitoso en términos fiscales, y les proporciona tema de discusión con las exportadoras y patronales agropecuarias para todo el año – todos los años -. Pero en términos de desarrollo industrial real no se nota; o en las actividades donde hubo repunte a nivel manufactura nacional, los salarios son tan bajos que no obedecen a una matriz industrial, sino más bien a una estructura de ensamble+precarización al estilo Bangladesh.
Además, no todos los complejos tuvieron faena exitosa en 2022. Salvo excepciones las frutas frescas, la pesca y demás complejos primario exportadores de pequeña escala en el mejor de los casos terminaron “hechos”, y con poca capacidad de maniobra en las negociaciones para los precios de la campaña 2023.
Si se analiza por cada cadena exportadora – de las mayoritarias -, las cifras son siderales en dinero y en volumen, pero replicarían un análisis similar al realizado párrafos arriba, pero enfocado en los desarrollos regionales, en cómo se distribuye esa facturación, y a dónde va la recaudación fiscal.
Así, la soja, vendió casi 25.000 millones de dólares -representando el 28% de las ventas externas -; y por un total de 38,6 millones de toneladas. En 2021 habían sido de 43 millones, lo cual confirma lo dicho anteriormente un 8% más en términos de facturación para 2022, contra un 10% menos de producción comercializada. Hay quienes dicen que aún en los silobolsas quedan alrededor de 6 millones de toneladas de la campaña pasada sin liquidad. De ser así, el volumen de producción sería similar, pero la facturación sería aún mayor.
El maíz vendió por 9.500 millones de dólares (11% del total). Lo demás, es muy similar a la soja: 36,2 millones de toneladas exportadas en 2022, contra casi 41 millones el año anterior. Para el caso del trigo, las cifras son más chicas, pero analizándolo individualmente, su venta creció a “tasas chinas”. Casi 15 millones de toneladas (14% más que en 2021), y ventas por 4.700 millones de dólares.
Así, podríamos analizar todas y cada una de las cadenas y este informe sería interminable y cargado de números y porcentajes.
Por último, y para dejar pensando al lector, si se comparan los informes estadísticos del INDEC, los de Agricultura, Ganadería y Pesca y banco Central, con los de las entidades privadas (Bolsas de Comercio o Bolsas de Cereales), veremos que valor más, número menos, el complejo exportador primario no baja del 505 de los totales anuales desde 2006 inclusive. Es más: va ganando influencia en su composición respecto de las cadenas industriales manufactureras.
Así, más de 16 años de crecimiento consecutivo del deterioro industrial argentino, hablan de una foto/país que necesita imperiosamente volver a ajustar a recuperar el valor agregado industrial verdadero: el de los fierros, el de las máquinas y herramientas. Las chispas, la grasa, la calderería. Los circuitos, las plaquetas y tableros…
Pavadas si se quiere, pero que aportan capacidad técnica, soberanía, independencia, buenos sueldos. “Platita” si de quiere; pero, en definitiva, un país para todos.
Fuente: SAGyP / INDEC / BCRA / BCR / BCBA