Se difundió una encuesta sobre expectativas, diagnóstico y propuestas realizada entre las firmas exportadoras. Aunque no lo digan, necesitan del Estado. No pueden vivir sin él.
Redacción
Se difundió una encuesta realizada por la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), que nuclea a las principales empresas de un cúmulo de actividades que participan de las ventas externas, donde se indica que casi un 50% de las empresas prevé incrementar sus exportaciones durante el 2024; y que los sectores agroindustriales prevén una recuperación luego de la sequía de 2023.
Lo interesante de la encuesta, son los puntos más destacados en cuanto a las causas o consecuencias para realizar sus actividades productivas y poder consolidar mercados o exportaciones. Recuerde el lector: el sector exportador – no importa su rubro – es el que más reclamos y argumentos respecto del tamaño “elefantiásico” del Estado realiza; pero, por otro lado, solicita cosas que de no haber una estructura estatal activa, no podrían realizarse.
A menos que estén mintiendo, incluso en “su” propia encuesta con la que se le envían “mensajes” al Ejecutivo.
El informe que acompaña la misma, señala que, transcurrido el primer semestre del actual Gobierno nacional, el 69% de los encuestados manifestó que no poseen incentivos y señales que los animen a aumentar la inversión, las exportaciones o la generación de empleo. Las explicaciones – según el informe – radican en no sólo la coyuntura, sino las disposiciones legales y reglamentarias que la gestión de Milei va desarrollando semana a semana. Ejemplos como el DNU 70/2023, las controvertidas “Ley Bases” y “paquete fiscal”, y las medidas del Banco Central, son las que dan sustento a sus posturas.
Otro punto señala que casi el 70% de los empresarios encuestados, tiene expectativas que la situación cambie durante el primer semestre de 2025, siempre y cuando se atiendan una serie de cuestiones que el Gobierno promete resolver.
Por un lado, las dificultades para realizar pagos al exterior, fundamentalmente en la importación de insumos, bienes de capital, o pago de fletes. Asimismo, resaltar las dificultades a la hora de convivir con los diversos tipos de cambio respecto del dólar que no aportan certidumbre al proceso productivo, como tampoco a la normativa respecto de la liquidación de divisas. Tercero, la matriz tributaria y los derechos de exportación, es decir, las retenciones.
Respecto de las expectativas de corto plazo para el segundo semestre, los sectores vinculados al agro y minería (incluídos los hidrocarburos) de exportación parecen ser los más optimistas. Casi la mitad de los participantes confía en que las ventas externas aumenten en facturación y volumen, motorizadas por un esfuerzo de colocar la mercadería fue del país, que va de la mano con la caída general de la demanda interna.
Por otra parte, el 31% espera una caída y el 22% cree que las cosas se mantendrán más o menos igual que en el semestre pasado. Los sectores menos optimistas para este año son automotriz y bienes industriales.
Tomando a todos los sectores en conjunto, casi el 70%, asegura que el acceso al crédito, mejoraría sustancialmente sus expectativas, y una mayor capacidad de consolidar o encontrar mercados, dado una hipotética mayor competitividad.
Según el documento, un 49% de los entrevistados señalan otros factores que deben modificarse, se encuentran: la reducción de la carga impositiva (14%), la ampliación del acceso al financiamiento (9%), el valor del tipo de cambio (5%), el fortalecimiento del relacionamiento externo (5%), la mejora del sistema logístico (5%), una mayor institucionalidad (4%), el avance en procesos de facilitación del comercio (4%) y las mejoras en la promoción comercial (3%).
El rol de MERCOSUR
Según CERA, “más del 90% de los encuestados” consideró fundamental o importante la facilitación de la operatoria transfronteriza y mejora en infraestructura a nivel continental, como también la construcción de una agenda de mejoras en las barreras no arancelarias. Es decir, que los países confluyen en regulaciones comunes y el mutuo reconocimiento de las mismas, fundamentalmente en los rubros alimenticios y farmacéuticos.
Otras políticas del bloque que los encuestados observaron mayoritariamente, es que los tratados de comercio que mejor impactarían en sus expectativas de invertir, serían con la Unión Europea y Estado Unidos.
CERA, destaca que para poder alcanzar esos mercados en condiciones “competitivas” hay dos factores que perjudican mayormente sus actividades: el costo de transporte terrestre por carretera (31,2%), el costo portuario (26,7%, destacado especialmente en Puerto de Buenos Aires) y la infraestructura deficiente (19,3%).
Asimismo, y siempre mirando el Atlántico Norte, los requisitos vinculados a “la sustentabilidad”, son la adaptación de los procesos productivos (46%, incluye energía), los procesos de certificación (15%) y las normas internacionales como barrera, sobre todo de la Unión Europea (12%).
Bueno… esos son los datos… Las dos preguntas de esta Redacción se realiza son las siguientes: ¿se imaginarán los muchachos que la mitad de los exportadores si no fuera por el Estado ya habrían sido absorbidos por el capital multinacional?
Tomando como ejemplo alguna de las últimas consideraciones: ¿qué empresa privada está dispuesta a invertir para dejar de tener una “infraestructura deficiente”?
Todavía no apareció ninguna que diga “esa boca es mía” sin exigir condiciones leoninas a cambio y aún así tampoco se realizaron las pretendidas inversiones.
Encima ahora se viene el RIGI, y está en camino el RIGA.
Sepa el lector que salvo para los negocios donde las multinacionales ya tenían la vaca atada y con leyes a medida; el resto de las inversiones tardarán en llegar.
Y si llegar rápido serán con el fin de saquear.
Esperemos que las firmas exportadoras nacionales sobrevivan el embate.
Fuente: CERA