Argentina recuperó el primer lugar internacional en exportaciones de harina de soja. Durante 2023, a causa de la sequía y otros factores, nuestro país había sido desplazado por Brasil. Sin embargo, desde el sector no ven un futuro auspicioso.
Redacción
Recientemente, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) publicó un informe a partir de los datos recabados durante el primer semestre de 2024, donde asegura que Argentina recuperó el primer lugar en el mundo, en cuanto en cuanto a exportaciones de harina de soja. El motivo fundamental fue el restablecimiento de parámetros productivos tras la sequía que afecto la cosecha de la campaña 2022/2023.
Según la BCR, comparando los primeros seis meses de 2023 y 2024, este año, las ventas externas aumentaron un 46% respecto del anterior.
Por otra parte, la entidad informó que desde la cosecha de soja hasta el momento – transcurrido 120 días -, la molienda repuntó 30% respecto a la campaña pasada, ya que se procesaron 15,4 millones de toneladas de soja 2023/24. Según los datos oficiales se habrían producido 14,8 millones de toneladas de subproductos. Es decir, a razón de 0,96 toneladas de subproductos por cada tonelada de soja procesada.
El repunte para la BCR es solamente una vuelta a la normalidad acostumbrada previa a la sequía. De hecho, los datos parciales del primer semestre, pueden ser superados al final de la campaña por lo que realicen Brasil y Estados Unidos. Ambos países son competidores directos de Argentina en el rubro, y desde las entidades privadas consideran que la producción del poroto local se encuentra estancada, mientras que en otros países aumenta y además crece la participación de la molienda frente a las exportaciones de granos.
Según el cuadro anterior, Argentina tiene 43 plantas que procesan soja, contra 85 en Brasil y 75 en Estados Unidos. El informe afirma que si bien nuestro país cuenta con una menor cantidad de plantas procesadoras, las argentinas son más grandes y eficientes. Por lo tanto, la capacidad teórica de procesamiento anual total es comparable con la de Brasil y no muy lejana a la de los norteamericanos.
Asimismo, la industria aceitera local está geográficamente concentrada alrededor de la ciudad de Rosario donde se localiza prácticamente el 80% de la capacidad de procesamiento – el “crushing” – nacional.
Sin embargo, según el informe, a pesar de esa infraestructura instalada, la misma posee un 42% en estado ocioso desde 2020 a esta parte. El desastre de Vicentín, ha dejado sus secuelas.
Por otro lado, el informe advierte que si bien Estados Unidos y Brasil superan significativamente a Argentina en términos de volumen total de procesamiento de soja, es diferencia no se traslada al mercado externo, ya que ambos países poseen un índice importante de demanda interna. Ocurre que la tendencia estaría indicando que los países competidores incrementarían su capacidad exportable de subproductos, al aumentar su volumen general de producción.
Las estadísticas internacionales dicen que la demanda mundial de harina de soja se incrementó un 25% en los últimos años las importaciones mundiales de harina de soja habrían aumentado un 25%. En ese marco, Argentina disminuyó su cantidad relativa de ventas externas y Brasil y Estados Unidos las aumentaron.
El factor determinante fue China, que pasó de demandar 11 millones de toneladas en 2010/2011, a 19 millones en la campaña pasada. Es decir, aumentó sus comparas a un 70% en 15 años; y se estima que para 2028 el gigante asiático comprará el 33% de las ventas mundiales del subproducto sojero.
En ese interín, Argentina pasó de abastecer a China en la mitad de su demanda de subproductos y desde entonces ese dato viene en franco descenso.
¿Qué pasará? Probablemente siga empeorando por algunos años hasta que se reacomoden los flujos de mercado. Las empresas que fijan la política comercial argentina, son las mismas que determinan las de sus competidores directos. Administrar el negocio global desde la propia sede de sus casas matrices y tener trato preferencial en Brasil, deja sus resultados.
Mientras tanto Argentina esperará, a menos que la política comercial cambie de manos y tenga un sentido de soberanía. Con el gobierno actual, imposible; y con los gestos que se dan desde los posibles sucesores con posibilidades, tampoco.
Fuente: BCR