La presencia de INTA y SENASA en la cadena algodonera es de suma importancia. El cultivo tiene desarrollo en 13 provincias argentinas y su utilización y aplicación industrial, traspasan enormemente el campo textil y cosmético. Control y monitoreo de plagas y ampliación de la zona de cultivo.
Redacción
La multiplicidad de usos que posee el algodón escapa a lo que dimensionamos normalmente. Sus aplicaciones van desde las más conocidas, como los tejidos textiles y aceites, hasta su procesamiento en la industria del neumático, alimento balanceado, cosmética, biocombustibles y su inclusión en la trama del papel moneda.
La cadena algodonera nacional de desarrolla en 13 provincias para su producción comercial. Además de las tradicionales en su cultivo como son Chaco, Santiago del Ester y Santa Fe, también se produce en Entre Ríos, Buenos Aires, Corrientes, Formosa, Salta, La Rioja, Catamarca, Córdoba, San Luis y San Juan.
Tanto el Instituto nacional de tecnología Agropecuaria (INTA) como el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), son dos de las entidades estatales que continuamente acompañan a los productores y el devenir de la cadena en sus distintos aspectos.
Desde el SENASA, actualmente se lleva adelante el Programa de Prevención y Erradicación del Picudo del Algodonero que contribuye a minimizar las pérdidas que ocasiona la plaga y permite mantener el estatus de zonas libres en las que las condiciones sanitarias aptas posibilitan un mejor rendimiento y calidad de fibra. El picudo es la plaga asociada al algodón y la más temida por su alto poder destructivo. En un solo ciclo de cultivo, la especie es capaz de desarrollar varias generaciones que causan estragos en las plantaciones.
El por ello que el monitoreo sanitario debe ser permanente y exhaustivo. SENASA, a través del mencionado programa, fiscaliza los establecimientos algodoneros y la trazabilidad del algodón en bruto y sus derivados para evitar la dispersión hacia las áreas libres. Uno de los instrumentos utilizados en la tarea, es la tradicional instalación de trampas para la plaga, a la que recientemente se le incorporó una función de lectura digital de datos. Cada trampa posee un código QR que agiliza el relevamiento de datos, tanto geolocalización como en densidad de capturas de insectos.
Asimismo, el programa contempla un calendario ajustado a la diversidad geográfica sobre la cual el cultivo se desarrolla. El mismo, exige un cumplimiento de fechas establecidas para siembra; además de tener que respetarse el denominado “vacío sanitario”, que se considera una medida esencial para evitar la dispersión de la plaga.
Algodón puntano
Así como el SENASA desarrolla el monitoreo descripto entre otras acciones, INTA trabaja en la adaptabilidad del cultivo en regiones no tradicionales. Recientemente, en conjunto con la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), se lograron resultados exitosos en la zona del Valle de Conlara, al noreste de la provincia.
Así, el algodón paulatinamente se va consolidando como alternativa productiva en esa región. El trabajo de INTA se inició en función de poder introducir una alternativa para la diversificación y rotación agrícola en esa región, al tiempo de tener presente que más allá de lo climático, la demanda hacia la cadena algodonera va en crecimiento.
Además del valle de Conlara, en San Luis el algodón ya tiene presencia a desde hace al menos una década en la zona de Quines-Candelaria, al norte de la provincia. Dada la cercanía entre una y otra región, INTA junto con la Universidad de San Luis, resolvieron evaluar el cultivo y realizar ensayos de variedades de algodón en la campaña agrícola 2022/23.
Según el organismo, las variedades evaluadas fueron Guazuncho 4 INTA BGRR, Porá 3 INTA BGRR y Guaraní INTA BGRR. Es decir, toda genética algodonera desarrollada por INTA. El ensayo se llevó a cabo en el establecimiento demostrativo “Don Andrés” en un lote de maíz como cultivo antecesor y la densidad de la siembra fue de 10 semillas por metro lineal. Fue conducido en secano – sin riego asistido -, durante todo el ciclo y se mantuvo libre de malezas e insectos.
Para el análisis posterior, además de estimar los rendimientos, se estudiaron la calidad de fibra y semillas. Según INTA, el mejor comportamiento del cultivar lo dio la variedad Guaraní BGRR con un rendimiento medio de 1.990,50 kg/ha en bruto, y 1.353,50 kg/ha de fibra y semilla.
Desde la UNSL consideran que los resultados obtenidos demuestran que el cultivo de algodón tiene potencial de adaptación y producción en las condiciones de suelo (edafo) y climáticas de la zona; principalmente en las denominadas “variedades de ciclo corto”.
La experiencia sintetiza, además, parte del trabajo de INTA en cuanto a la investigación y ensayo, junto con las ventajas que aorta el organismo en materia de biotecnología y germoplasma.
Si INTA y SENASA retomaran a nivel general el protagonismo que mantiene en el seguimiento y trabajo sobre los cultivos en toda la cadena agropecuaria, Argentina podría alcanzar un nuevo salto cualitativo en la materia, sin necesidad de depender enteramente del paquete tecnológico externo y sus condicionamientos hacia el desarrollo de la producción interna y el destino de sus cosechas.
Fuente: SENASA / INTA