Los que saben afirman que la cadena láctea goza de condiciones óptimas de operatividad de mercado. Sin embargo, la demanda interna cae, la externa no mejora y los precios internacionales van a la baja. Al mismo tiempo la cadena se concentra en las dos empresas de siempre y ya no tiene la excusa de los DEX.
Redacción
Varias voces de la cadena láctea aseguran que el sector tuvo un repunte importante durante la primera parte de 2025, si se lo compara con los dos años anteriores donde la actividad cayó en picada con el cierre de centenares de pequeños tambos y unidades productivas. Datos recientes de varias fuentes coinciden en que la producción aumentó entre un 10 a 12% comparada con la primera parte de 2024.
Coinciden también en que la demanda en el mercado interno viene en franco deterioro, y esperan que los dos últimos trimestres del año no mejoren en ese sentido.
Según un informe de la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca del Oeste Bonaerense, la producción nacional de leche en junio de 2025 experimentó un crecimiento del 6,9% respecto a mayo de 2025, y de 10,3% en comparación con junio de 2024. El dato que destaca es el nivel de grasa y proteína (los denominados sólidos útiles) en la leche, con promedios del 7,5% durante abril, mayo y junio.
La situación no deja de estar plagada de eufemismos, contradicciones y cosas que se dicen sin demasiada convicción para no ir en contra de los tiempos que corren.
La cadena láctea está absolutamente concentrada en dos grandes firmas muy conocidas. Ellas regulan, precio, volumen comercial, stock y distribución. Como se dijo el mercado interno sigue en picada, la demanda externa es estable y los precios internacionales permanecen bajos: Nueva Zelanda y Países Bajos (Holanda) son los que mandan en ese sentido.
La mayor rentabilidad que obtuvo el sector durante el primer semestre de debió a dos factores puntuales. Por un lado, la actividad venía por el suelo entonces cualquier repunte es visto como un mejor resultado. Segundo, no olvidar el impacto de la quita de retenciones para la cadena, cosa que alivió las cuentas en los distintos eslabones. Sin embargo, el impacto positivo sólo repercutió en las empresas dominantes del sector que son las que exportan. Las firmas chicas que comercializan en el mercado interno o las proveedoras de las grandes no han registrado mayores cambios significativos.
Por ejemplo, el precio promedio nacional del kilogramo de sólidos útiles (KSU) en junio de 2025 fue de $6.312,07, mostrando una ligera variación intermensual del -0,10% y un incremento interanual del 14,50%. Asimismo, el precio nacional por litro de leche en junio de 2025 fue de $472,87, con una variación intermensual del 1,10% y una interanual del 17,20%. Si compara las cifras de un año a otro con las de la inflación o la fluctuación del tipo de cambio, no hay mucho para analizar.
Sin embargo, las organizaciones lácteas pueden quedar a contramano de los reclamos dominantes del sector agroexportador. Aunque la quita de los DEX -retenciones- haya beneficiado solamente a las grandes empresas, los tamberos chicos deben seguir diciendo que todo funciona mejor “si no se mete la política”. De no hacerlo, se quedarían solos por “hacerle el juego a los kukas”.
Un ejemplo claro de tales contradicciones provino de uno de los economistas Jefe de la Sociedad Rural Argentina, apellidado De Freijo. Celebró que la cadena “está funcionando en condiciones de mercado”. O sea, desde su punto de vista, “como Dios manda”, ya que no tiene “cepos” que traben su evolución, ni retenciones ni cupos de exportación.
Un escenario donde los precios fueron “adecuándose a las verdaderas necesidades de los consumidores”, y a “los cambios en las formas de consumo”. Eufemismos que intentan instalar que las familias no compran leche porque no quieren, cuando en realidad no lo hacen porque no tienen dinero. La “forma de consumo” cambió porque directamente no se puede consumir porque los ingresos no alcanzan.
Además, el economista Jefe, admitió que los costos van en aumento y eso repercute en el productor. La solución para él es aumentar la productividad y ampliar mercados, porque la economía argentina es “cerrada y chica”. Además Brasil, que es uno de los principales compradores de lácteos argentinos, aumentó su demanda pero también tocó techo. Lo cual implica que las ventas -al caerse la propia demanda argentina- sigue siendo insuficiente.
Para cerrar, el economista Jefe de la SRA tiró todos los clichés sobre la mesa: la solución para ganar mercados estará en la “diversificación por marca, la trazabilidad de la materia prima, y la calidad del producto”; en conjunto con una reforma laboral que abarate los costos de empleo, “eficiencia en el transporte y logística”; y seguir bajando la carga tributaria, “que afecta muy fuerte a las industrias”. Y reconoce que las grandes, le trasladan todos los costos a los productores primarios. Lo mismo que hacían cuando había retenciones.
Entonces, el trasfondo va más allá de las retenciones: la clave está en la capacidad de maniobra que tengan las grandes firmas para monopolizar las cadenas productivas.
Sin pretender herir la susceptibilidad del economista Jefe, eso no es libertad de mercado.
Fuente: SRA / Cámara de Productores de Leche de la Cuenca del Oeste Bonaerense / NAP