Sin ofensa ni temor 147. Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Reproducimos el trabajo de Jorge Francisco Cholvis, recuperando una serie de pasajes de la obra escrita de Eva Perón. Al cumplirse 72 años de su ausencia, sirva este homenaje; y sea su palabra, parte del acervo del pensamiento nacional.
El Editor Federal
«Hay que estar alertas, porque el desfallecimiento, es la derrota.::»
Eva Perón
1.- Su lucha y la Constitución. Enseñaba Arturo E. Sampay que antiguamente se decía que Florilegium Politicum es una selección de párrafos basados en diversos escritos que compendian un pensamiento, y que por sí solos expresan un sistema de ideas políticas.
Dado estos tiempos de merecido reconocimiento a “Evita”, al cumplirse recientemente 70 años de su paso a la inmortalidad, entendemos imprescindible trascribir párrafos de textos suyos que por la precisión conceptual que contienen reflejan su pensamiento, en los cuales se encuentran reflejados graves problemas de nuestro tiempo, y evidencian el por qué una Nueva Constitución.
2.- La Razón de mi Vida. En el Prólogo Evita ya dejó expresado que “este libro ha brotado de lo más íntimo de mi corazón. Porque a través de sus páginas hablo de mis sentimientos, de mis pensamientos y de mi propia vida”. Y en uno de sus primeros capítulos expresa: “Yo tengo y ha nacido conmigo una particular disposición del espíritu que me hace sentir la injusticia de una manera especial, con una rara y dolorosa intensidad (…) Pero, aunque no pueda explicarse así mismo,lo cierto es que mi sentimiento de indignación por la injusticia social es la fuerza que me ha llevado de la mano, desde mis primeros recuerdos, hasta aquí”.
En el Capítulo V, nos advierte: “La lectura de la prensa que ellos difundían me llevó, eso sí, a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo podría ser aniquilada por una revolución”. En el siguiente precisa que “una revolución es siempre un camino nuevo cuyo recorrido es difícil y no está hecho sino para quienes sientan la atracción irresistible de las empresas arriesgadas”.
Afirmó que este libro “quiere exponer las causas y los objetivos de la misión que me he propuesto cumplir” (Cap. IX). Inmediatamente, en el siguiente, expresa y resuelve el interrogante: “¿Por qué yo he sufrido siempre ante la injusticia? ¿Por qué yo no me resigné jamás a ver a pobres y ricos, como una cosa natural y lógica? ¿Porqué siempre sentí indignación ante los dueños del poder y del dinero que explotaban a los humildes y a los pobres? Demasiadas preguntas hubiesen quedado sin respuesta si no hubiese encontrado a Perón en mi camino, y en él, la causa de mi pueblo. No, no es el azar lo que pone a los hombres y mujeres al frente de las grandes causas. Por el contrario, parece que las grandes causas preparasen el alma de sus hombres y mujeres”.
En el capítulo que titula “Sobre mi elección”, nos remarca una gran verdad: “En la vida de los pueblos, como en la vida de los hombres, no todo lo hace el destino. Es necesario que los pueblos como los hombres, ayuden a su destino (…) El país estaba solo. Marchaba a la deriva sin conducción y sin rumbo. Todo había sido entregado al extranjero. El pueblo sin justicia, oprimido y negado. Países extraños y fuerzas internacionales lo sometían a un dominio que no era muy distinto a la opresión colonial”.
Y en capítulo “El camino que yo elegí”, estos irrebatibles conceptos: “¿De qué hubiesen valido tres años de Revolución si al término de la guerra hubiésemos caído de nuevo en los brazos de nuestros tradicionales explotadores imperialistas? ¿Nos hubiese valido acaso la reforma social en un país sin riqueza y sin trabajo, entregado con las manos atadas a la voluntad extraña del capitalismo internacional? Todo eso vio Perón con más claridad que nunca desde el día que fue presidente. Lo cierto es que todo ese inmenso trabajo que debía empezar con la organización del mismo gobierno y cuya primera etapa culminó con la reforma constitucional, no podía dejarle sino muy escaso tiempo para mantener contacto con el pueblo. Y si no hubiésemos buscado juntos una solución y la hubiésemos hallado, la voz del pueblo -la de nuestros descamisados- hubiese llegado a la torre de gobierno cada vez más apagada y tal vez hubiese terminado por callar. Por otra parte era necesario mantener encendido en el pueblo su fervor revolucionario.
La revolución apenas había sido puesta en marcha y debía Perón cumplir todas las etapas desde el gobierno mismo. Esto podía hacerse pero a condición de que el pueblo mantuviese su fervor revolucionario y no fuese ganado por la prédica de los ´hombres comunes´ para quienes todo acto revolucionario aparece como una imprudencia imperdonable (…) Yo elegí ser ´Evita´ para que por mi intermedio el pueblo y sobre todo los trabajadores, encontrasen siempre libre el camino de su Líder”.
En “Eva Perón y Evita”, sus palabras nos evidencian otras verdades y su profundo amor por su pueblo: “Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedentes para un oligarca genuino”. Y en el capítulo siguiente: “Cuando elegí ser ´Evita´ sé que elegí el camino de mi pueblo. Nadie sino el pueblo me llaman ´Evita´ (…) Cuando un obrero me llama ´Evita´ me siento con gusto ´compañera´ de todos los hombres que trabajan en el país y aún en el mundo entero (…), lucho codo a codo con los obreros, como si fuese de ellos una compañera más de taller o de fábrica”.
En el capítulo XXI, “Los obreros y yo”, aclara: “No todos los descamisados son obreros, pero, para mí todo obrero es un descamisado (…) Son las fuerzas poderosas que sostienen el andamiaje sobre cuyo esqueleto se levanta el edificio mismo de la Revolución. El Movimiento Peronista no podría definirse sin ellos”.
Y en el siguiente reafirma que el Justicialismo quiere llegar “a una sola clase de hombres: la de los que trabajan (…) No queremos que nadie explote a nadie y nada más. Esto es lo que Perón ha querido asegurar para su pueblo y ha quedado bien asentado en la nueva Constitución”.
En el capítulo titulado “Además de la Justicia”, observamos esto que anticipan tiempos posteriores: “Desde el día que me acerqué a Perón advertí que su lucha por la justicia social sería larga y difícil. Cuando él fue explicándome sus propósitos (y sus propósitos eran nada menos que invertir todo un sistema económico capitalista en uno más digno y humano y por lo tanto más justo) se confirmaron mis presentimientos: ¡la lucha sería larga y difícil! (…) Solía decirme (Perón) en 1945: “La justicia social exige una redistribución de todos los bienes del país para que haya así menos ricos y menos pobres. Pero, ¿cómo podrá redistribuir los bienes de un país un gobierno que no tenga en sus manos el poder económico? Por eso es necesario que yo dedique todos mis esfuerzos para asegurar la independencia económica del país. Habrá que nacionalizar todo lo que sea un medio de dependencia económica; y todo lo que importe una salida innecesaria de riqueza nacional. ¡Así habrá más bienes para el pueblo! ¡Así el pueblo tendrá lo que necesita o por lo menos todo lo que a él le pertenece!”.
Así es que se debe remarcar que Evita ya nos advirtió: “Nuestra riqueza era una vieja mentira para los hijos de esta tierra”. Y que para Evita “el pueblo es el pueblo en marcha hacia la consolidación de la justicia social”.
3.- “Mi Mensaje”. Desde los tiempos de su operación, Evita trabajaba en este nuevo libro. A pesar de su estado de salud, y cuando los médicos se lo permitían escribía. El lenguaje de Evita es el mismo al de su discurso del 22 de agosto de 1951, y también de los que pronunció posteriormente.
Es la mujer fuerte que un día resolvió que “no estaba enferma” para poder dedicarse sin horario a la causa del pueblo, como nos dice Fermín Chávez en la presentación a este libro en 1987. Esas 79 carillas revelan la dimensión humana y revolucionaria de Eva Perón, a quien su pueblo llamaba Evita.
Ya desde un principio Evita nos dice: “En estos últimos tiempos, durante las horas de mi enfermedad, he pensado muchas veces, en este mensaje de mi corazón. Quizás porque en ´La Razón de mi vida´ no alcancé a decir todo lo que siento y lo que pienso, tengo que escribir otra vez. (…) Quiero decirles la verdad (…) Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña, y todo lo que se finge”.
En el capítulo “Los enemigos del pueblo”, precisa: “Los dirigentes de mi pueblo tienen que ser fanáticos del pueblo nada más. Si no, se marean en la altura; y no regresa”.
Y en el capítulo VII, “Yo he medido con la vara de mi corazón la frialdad y el fanatismo de los hombres. Si alguna cosa tengo que reprocharle a las altas jerarquías militares y clericales es precisamente su frialdad y su indiferencia frente al drama de mi pueblo (…) Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los peronistas a medias me dan asco”.
Al referirse al imperialismo capitalista, en el capítulo IX: “Yo lo he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Se dice defensor de la justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su omnipotencia. Se proclama defensor de la libertad mientras va encadenando a todos los pueblos que de buena o mala fe tienen que aceptar sus inapelables exigencias”.
Y en el capítulo siguiente, “Los que se entregan”: “Pero más abominable que el imperialismo son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos”.
No duda en afirmar en el capítulo “El odio y el amor”: “De mí no se dirá jamás que traicioné a mi pueblo, mareada por las alturas del poder y de la gloria”. Eso lo saben todos los pobres y todos los ricos de mi tierra. Por eso me quieren los descamisados y los otros me odian y me calumnian”.
Asimismo, en “Los altos círculos”, no deja de advertir para que no haya equívocos: “No soy antimilitarista ni anticlerical; en el sentido en que quieren hacerme aparecer mis enemigos. Lo saben los humildes sacerdotes del pueblo que también me comprenden a despecho de algunos altos dignatarios del clero rodeados o cegados por la oligarquía. También lo saben los hombres honrados que en las fuerzas armadas no han perdido contacto con el pueblo. Los que no quieren comprenderme son los enemigos del pueblo metidos a militares (…) La Patria sufre o es feliz en el pueblo que la forma”.
En “Vivir con el pueblo”, expresaba sobre algunos “dirigentes obreros entregados a los amos de la oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Yo los denuncio como traidores” (…) cuando un dirigente sindical se entrega al deseo de dinero, de poder o de honores es traidor y merece ser castigado como un traidor”.
Y en “Las formas y los principios” anuncia como anhelo a efectivizar: “Mi mensaje está destinado a despertar el alma de los pueblos de su modorra frente a las infinitas formas de opresión”, y casi finalizando en “Mi voluntad Suprema”, este concepto que sintetiza su Mensaje: “quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente, y será también cuando llegue mi hora, la última voluntad de mi corazón, yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos (…) Yo estaré con ellos, con Perón y con mi pueblo para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos”.
4.- “Escribe Eva Perón”. Antes de los dos libros que hemos tratado, el diario “Democracia”, publicó varios artículos que Evita había escrito, entre ellos el del 27 de octubre de 1948 que se tituló “La mujer argentina apoya la reforma”; también ese año, los días 27/30 de noviembre viajó a Mendoza y Córdoba precisamente con la finalidad de sostener la reforma constitucional.
Por ello, es imprescindible tener presente que la Biblioteca del Congreso de la Nación el año 2019, en el marco del 100 Aniversario del nacimiento de Eva Perón, publicó en edición facsimilar el libro “Escribe Eva Perón”, que contiene el conjunto de escritos de su autoría redactados en 1948 y compilados posteriormente por el diario “Democracia” con dicho título.
Fueron escritos entre julio y noviembre de ese año, y en todos está presente el mismo tono de indignación que le provocaba la miseria y la indiferencia de los más ricos que tanto caracterizó sus más famosas alocuciones. Edición en la cual se encuentra su pensamiento sobre la nueva Constitución.
Así es que debemos traer a nuestro tiempo contemporáneo estos trascendentes conceptos reeditados en dicho libro. Recorramos entonces algunos de sus conceptos:
“Porqué soy peronista”: “Si el pueblo fuera feliz y la patria grande, ser peronista sería un derecho; en nuestros días, ser peronista es un deber. Por eso soy peronista. Soy peronista, entonces, por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo… Mi dignidad de argentina y mi conciencia ciudadana se sublevó ante una patria vendida, vilipendiada, mendicante ante los mercaderes del templo de las soberanías y entregada año tras año, gobierno tras gobierno, a los apetitos foráneos del capitalismo sin patria y sin bandera”.
“Significación social del Descamisado”. “Desde el punto de vista social, la palabra ‘descamisado’ superó su acepción idiomática. Se transforma en sinónimo de lucha, de anhelo de reivindicaciones de justicia, de verdad. (…) La significación social del ´Descamisado´ surge de su condición de vanguardia de la nacionalidad (…) El ´descamisado´ ha dejado de ser elemento de explotación humana para convertirse en factor de progreso, de unidad nacional, de bienestar colectivo. En esto residen su fuerza y su virtud. Su fuerza, porque responde a los imperativos político-sociales que valorizan el rol de los trabajadores en la sociedad moderna. Su virtud, porque para los ´descamisados´ sus propias reivindicaciones se entrelazan y se confunden con las necesidades presentes y futuras de la Nación. De ahí que la grandeza de la patria se va elaborando por la dignificación del pueblo.
“La justicia social se consolida con una mayor producción”: “El General Perón nos ha dicho que todas las conquistas sociales y la ampliación del bienestar de que goza la clase trabajadora argentina depende, esencialmente de los mismos trabajadores. Y que para lograrlo había que partir de dos bases fundamentales: la organización de los trabajadores en sus sindicatos y el aumento de la producción (…) La organización sindical da a la clase trabajadora el instrumento específico para sus propias conquistas y para colaborar decisivamente en la reordenación social y nacional; el aumento de la producción le ofrece la posibilidad de concretar en mejoras esos derechos que sostiene cuando se organiza sindicalmente. Un derecho que no se puede concretar es como si no existiera”.
“Después que uno está perdido no lo salvan ni los Santos”: “Al referirme en este artículo a la Constitución Nacional, no pretendo intervenir en la discusión de si debe o no ser modificada, porque para los que pertenecemos al pueblo, ese hecho es ya indiscutible y, en consecuencia, indiscutido. Tampoco esgrimir los argumentos comunes de algunos improvisados constitucionalistas de nuestros días, al alcance de todos, como la ´sopa hecha´. Entre lo sabio que nuestra Constitución establece, se encuentra la forma en que ha de modificársela, en su todo o en sus partes, para lo cual fija tres claras y definidas etapas: ley del Congreso, decisión plebiscitaria del pueblo, Convención Nacional (…) Los políticos en desuso, que antes sirvieron a medias al Estado y a los consorcios extranjeros,defienden los últimos reductos de la quimera de ´volver a ser´. Ellos creen aún posible la ´marcha atrás´ de un pueblo que ha descubierto su destino y ha roto sus cadenas”.
“Significado Nacional del 17 de octubre”: “Que el 17 de octubre es una fecha definitivamente incorporada a las que señalan nuestras gestas de más acentuado sabor popular y más efectivo contenido nacional ya es incuestionable, como es incuestionable que nada ni nadie logrará borrarla de la vida de nuestro pueblo.
Tiene para nuestra independencia económica y nuestra evolución social, el mismo significado que el 25 de mayo tuvo para nuestra independencia política (…) abrió las perspectivas para una nueva política económica, una nueva política social y una etapa superior, nueva también por ser más fraternal y más justa, en la vida común de todos los argentinos”.
“Ante la tercera batalla electoral”: “El peronismo, movimiento popular justiciero en lo social, recuperador en lo económico y soberano en lo político, va a librar su tercera batalla electoral. Las que precedieron a la que se avecina señalaron nuestro triunfo en una proporción que sorprendió a nuestros adversarios (…) Fueron triunfos del pueblo, alcanzados en urnas de cristal por lo transparentes y limpias de cualquier presión (…) Ahora, frente a la nueva cita que se ha dado la nacionalidad para inscribir en la Constitución los derechos de los trabajadores y consolidar sus conquistas, el peronismo volverá a demostrar que es mayoría y que esa mayoría está definitivamente enrolada en la causa progresiva, recuperadora y revolucionaria que inspira y dirige el general Perón (…) Ese fue el contenido de la última elección; y la que se avecina tiene por objeto, mediante su incorporación a la Constitución Nacional, fundamentar más sólidamente las conquistas logradas”.
“El pueblo quiere soluciones argentinas para los problemas argentinos”: “La historia del hombre es la historia de una búsqueda incesante de la Justicia (…) Los argentinos integramos un pueblo singularmente amante de la Justicia (…) La articulación de la reforma constitucional que va a realizarse es una etapa de esa azarosa y noble búsqueda de la Justicia. Ya no es justo, por ejemplo, para nosotros, ni para nadie, el individualismo económico y jurídico. Los pueblos claman por sus derechos, claman, mejor, por su derecho esencial a la vida.
Y la Constitución que nos rige está inspirada en ese individualismo económico y jurídico que ha perdido validez por su injusticia. Debe hacerse notar (…) Hoy es imperioso, porque el país no puede vivir encuadrado en moldes antiguos, que lo ciñen y lo ahogan (…) “No vivimos en un laboratorio. Vivimos debatiéndonos en un campo de batalla.
Hay que estar alertas, porque el desfallecimiento, es la derrota, como lo es el estancamiento, la morosidad (…) Se advierte la responsabilidad inmensa que tenemos ante las futuras generaciones argentinas. Hay que procurarles un estatuto fundamental adecuado a su desarrollo (…) Luego de dos guerras trascendentales, y de conmociones sociales y psicológicas profundas, nadie cree que un pueblo deba vivir esclavizado a un texto frío, a una Constitución antigua, mientras que se destaca, como verdad incontrovertible, que la Constitución deber estar al servicio del pueblo.
Porque no hay tiranía peor que la de la ley, cuando es inadecuada a las necesidades del conglomerado social”. (…) Es preciso dar a la propiedad un nuevo sentido, un sentido social, quitándole al vocablo y al concepto que denomina su peligroso sentido egoísta. Y es preciso, en fin, devolverles a los argentinos lo que no siempre ha sido y debe ser argentino (…) La inminente intervención de la mujer en la vida política argentina, impone la consideración de normas jurídicas correspondientes en el nuevo estatuto constitucional. Además, el pensamiento inspirador del General Perón ha trascendido al pueblo, movilizándolo a favor de las reformas.
Ese pueblo ha sentido sus necesidades, las conoce y las impondrá en la Asamblea Constituyente. Por ellas, sustentó la revolución típicamente argentina, que estamos viviendo. El pueblo, pues, inspirado por su conductor, desea que se consolide en un cuerpo constitucional lo que esta revolución ha logrado, para que luego, al amparo de normas justas, pueda desarrollarse la existencia nacional en su plenitud. Quiere ese pueblo soluciones humanas para los problemas humanos, y soluciones argentinas para los problemas argentinos. Económicamente independiente y socialmente feliz, afianzado sobre un texto constitucional justo”.
No podemos dejar de señalar estos otros conceptos que integran ese libro: “Ayuda social, sí; limosna no. Este debe ser también un lema revolucionario. Es necesario que aparezca, científicamente interpretado, como el complemento imprescindible de la Justicia Social”.
Pero, tampoco dejaremos de remarcar que expresó: “Lo que les duele es que yo no haya representado un papel decorativo dela mujer del Presidente, sino el papel de una mujer que, interpretando los dolores, o las ansias y las esperanzas del pueblo argentino, puso su corazón, su juventud y su vida al servicio de la causa de los necesitados”.
Y que el 22 de agosto de 1951 en el “Cabildo Abierto” que se llevó a cabo en la Av. 9 de Julio de la ciudad de Buenos Aires, entre otras cosas dijo:
“Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino, una descamisada de la Patria, pero una descamisada de corazón, porque siempre he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los niños, con los que sufren, trabajando codo a codo, corazón a corazón con ellos”.
Después el 31 de agosto, a las 20,30 horas por radio y con voz muy pausada pero que brotaba de lo más hondo de su ser, dice: “Quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto (…), esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia, y por eso es totalmente libre (…) mi gran ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará al Presidente, que hubo a su lado una mujer que se dedicó a hacerle conocer las esperanzas del pueblo, y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente Evita. Eso es lo que quiero ser”.
Al tener conocimiento del motín que el general Menéndez realizó el 28 de septiembre, pocos días después que Evita renunciara a integrar la fórmula presidencial con Perón, propuesta por la C.G.T. con el apoyo de grandes sectores de su pueblo, y pese a su delicado estado de salud que ya tenía, dirigió un mensaje radial a los descamisados.
Y en “Mi Mensaje”, en el capítulo “El gran delito”, denunció: “Y a medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa fuerza del país, la oligarquía infiltrada también en las fuerzas armadas preparaba la reacción (…) lo atacaron por mí (…) ¡Yo fui el gran pretexto! ¡La verdad, la auténtica y pura verdad es que la gran mayoría de los que no quisieron a Perón por mí, tampoco lo quieren sin mí! (…) Aquél día, el 28 de septiembre, yo me alegré profundamente de haber renunciado a la vicepresidencia de la República el 22 y el 31 de agosto. Si no, yo hubiese sido otra vez el gran pretexto”.
Llegó el 17 de octubre de ese año, Día de la Lealtad, y Evita nos deja este invalorable mensaje en palabras inolvidables, al decir que “con ustedes tengo una deuda sagrada: a mí no me importa si para saldarla tengo que dejar jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y la llevarán como bandera a la victoria”.
6.- Por todo ello, es imprescindible tener presente conceptos transcriptos de Eva Perón. Por su estrecha relación con el pueblo, su lucha por los trabajadores y desposeídos, y su entrega por la Justicia Social en la senda que recorrió junto a Perón.
De tal modo, la convierten en ícono del movimiento de masas y en una de las figuras más importantes de la historia argentina del siglo XX. Hemos de insistir, pueblo para Evita significa pueblo en marcha.
Su lucha y amor por el pueblo no dejó de acompañarla hasta último momento. Se siente hermanada con ese pueblo y sostuvo con firmeza que no se puede lograr la grandeza de un país con un pueblo que no tiene bienestar. Su Mensaje “está destinado a despertar el alma de los pueblos de su modorra frente a las infinitas formas de opresión”.
Y en sus textos del diario “Democracia” están relevantes conceptos sobre el necesario debate constitucional, pues bien advirtió Evita: “Hoy es imperioso, porque el país no puede vivir encuadrado en moldes antiguos, que lo ciñen y lo ahogan (…) No vivimos en un laboratorio. Vivimos debatiéndonos en un campo de batalla. Hay que estar alertas, porque el desfallecimiento, es la derrota, como lo es el estancamiento, la morosidad”; y concluyó “como verdad incontrovertible, que la Constitución debe estar al servicio del pueblo. Porque no hay tiranía peor que la de la ley, cuando es inadecuada a las necesidades del conglomerado social”.
Que los tiempos han cambiado dicen.
¡Que hay otras realidades!
Pero, si sólo es preciso recorrer la historia y observar nuestra realidad contemporánea, del país y del mundo, para observar que las carencias de los pueblos y la incidencia de los factores externos e internos con la financiarización de la economía y el “neoliberalismo” se agravaron, y en el ámbito de la Constitución “real” se encuentra el sostén de esta lamentable situación de injusticia social y dependencia nacional.
Evita ya lo prevenía.
Lo que se ha impedido es que la Argentina mediante la arquitectura filosófico-política y la fisonomía técnico-jurídica de la Constitución Nacional de 1949 haya podido efectivizar sus objetivos de Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social.
Los acontecimientos que ocurrieron a partir del 16 de septiembre de 1955, que se profundizaron desde el 13 de noviembre de ese año al concretarse el “golpe dentro del golpe”, fue lo que Evita advertía y lo que se debía impedir.
Pero, el 7 de diciembre de 1955 se dictan las “Directivas Básicas”, el 5 de marzo de 1956 el nefasto decreto 4161, y el 27 de abril de 1956 la “Proclama” para abrogar la Constitución Nacional de 1949, que inicia el retroceso de casi cien años para volver a la Constitución de 1853.
Esa que Evita bien calificó.
Pero también vino después la “supraconstitucionalidad de facto” implementada a partir de esa ilegal e ilegítima instancia, aparece el F.M.I. y sus condicionamientos, como asimismo tiempos de democracias parciales con proscripción a los sectores mayoritarios del país; y luego otros golpes de Estado con sus “Actas, Objetivos y Estatutos”.
También dos “Asambleas Constituyentes”; y una descomunal “deuda externa”. Así, con el Consenso de Washington llegó la generación de las Constituciones “neoliberales”, y a nuestro país la reforma de 1994. También el lawfare, las fakenews, los algoritmos y la Big Data.
En general la dirigencia se aferró a un debate en la epidermis de las cuestiones de fondo y quedaron al margen los problemas estructurales. Ese fue el marco que regló esta etapa de la vida del pueblo argentino.
No obstante intentos políticos de pocos años que no llegaron a modificar la esencia de la Constitución “real”, que nos “ahoga” y “asfixia”.
Mucho se podría agregar, pero suficiente tener presente estos conceptos de Evita, para tener claro que estamos muy lejos de aquellos tiempos de “Liberación o Dependencia”.
Así es que aún la Constitución Nacional de 1949 sigue oculta, no integra nuestros antecedentes constitucionales. Ni el debate político, académico, y popular; y de tal modo se veda el debido conocimiento de sus principios básicos, pórtico del nuevo constitucionalismo.
Entonces, en nuestro tiempo, desde el debate coyuntural es necesario alcanzar el plano estructural. Será imprescindible abrir y profundizar el debate político y constitucional, y avanzar, en la senda hacia el alto objetivo de consolidar un Proyecto Nacional y Popular con una Nueva Constitución para el país de los argentinos en este siglo XXI.
*Publicado en el libro titulado: “El Campo Popular saluda a la CONSTITUCIÓN NACIONAL DE 1949. Actualidad y vigencia”. Ediciones Nuestra Agenda, Buenos Aires, 2022.
Fuente: Argentina en Red / Nac&Pop
1 Comment
He copiado y pegado en un Word, oscurecí y agrandé la letra para poder leer mejor GRACIAS