El término “Françafrique” es utilizado para resumir la relación colonial de Francia con los países africanos que tuvo bajo su régimen. El vocablo une las palabras Francia y la palabra francesa para África y su creación se remonta al año 1955.
Por Beto Cremonte*
La “Françafrique” describe la relación histórica entre Francia y sus ex colonias en África Subsahariana. Como la mayoría de creaciones coloniales y post coloniales, fue poco cuestionada en Francia durante décadas, pero ahora la idea de Françafrique es abiertamente discutida en Francia y en toda África, especialmente en la región francófona, que hoy ven en la antigua Metrópoli el centro principal de varios de los males que la aquejan.
El vocablo une las palabras Francia y la palabra francesa para África y su creación se remonta al año 1955 y se le atribuye al presidente Félix Houphouët-Boigny, que usó el termino para resaltar las buenas relaciones entre Francia y sus ex colonias, y abarca en un sentido más amplio las relaciones políticas, económicas, militares, culturales y lingüísticas entre Francia y los países que estuvieron bajo dominio o influencia francesa: Benín, Burkina Faso, República Centroafricana, Chad, Comoras, Costa de Marfil, Yibuti, Gabón, Guinea, Madagascar, Malí, Mauritania, Níger y Senegal.
Por supuesto que en un mundo poscolonial, son muchos los puntos de vista conflictivos, divisorios y en constante evolución en el tiempo. Luego de la Segunda Guerra Mundial, una ola de movimientos en favor de la independencia arrasó por las colonias en África y Asia, y obligó a Francia a reconocer la legitimidad del derecho a la autonomía.
Sin embargo, Francia se había enriquecido con la explotación de fuentes de energía y minas en sus colonias y deseaba conservar el acceso a dichos privilegios. París, preocupada por su imagen como potencia mundial, vio al África Subsahariana como su patio trasero, pues conservó bases militares como protección contra la influencia soviética y estadounidense. El general Charles de Gaulle, entonces presidente de Francia, vio una oportunidad de mantener la influencia francesa en África Subsahariana con una red de relaciones que le permitiera conseguir sus propósitos económicos, diplomáticos, ideológicos y políticos.
Al final de la década de 1990, el concepto de Françafrique comenzó a ser discutido en Francia pero ningún presidente francés cuestionó públicamente el concepto de Françafrique hasta 2012, cuando el presidente François Hollande dijo que era el momento de poner fin a Françafrique. Sin embargo, conservando la influencia de Francia, sobre todo para avanzar sus propios intereses de seguridad, sigue siendo hasta hoy una prioridad para los políticos franceses.
Françafrique y el franco CFA
Uno de los elementos centrales de la política francesa en África Subsahariana fue la creación del franco CFA en 1945. El franco de la comunidad financiera africana (franco CFA), se convirtió en la moneda de las colonias francesas en África Subsahariana. El franco CFA estaba vinculado al franco francés y luego al euro. Se crearon dos monedas separadas: el franco de África Central, para Camerún, la República Centroafricana, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y el franco de África Occidental para Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Mali, Níger, Senegal y Togo. Sin embargo, en la práctica ambas monedas estaban en paridad y eran intercambiables ya que su valoración es la misma a los efectos financieros y de dominación colonial.
París ordenó a los bancos centrales africanos mantener entre el 50 y 65 % de sus reservas extranjeras en el Banco Central de Francia para garantizar la convertibilidad del CFA a un tipo de cambio fijo.
En diciembre de 2019, Francia y ocho gobiernos del África Occidental anunciaron que reemplazarían el franco CFA con una nueva moneda vinculada al euro, llamada “ECO”. El anuncio creó confusión, ya que el ECO fue lanzado por primera vez por seis estados miembros de una de las mayores uniones económicas de África, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO). El objetivo final es tener una moneda común en la mayor parte de África. El anuncio del fin del franco CFA ha reactivado el debate sobre el legado del colonialismo francés. La pregunta ha sido si el franco CFA benefició el desarrollo de las economías de África Occidental y Central, o si permitió a Francia manipular las economías locales y los sistemas políticos, y reprimió el desarrollo de esta región.
Lo que podemos afirmar desde aquí es que el franco CFA es una forma encubierta de colonialismo financiero, o como muchos analistas y economistas dicen que impuesto de la era colonial francesa que se traduce en el depósito obligatorio de reservas financieras en el Banco Central de Francia. El colonialismo financiero de la Françafriqué también está representado por la exigencia francesa de tener representantes en los directorios de muchos bancos centrales africanos, lo que generó preocupaciones legítimas sobre la independencia en la toma de decisiones.
El declive de la influencia económica y política de Francia
La influencia de Francia en sus antiguas colonias africanas se ha cuestionado desde hace décadas. Las protestas contra la colonial moneda africana, el Franco CFA, se han intensificado en los últimos años. Entre otros agravios, este acuerdo monetario priva a estos países africanos de su soberanía sobre la política monetaria y los obliga, como decíamos más arriba, a depositar la mitad de sus reservas en el Tesoro francés.
La historia recurrente del saqueo colonial de Francia en la región, como los casos judiciales de corrupción y soborno en los que están implicadas empresas francesas han reforzado la percepción negativa de Francia. Cuanto más interviene París directamente en los asuntos económicos, políticos y de seguridad de sus antiguas colonias, más se le recuerda a la población de estos países el desestabilizador historial poscolonial de Francia en África. Es importante señalar que Francia ya no es la gran potencia indiscutible en las relaciones exteriores de los países africanos francófonos. En las dos últimas décadas, China ha sustituido a Francia como principal socio comercial de estos países. China es, ahora, un socio comercial más importante para los Estados africanos que Estados Unidos, Reino Unido y Francia juntos. Más recientemente, países como la República Centroafricana (RCA), Burkina Faso, Guinea y Mali han estrechado sus lazos en materia de seguridad con Rusia. El comercio regional con Rusia se mantiene estable durante el mismo periodo.
La situación de Francia es aún peor si se considera su participación en el comercio total con o desde sus antiguas colonias africanas. Entre estos países, la cuota de Francia en el comercio ha caído más de una cuarta parte, a principios de los noventa, a poco más del 5 %. El dominio francés de las economías francófonas ya no es lo que era. Aunque el CFA puede seguir existiendo como mecanismo importante para transmitir la influencia de París, el mecanismo comercial se ha debilitado considerablemente en las dos últimas décadas.
Los acontecimientos políticos en varios países francófonos han agravado estos cambios económicos. Burkina Faso, Niger y Mali, que hasta hace poco, acogían a miles de tropas francesas en la guerra contra los yihadistas en el Sahel, le ordenaron a París retirar las bases militares y a todos sus soldados y fuerzas armadas. Estos países, junto con Guinea y la República Centroafricana (RCA), se han dirigido, desde entonces, a Rusia en busca de ayuda en materia de seguridad sin demasiadas condiciones ni bagaje neocolonial francés. En la actualidad, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, es un visitante habitual de África Occidental, incluso el presidente de la Federación Rusa tiene una muy buena relación con varios presidentes de la región. Claro que además debemos sumar que estas buenas relaciones sobrepasan el nivel personal, ya que Putin ha comprometido y cumplido con ayuda concreta a estos países. Ayuda que se traduce en alimentos, maquinarias, tecnología y por supuesto en cuestiones ligadas a la seguridad en una región muy golpeada por el terrorismo.
Este cambio en la estructura de la alianza ha introducido un problema de delimitación entre los Estados africanos francófonos. En la situación actual, Chad y Nigeria son los últimos reductos incontestados de la influencia francesa en el Sahel. Si estos gobiernos caen en manos de líderes revisionistas, los gobiernos de Costa de Marfil, Benín, Senegal y Togo se enfrentarán, probablemente, a la presión popular para demostrar públicamente su distanciamiento (al menos, simbólico) de París.
El dominio francés de las economías francófonas ya no es lo que era. Aunque el franco CFA siga existiendo como mecanismo importante de transmisión de la influencia de París, el mecanismo comercial se ha debilitado considerablemente en las dos últimas décadas. Los países africanos francófonos le aportan a Francia no sólo votos en la ONU y otras organizaciones internacionales, sino, también, peso estratégico en la escena mundial.
El hecho es que el mayor mal que puede aquejar a Francia no es la pérdida de cuota comercial. Al fin y al cabo, el comercio con África siempre ha representado una parte ínfima del comercio francés (menos del 3 %). El comercio con las antiguas colonias se ha mantenido muy por debajo del 1 % del comercio total francés durante la mayor parte de la última década; también hay que señalar que el comercio entre Francia y sus antiguas colonias en la región ha representado menos de la mitad del comercio total de Francia en África desde principios de la década del 2000. Más que la evolución del comercio, lo que más debería preocuparle a París es la erosión de la dependencia económica (participación de Francia en el comercio de las antiguas colonias) y la llegada de nuevas grandes potencias competidoras, principalmente China y Rusia.
Mientras Francia lucha por recuperar su equilibrio, los responsables políticos deberían entender que vale la pena tener aliados fuertes. La razón por la que China ha podido dominar completamente el comercio con los Estados francófonos es que éstos siguen exportando, en gran medida, materias primas e importando bienes de consumo baratos. Se trata de la misma dependencia que París ha cultivado por décadas, pero a una escala mucho mayor. Del mismo modo, el impacto de la decadencia política y de la erosión del poder estatal en la RCA, Chad, Burkina Faso, Malí y Nigeria puede atribuirse, en parte, a los errores y deducciones estratégicas de Francia que han ahogado el verdadero desarrollo político de estos Estados.
Más que la evolución de los intercambios, es la erosión de la dependencia económica -la participación de Francia en el comercio de las antiguas colonias- y la llegada de nuevas grandes potencias competidoras en forma de China y Rusia lo que más debería preocupar a París.
Aún no está claro si París ha interiorizado plenamente las causas reales del declive de la influencia francesa en sus antiguas colonias. Por lo tanto, es poco probable que se produzcan cambios significativos en la política africana de Francia. El soft power en las antiguas colonias le ayudará a París a ganar tiempo, aunque no está claro cuánto tiempo más.
Mantener buenas relaciones con organizaciones africanas clave, como la Unión Africana (UA) o la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), es esencial para la influencia francesa en la región. Mientras la UA, la CEDEAO y otras organizaciones regionales sigan siendo amistosas, Francia puede permitirse perder el apoyo de algunas antiguas colonias y seguir presentándose como un intermediario global para los asuntos africanos.
Como ya se dijo, en África, la parte del comercio francés con las antiguas colonias ya es inferior a la del resto de la región. Es probable que Francia prosiga sus recientes esfuerzos para animar a su sector privado a aventurarse más allá de la comunidad franco-africana. Esta diversificación adoptará, probablemente, la forma de inversión extranjera directa y ayuda oficial para el desarrollo. Francia destina aproximadamente un tercio de su ayuda bilateral a los países africanos.
¿La Françafriqué llega a su fin?
Tras los golpe de Estado en Níger (julio 2023), llegó el golpe de Estado en Gabón (agosto 2023), que marcó el fin del gobierno de la familia Bongo en este país centroafricano francófono desde 1967, con Omar Bongo y su hijo Ali, socios del poder parisino. Además de los golpes de Estado en Guinea, Mali y Burkina Faso, cinco países de esta parte de África han sufrido un cambio de régimen en los últimos dos años. Esto expresa un cuestionamiento de la política francesa hacia sus antiguas colonias, el rechazo de la Françafrique por parte de la juventud de los países francófonos y la perspectiva de renovar el panafricanismo.
La sucesión de golpes militares en el África francófona refleja cambios geopolíticos complejos, el papel de Francia en la región y la necesidad de romper con el círculo vicioso de elecciones fraudulentas y golpes de Estado. El caso de Senegal, por lo contrario, le ha dado un golpe al colonialismo en donde más le duele, ya que el triunfo de Bassirou Diomaye Faye en unas elecciones claras y contundentes le quitó a París el argumento de los golpes de Estado y autocracias o mala gobernanza por la que siempre termina interviniendo en los países de habla francesa.
Aunque cada caso tiene particularidades distintas, especialmente en el caso gabonés, hay en común la frustración social y el sentimiento anti francés en los pueblos de estos países.
La pérdida de influencia se suma al declive en dos pilares franceses en África: la seguridad y la economía. Tras la expulsión en cadena de las tropas francesas de Mali, Burkina Faso y Níger, solo Chad mantiene en el Sahel una base francesa para la lucha antiterrorista de grupos yihadistas ligados a Al Qaeda o el Estado Islámico.
Además, el comercio internacional de África con Francia representaba el 10% al comienzo del siglo XXI, desde entonces ha caído por debajo del 5%. Por el contrario, China ha pasado de significar el 2% de las importaciones y exportaciones africanas a superar el 20’5% del total.
El fin de la Françafrique está en ciernes, si bien no podemos afirmar que todo lo antes dicho decreta el fin de la influencia francesa en el continente africano, sí podemos afirmar que los últimos acontecimientos en el África francófona dan la pauta del cambio de paradigma en la región.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.
Fuente: PIA