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A partir del nuevo panorama, Trump puede recuperar su imagen patriotera en los espacios hostiles hasta hoy. Paradoja: necesitará dañar a la economía estadounidense para evitar el renacer de su país; así logrará ser caracterizado como un digno sostén de la estatua de la Libertad. Vigor bélico: impotencia política.

Por Gabriel Fernández *

Por mucho que configure un estilo, la modificación reiterada de conceptos y decisiones -a lo largo de apenas una semana y, en ocasiones, a lo largo del mismo día-, puede transmutar la picardía en confusión. Hace un par de meses esto fue percibido por quien redacta, que sin embargo no se apresuró a realizar comentarios como los que emergen en el texto presente. Es que el presidente norteamericano Donald Trump [1] se ha caracterizado por impactar y gestionar, por amedrentar y retroceder, con interesantes resultados. Por estas horas, la grilla integrada por éxitos y fracasos, se ha modificado.

El zigzag -reprimenda a Netanyahu, apoyo a Netanyahu, cese de armas para Kiev, renovado respaldo a Kiev– se combinó, en los 15 días recientes, con agresiones sobre naciones que tenían previsto un diálogo tranquilo con la administración republicana: los casos más significativos son México y Brasil. Pero esto no es todo. Sin mejorar el vínculo con Europa occidental, los Estados Unidos la emprendieron contra China y Rusia, auto generándose un aislamiento que no le prodiga industria ni inversiones.

Trump, lo sabíamos, llegó tarde a la conducción de una nación penetrada hasta los huesos por las corporaciones financieras, sus compañías armamentísticas, sus laboratorios y las agencias de inteligencia. Empero, al comprenderlo pudo presentarse, como sucedió en el primer mes de su segundo mandato, lúcido y determinado. Ya no. Ahora ha pasado a ser, ante los jefes de Estado en general y ante buena parte de la opinión, un personaje del tipo “como te digo una cosa te digo la otra”, con el cual no es razonable intentar acuerdos sólidos porque su decir y su accionar se modifican minuto a minuto.

ASCENSOS Y DESCENSOS. Mientras los BRICS mantuvieron los ejes sin producir volantazos y consecuentes caídas entre los pasajeros, el gobierno del Norte viene dejando malparados a los viajeros que adquirieron sus tickets en Washington. Ya no tiene postura firme sobre el Donbas, Gaza, Asia, Africa; la Unión Europea. El mensaje para América latina no va más allá de obedezcan, sin añadir serán beneficiados. Lo imprevisible resultó ventaja cuando, con los protagonistas anhelantes de definiciones, adoptaba una resolución y la misma se plasmaba, tras haber confundido a los adversarios.

En este tramo, el único logro importante ha consistido en agruparlos. En vez de usufructuar el decir restallante para fragmentar rivales, las declaraciones fomentan el deseo de aproximarse a la serenidad que aporta China. Para colmo, el amparo del proceso en marcha resulta inocultable, aunque sea continuamente enmascarado por las noticias carentes de hilván, lanzadas a los cuatro vientos desde los medios occidentales. ¿Cuál es la clave de esa senda? Los Productos Brutos (PBI) de los Estados Unidos y los países europeos atlantistas, decaen; en ese mismo renglón, los de la Multipolaridad, crecen.

(Casi) ningún especialista en economía lo admitirá -ello implicaría describir el deterioro de la hegemonía del capitalismo financiero urbi et orbi-, pero lo cierto es que una cosa es declinar y otra incrementar. El panorama es claro como el agua, aunque está presentado al público repleto de enzimas y lodos que impiden disfrutar del líquido original. La verdad es que la primarización y la desindustrialización originadas en la absorción de recursos de las zonas productivas, no promueven ningún auge capitalista, no ayudan al desarrollo de las regiones, no fomentan triunfadores; apenas si ahuecan el cerebro de quienes se orientan por los medios liberales.

POPULISTAS Y CORRUPTOS. Recordemos a Olmedo: el rubio, no puede. Es probable que se combinaran numerosos factores de enorme poder en las postrimerías de este período histórico; tal potencial se esfumará en los años venideros, pero en las actuales instancias sostiene capacidad para convertir la vida de un mandatario desobediente en un infierno. Quizás solo se esté comprobando algo que todos sabían: no es posible gobernar con la oposición de agencias armadas hasta los dientes y compuestas por decenas de miles de agentes orientados por megaempresas.

Desde el triunfo del tándem Ronald Reagan – Margaret Thatcher en representación de las entidades rentísticas hasta el presente, todo líder industrialista, todo gobernante que usufructuó las herramientas de un Estado para beneficiar el andar económico de su tierra, ha sido calificado como populista, dictador, autócrata, corrupto. Y ha sido sepultado bajo campañas descomunales de intoxicación acerca del sentido profundo de sus políticas. Vale indicar (y organizar seminarios sobre comunicación), que las potencias emergentes cortaron por lo sano: dejemos de escuchar esas voces y hagamos aquello que conviene.

A eso, claro, se le llama censura. El control informativo en beneficio de presuntos valores humanos, ambientales, individuales, no es otra cosa que prohibir la expresión a quienes limitan los porcentajes de ganancia de las corporaciones y re orientan esos recursos en beneficio de las comunidades. La zona blanca pobre de la población estadounidense, ya con numerosos añadidos negros y latinos, ordenó a Trump resolver el asunto y virar el ducto de la riqueza en dirección interior; la trama de intereses que aprisiona a todo gobierno norteño parece estar poniendo en caja al estentóreo para que esas instrucciones sociales queden en la nada. Hoy como ayer.

PARADOJA DE PARADOJAS. De allí que los activos pensadores que acompañan al presidente Vladimir Putin, hayan incluido críticas agudas para Trump en sus observaciones recientes. Vale adentrarse en la renovada mordacidad de la directora del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, María Zajárova, o en los cuestionamientos más formales del viceministro de Asuntos Exteriores Serguéi Riabkov, del siempre dispuesto ex presidente Dmitri Medvédev, del secretario de prensa del presidente, Dmitri Peskov. Con ese entorno, Putin y su ministro de Relaciones Exteriores, Seguéi Lavrov, sustentan el tono elegante -una puerta abierta hacia el futuro- como suele suceder cuando se comprueba la robustez del propio andamiaje.

Los dislates acerca de las dificultades de la raída coalición occidental se multiplican. Hace escasas horas, la CNN indicó que “Trump no se ha plegado ante su antiguo amigo Putin. No ha abandonado a Europa a la sombra de una Rusia cada vez más expansionista en medio de la peor guerra terrestre del continente desde la Segunda Guerra Mundial. Trump parece tener una mayor disposición hacia la OTAN que en años”. Si el último tramo de la frase puede evaluarse admisible, el previo, fundamento de todo el análisis, es un engaño liso y llano, que opera como anticipo de falsa bandera.

Es previsible que, a partir del nuevo panorama, el mandatario republicano recupere parcialmente su imagen patriotera y virulenta en los espacios que le resultaron hostiles hasta hoy. Paradoja de paradojas: necesitará seguir dañando a la economía estadounidense conjugando esfuerzos con la Reserva Federal, para evitar la vivificación de su país; así logrará ser caracterizado como un digno sostén de la estatua de la Libertad. Ese es el juego. En todo el planeta, aquellos que potenciaron los mercados locales son presentados cual dramática amenaza para la democracia, al tiempo que los traidores a la tierra en que nacieron resultan elevados a la categoría de próceres que custodian derechos y valores.

Cabe asomarse a la entrevista presentada por la BBC en la cual aparece el “nuevo” Trump. [Vea aquí: https://www.bbc.com/mundo/articles/c9vr32wjyvro ]

Sin embargo, ni Xi Jingpin ni Vladimir Putin aventuran quiebres. Al conocer las perspectivas multipolares, son conscientes de la importancia de dejar un resquicio para que Trump lo intente de nuevo. Por eso, en este tramo, no rompen lanzas con cuestionamientos agudos, sino que empujan a sus voceros para que dejen sentada la objeción.

Sucede que esos vectores de las asociaciones emergentes han conseguido buenos vínculos con naciones asiáticas otrora contrastantes, como Japón o Corea del Sur, han atraído a Países Bajos, que parecía impenetrable en materia de semiconductores, insisten en posicionar la Iniciativa de la Franja y la Ruta, han hecho pie bien calzado en Africa. Entre otros triunfos. Los BRICS en general y China en especial, denotan una extraordinaria potencia que no necesita desplegarse a pleno para obtener dimensión mundial.

Por tanto, el rubicundo tiene que escoger entre un presente amenazante, con los señores de la guerra danzando muerte en derredor, y un futuro limpio, donde su historia resulte leída como la de quien cooperó con la transformación global e impulsó la renovada grandeza de su país. Parece fácil. A simple vista, quizás. Pero es la decisión más complicada de la historia.

HENRY FORD. Para finalizar, un adelanto. El otro error de Trump es la pelea con Elon Musk. Si se pretende una evaluación sencilla, es preciso indicar que los nacional industrialistas, un ala del trumpismo, tienen razón cuando enrostran Shanghái al hombre más rico del mundo. Si vamos a repatriar industrias, tenemos que dar el ejemplo, sostienen con lógica. Está claro que Musk resuelve según sus propias cuentas. Pero en perspectiva, el presidente necesita a este Henry Ford del presente con su Space X, su Tesla, su Twitter ¡y su Neuralink! En tiempos de Inteligencia Artificial, Musk fabrica bienes de producción y consumo de altísima tecnología. Nada de humaredas. El choque entre dos ególatras orgullosos de su pedantería está desarticulando una alianza que, si se sostenía, podía derivar en la elaboración de un sendero harto fructífero.

¿Todavía es posible?

Mientras más guerreros se presentan los Estados Unidos, más débil aparece Trump.

En este punto de la historia occidental, el vigor bélico encarna impotencia política.

*Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

[1] Pintura de portada realizada por el ruso Nikas Safronov, a pedido de Vladimir Putin para enviar a Donald Trump. Publicada por la fuente.

Fuente: Radio Gráfica

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