Reproducimos la columna “Fuentes Seguras” que publica habitualmente el periodista Gabriel Fernández* en el portal Radio Gráfica. En esta ocasión, el pasado 7 de agosto, abordó el tema China – Taiwán – Estados Unidos. Al igual que intentamos hacer con el conflicto entre Rusia y Ucrania, pensar estas cuestiones geopolíticas desde Argentina, consideramos que amplía la mirada y nos da mayores elementos para pensar nuestro lugar en el mundo.
Redacción
La isla de Taiwán es importante para China. La obviedad no implica claridad, si no se aclara:
UN IMPULSO PRESENTE
El conflicto entre China y los Estados Unidos en derredor de Taiwán tiene larga data, y se actualizó en este tramo con la visita a la isla de Nancy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara de Representantes. Se trata de una nueva exploración belicista del atlantismo que regentea el bloque anglosajón y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Como si con la guerra generada sobre Ucrania no fuera suficiente –no lo es, pues el vínculo chino ruso se afiató y los acuerdos con potencias emergentes se multiplicaron- este espacio corporativo sigue tanteando.
China fue gobernada durante siglos por sucesivas dinastías, y Taiwán fue una de sus provincias en la mayor parte de las mismas. El siglo XX marcó el cese de esa tradición. Los taiwaneses argumentan que nunca formaron parte del Estado moderno de China que se forjó por primera vez tras la revolución de 1911 ni de la República Popular establecida por Mao en 1949. Es que allí rumbearon tras la Revolución.
Con la abdicación del último emperador en 1911, comenzó la República de China, con inestabilidad política interna. Los protagonistas básicos de la pugna fueron el Kuomintang, y el Partido Comunista Chino. La ocupación japonesa de Taiwán se registró entre el 22 de octubre de 1895 y el 25 de octubre de 1945. La isla fue colonia del Imperio del Sol Naciente. La ocupación de Taiwán fue parte de la política japonesa de expansión hacia el sur que comenzó en el siglo XIX.
Bajo el mando del Kuomintang, los chinos se enfrentaron en la década del 30 y en la Segunda Guerra Mundial al Imperio del Japón y recién en 1945, tras la derrota japonesa, recuperaron la isla de Taiwán. Pero la situación social interna se tornó insostenible. La tensión persistente detonó en 1949, con la victoria del Partido Comunista liderado por Mao Tse Tung. Esa gesta trazó un cambio profundo que se prolonga hasta el presente.
En principio, el gobierno norteamericano, aliado del Kuomintang durante la Segunda Guerra Mundial, desconoció la administración establecida por Mao y brindó respaldo a Taipei. Tras la derrota, el Kuomintang se refugió en Taiwán, el archipiélago compuesto por la isla de Formosa, el archipiélago de Pescadores y las islas Matsu y Kinmen. Asentó su administración en ese lugar.
Así, militantes del partido, soldados, altos mandos empresariales y figuras de renombre intelectual se congregaron: en total, casi dos millones de personas. En la isla proclamarían la República de China: sostenían que allí estaba el gobierno legítimo del país. Pero había más chinos en el otro territorio.
El roce con los Estados Unidos se imbricó con la memoria de la injerencia británica en el siglo XIX y con la dramática Guerra de Corea. Ese conflicto desatado sobre la península de Corea entre 1950 y 1953 tuvo como protagonistas a Corea del Sur, apoyada por las fuerzas armadas de varios países comandados por los Estados Unidos y Gran Bretaña, y la República Popular Democrática de Corea, (Corea del Norte), apoyada por la República Popular China y la Unión Soviética. Fue uno de los episodios que inaguraron la Guerra Fría. Murieron unos tres millones de civiles y casi el 15 % de la población del norte.
Poco antes, en la China continental se fundaba la República Popular China. El concepto de base gestado en la propia historia caracterizó la acción del nuevo oficialismo: Hay una sola China, y Taiwán es una de sus provincias. El planteo de Beijing tuvo eco internacional, pues solo un puñado de países reconocieron al distrito cercano como una nación independiente.
AMBIGÜEDAD ESTRATÉGICA
En 1971 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) transfirió el reconocimiento diplomático a Beijing, expulsando al gobierno taiwanés. Por entonces, bajo impulso del estratega Henry Kissinger, el Estado norteamericano logró un acercamiento con China. Reconoció al gobierno de Mao pero mantuvo vínculos con sus objetores pro occidentales.
En 1979 el Congreso norteamericano aprobó el “Acta de Relaciones con Taiwán”, para suministrarle armas, destacando que cualquier ataque por parte de China sería de “grave preocupación” para los Estados Unidos. Desde entonces, la política estadounidense fue definida como de “ambigüedad estratégica”.
En 1991, la legisladora estadounidense Nancy Pelosi fue enviada a desafiar al Gobierno de China al desplegar en la plaza de Tiananmen una pancarta en recuerdo de los disidentes muertos en la represión de las manifestaciones opositoras de 1989.
El alcance del Acta citada quedó evidenciado en 1996, cuando China realizó unas pruebas de misiles. El entonces presidente William Clinton destinó buques de guerra al Estrecho de Taiwán, ordenando de esa forma el mayor despliegue en Asia desde la guerra de Vietnam, otro de los puntos calientes en la historia de las relaciones entre China y los Estados Unidos.
Y AHORA, VOLVIÓ PELOSI
En todo este período, los Estados Unidos han sido los aliados más importantes de Taiwán. En el marco de su visita, Pelosi afirmó que el hecho de haber viajado al país “reitera que América está del lado de Taiwán: una democracia robusta, vibrante y nuestro socio importante en el Indo-Pacífico”.
Además reafirmó el “apoyo incondicional” del país norteamericano a la isla, aunque aseguró que esta acción “no contradice” la política de Washington hacia China. En tanto, la Casa Blanca precisó que “no hay ninguna violación o problemas de soberanía” con la visita de Pelosi a Taiwán.
Sin embargo, ante esta situación, China aseguró que el país del Norte “constantemente distorsiona, oscurece y vacía de contenido el principio de ‘Una sola China’. Estas acciones son como jugar con fuego, extremadamente peligrosas. Y quienes jueguen con fuego, se quemarán”.
En verdad, hace rato que China no genera preocupaciones para el gobierno taiwanés. Al igual que durante la etapa previa al conflicto en Ucrania, queda una sensación: los Estados Unidos necesitan un agresor euroasiático para fundamentar su presencia en la zona. Esto es: la nueva tensión fue impulsada por el mascarón de proa en que se ha convertido la administración de Joseph Biden, sin que se conociera acción alguna del coloso asiático.
Pocos días atrás, el embajador chino en la ONU, Zhang Hun, calificó la visita de Pelosi como “muy peligrosa, muy provocadora”, en declaraciones a periodistas. “Si Estados Unidos insiste en hacer la visita, China tomará medidas firmes y fuertes para salvaguardar nuestra soberanía e integridad territorial”, anticipó. Durante la breve estadía de Pelosi, la República Popular llevó adelante ejercicios militares de volumen apreciable en derredor de la isla.
LA CRISIS Y OCCIDENTE
En nuestra emisora destinamos el más reciente programa Especial a la cuestión. Para eso, consultamos tres especialistas que ofrecieron información e interpretaciones complementarias. Se trata de Sebastián Shulz, Juan Francisco Soto y Juan Constant. Vale considerar sus miradas.
Asia Pacífico
Gabriel Fernández: –Hace pocas horas señalaste que se ha mudado la dinámica económica global y que también en Taiwán se está resolviendo la crisis sistémica.
Sebastián Shulz: –El centro de la economía global se ha desplazado desde el Norte desarrollado hacia el Sur global, específicamente hacia el Asia Oriental, el Pacífico. Si en 1960 esa región contenía el 11 por ciento de la economía global, hoy implica más del 30 por ciento, en camino a consolidarse en el 35 por ciento. Es una de las manifestaciones de un cambio del centro de gravedad mucho más importante, el cambio de gravedad geopolítico del sistema internacional, donde los actores emergentes, las potencias del Sur global en desarrollo empiezan a disputar resortes clave del poder que tradicionalmente estuvieron en manos de las potencias del G7.
Estamos hablando de China, pero también de Rusia, de la India, entre muchos otros actores que empiezan a aglutinar a nuevos emergentes en nuevas estrategias, como por ejemplo el RCEP, el mayor acuerdo comercial del mundo, que une todos los países del Sudeste Asiático, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y China en un mismo bloque comercial. Otro dato a tener en cuenta es que gran parte de ese 30 por ciento de la economía global que eso implica contempla economías fuertemente interconectadas. Economías con una sólida articulación comercial, lo cual los llevó a concretar el acuerdo comercial. Este ascenso del Pacífico incomoda a las potencias centrales, no en sentido subjetivo sino objetivo, porque toca los intereses históricos de los Estados Unidos, los del último hegemón del sistema unipolar.
Eso trajo aparejado un conjunto de valores, una forma de interpretar la historia, desde el mundo anglosajón, occidental, eurocéntrico. Los nuevos actores toman otra relevancia y estamos hablando de una transición no sólo económica sino sistémica. Esto lo admitió la OTAN en su reciente encuentro de Madrid: ha definido a China como el desafío sistémico de las potencias occidentales y a la región de Asia Pacífico como la de mayor relevancia geopolítica en este proceso. Vemos así que la visita intempestiva de Nancy Pelosi a Taiwan está en este marco de profundización de una política de pivot hacia el Asia Pacífico que ya habían inaugurado Barack Obama y Hilary Clinton y que hoy Joe Biden junto al establishment del Partido Demócrata retoma para frenar este posicionamiento del Sur global en general y de China en particular.
GF -¿Es posible que se llegue a un conflicto armado entre los Estados Unidos y China en derredor de Taiwán? ¿Es posible que esto involucre a otras naciones?
SS-Nunca hay que descartar la posibilidad de un conflicto armado en el sistema internacional, teniendo en cuenta la supremacía histórica que han tenido los Estados Unidos en términos militares, sobre todo si lo miramos en términos de gasto en materia de Defensa y en materia militar. Ahora, ese gasto no indica grado de efectividad de las FFAA norteamericanas, que en los últimos años han tenido muchos problemas para imponerse. Por ejemplo en Afganistán y en Siria. Inclusive han tenido que recurrir a ejércitos de mercenarios o grupos terroristas, como se ve en Ucrania, de hecho la OTAN opera de ese modo allí. Pero China avanzó en la modernización de su aparato militar, ha desarrollado unas Fuerzas Armadas que podrían hacerle frente a los Estados Unidos. China ha mostrado que está preparada para llevar adelante un conflicto militar en caso de verse obligada a hacerlo.
Entiendo que esta visita de Pelosi a Taiwan tuvo el objetivo de intentar forzar a China a tirar la primera piedra. A actuar de tal modo que le dé la excusa a los Estados Unidos para iniciar un conflicto militar, que sería catastrófico para la economía de la región. Recordemos que Taiwán es una isla que en su territorio más estrecho está a 120 kilómetros de la zona más desarrollada de China, donde pasa gran parte del comercio de ese país y del mundo. En ese marco cualquier conflicto militar a gran escala en Taiwán representará una crisis en la economía de la región y un reposicionamiento de los Estados Unidos a escala global. Por eso es probable que los Estados Unidos sigan generando este tipo de situaciones para forzar a China a un enfrentamiento militar. Pero la estrategia china tiene que ver con recuperar la soberanía sobre Taiwan de una manera pacífica y transitar y resolver esta transición sistémica por la vía pacífica. Es consciente de que su grado de avance es tal que cualquier enfrentamiento militar podría poner en tensión ese ascenso del Sur global y forzar una crisis que podría resolverse en beneficio de la restauración occidental.
El colapso del sistema financiero transatlántico
Gabriel Fernández –Cuál es el motivo profundo del contraste entre los Estados Unidos y China por Taiwan. ¿Por qué ahora?
Juan Francisco Soto –El motivo profundo del ostensible avance militar que viene del Partido Demócrata, que no se puede abordar con los análisis lineales de los últimos años (republicanos anti chinos y aliados de Rusia, demócratas anti rusos aliados de China) y vemos que desembarca la tercera dirigente en el orden sucesorio de los Estados Unidos Nancy Pelosi aterrizó en Taiwán, un paso previo al reconocimiento de su independencia, lo cual es una injerencia directa en los asuntos internos de la República Popular China, como lo establecen tres declaraciones conjuntas, firmadas por los Estados Unidos, en las cuales se admite la existencia de una sóla China. La isla de Taiwan pertenece a la República Popular China, lo dicen las Naciones Unidas desde la resolución de 1971.
Ahora ¿Qué motiva esto? La desintegración del sistema financiero transatlántico, el colapso de la arquitectura financiera de Wall Street y la City de Londres. Esto comenzó en 1971 con la ruptura del acuerdo de Bretton Woods de 1945, se acelera a partir de 1999 con la derogación de las leyes que regulaban y separaban la banca especulativa de la banca pública y detonó el sistema financiero. Hay un nuevo aceleramiento a partir del 2008. Desde entonces Norteamérica está viviendo un colapso sistémico de su sistema financiero. El dólar va cayendo como moneda divisa de intercambio hegemónico del sistema mundial, vemos una inflación que no tiene techo, la emisión cuantitativa –una emisión masiva de dólares desde la Reserva Federal para tratar de contener a las grandes corporaciones-. En esta desesperación el Estado Profundo del complejo industrial militar que viven de la guerra, quiere arrastrar a China a otro esquema de guerra infinita como en Afganistán, Libia, Yemen, Siria, donde comienzan una guerra para nunca terminarla. Esa es la causa de fondo.
GF –Esta situación ¿puede derivar en una Gran Guerra?
JFS-Puede derivar en un holocausto nuclear mundial. Si China comienza a responder con sus portaaviones o con misiles lanzados desde el continente… Ahora están realizando ejercicios alrededor de la isla de Taiwán, sin respetar las 12 millas náuticas de la costa, para demostrar al mundo claramente que no es un estado soberano. Es un mensaje para anunciar que tarde o temprano va a desarrollar una operación especial como la realizada por Rusia cuando se empezaron a emplazar lanzamisiles para atacarla desde Ucrania. En este caso China va a llevar adelante una operación militar de reunificación, pero en el tránsito las provocaciones pueden escalar tanto que no se descarta el comienzo de una confrontación directa entre las Fuerzas Armadas estadounidenses y chinas.
Recordemos que la República Popular China y la Federación de Rusia tienen acuerdos de cooperación que ellos mismos caracterizan como “cooperación ilimitada”. Implica que la principal potencia militar del mundo en este 2022, Rusia, como protagonista de un eventual conflicto entre China y los Estados Unidos. Estamos hablando de algo que no queremos: una Tercera Guerra Mundial de espectro completo, en la cual se usarían armas nucleares. Si que puede ocurrir. Por eso son importantes el diálogo, la diplomacia y las herramientas económicas para sortear la crisis bélica.
GF -Llama la atención que en medio de un conflicto importante como el suscitado en Ucrania, los Estados Unidos emprendan otra provocación. ¿Por qué y para qué?
JFS -La pregunta es muy buena. Esta irracionalidad de la política doméstica norteamericana, donde vemos un jefe de Estado sin capacidad de conducción unificada en su persona, en una república presidencialista, un presidente que no conduce. ¿Como puede ser que la presidenta de la Cámara de Diputados lleve adelante un acto de humillación y provocación contra la principal potencia económica del mundo en economía física real y una potencia militar en ascenso?
China, ahora, podría contener militarmente a los Estados Unidos; podría. ¿Más adelante? China ya está logrando misiles hipersónicos, aviones de gran velocidad, un complejo militar industrial con capacidad militar genuina que puede vencer a Norteamérica. Ya ocurre con el caso ruso. Se están desintegrando ahora, es el momento donde saben que no pueden emitir más dólares, no pueden contener la inflación, perdieron infraestructura –décadas de neoliberalismo fueron horadando por dentro capacidad para desarrollar economía física, productiva-, Wall Street, los grandes fondos de inversión, los barones como viejos banqueros, hoy directamente controlan la FED, que tiene naturaleza jurídica privada, es un consorcio controlado por privados dispuesto por una ley del Congreso violando su propio modelo constitucional del año 1913. El panorama que tienen delante es muy oscuro.
Con Biden sólo se avizora el desplome, un crack financiero durante el cual el dólar dejará de ser la moneda de intercambio mundial. Lo que subyace en este aterrizaje en Taipei, reconociendo a la isla como un estado independiente, es el apoyo a la secesión de China. Y China es una civilización milenaria, desde hace 4000 años sostienen que existe una sóla China. Punto. Histórica, geográfica, cultural, políticamente. Lo que hizo Pelosi fue meterse para separar una parte de un territorio soberano. Esta acción descabellada solo se explica por la crisis financiera transatlántica.
Medir la respuesta
Gabriel Fernández –Surge el litigio en derredor de Taiwan cuando no se logra resolver la situación ucraniana. ¿Por qué los Estados Unidos aprietan el acelerador?
Juan Constant –Hay dos motivos para esta aceleración. Uno es más estructural y otro más coyuntural. Más inmediato. Primero hay que diferenciar: no es Estados Unidos en general, toda la nación, quien escala su ofensiva sobre China, sino que son sectores del establishment del Partido Demócrata, con fuertes vínculos con las redes financieras globalistas angloamericanas las que ajustan la tuerca intentando producir un hecho político y también mediático, con respecto a China pero también al interior de los Estados Unidos. Lo de Pelosi no puede ser interpretado como un capricho individual de una figura con alto perfil mediático, sino como una táctica destinada a poner a prueba al gigante asiático, midiendo su respuesta.
En el plano más sistémico, estructural, es claro que hace algunos años se ha profundizado la crisis de la hegemonía del bipolarismo atlantista con centro en los Estados Unidos, en su versión unilateral y en su versión multilateral, que el ascenso de las tendencias multipolares que tienen como epicentro a China, son el gran factor estratégico a combatir. Las combaten las fuerzas financieras de la OTAN. Lo vimos con la creación del AUC:US en el Pacífico para contener la potencialidad de China, también quedó a la luz en la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, donde los intereses globalistas con su aspiración de expansión sin límites declararon a China como un enemigo sistémico.
Hay datos que van aún más allá del cambio de gravitación estructural desde el Atlántico hacia el Pacífico. En Ucrania, la OTAN pierde frente a Rusia –Rusia es un enemigo inmediato, coyuntural- y lo de Pelosi es un reconocimiento implícito de la derrota del globalismo atlantista allí. Una derrota en términos militares aunque una victoria si observamos cómo han logrado contener los vínculos de Europa con el multipolarismo, principalmente de Alemania y Francia. Otro dato es la aprobación de los legisladores norteamericanos para producir semiconductores en los Estados Unidos que involucra inversión por más de 280 mil millones de dólares. Es decir, si vamos a prender fuego Taiwán, el principal productor de semiconductores, necesitamos fabricarlos ¿no? También, cómo este hecho político internacional también tiene implicancias en el juego interno norteamericano. Hay una profundización de la división interna y se vienen las elecciones de medio término. Y por último, otro dato relevante es el intento de medir las reacciones, pinchar al dragón, y especular con el error del otro.
GF -Es previsible que existan réplicas. Políticas y militares. ¿Es posible una guerra entre los Estados Unidos y Taiwan?
JC -Esta es una de las tantas provocaciones del unipolarismo, que van a seguir sucediendo. Voy a citar a Juan Domingo Perón , quien en la Universidad de La Plata en 1944 afirmó que la guerra es un hecho social y es un hecho social inevitable. Siguiendo las concepciones de Clausewitz, entiende a la guerra como continuación de la política por otros medios. Pero además, señala que la defensa de los intereses estratégicos nacionales no atañe solamente a los sectores castrenses, sino que debe involucrar a la comunidad nacional toda. A mi entender esto lo tienen claro las cúpulas de la conducción del gigante asiático.
Es decir, no se puede descartar una escalada de las tensiones por esta razón: los globalistas son la expresión del viejo orden, que se encuentra en una crisis profunda de su hegemonía, en declive estratégico, mientras los multipolares son la expresión del nuevo mundo emergente y en ascenso. Ahora bien, China, un país con casi 5000 años de historia continuada, siempre estructuró su política desde la diplomacia que a partir de las respuestas bélicas directas. En la historia, no se ha caracterizado por su guerrerismo. No significa que no entiendan que es un hecho social e inevitable y que demande el esfuerzo de toda la comunidad. De hecho, en los últimos 15 años ha generado una transformación profunda de su complejo técnico industrial militar. Es decir, entienden que si van a ser una potencia global de un mundo multipolar, van a necesitar el despliegue, el desarrollo, la ampliación de sus capacidades técnico científicas y militares, además de ser portador de un nuevo sistema de valores civilizacionales. Aunque China no necesita ninguna guerra, emite el mensaje: quien juega con fuego, se termina quemando.
LAS ENSEÑANZAS DE LA HISTORIA.
Aunque pueda resultar ofensivo para algunos historiadores, este periodista, al abordar la presente cuestión, llegó a dos conclusiones sencillas: es improbable que el lector tenga un conocimiento panorámico de la historia china, y también es raro que se decida, ahora, a zambullirse en semejante lectura. Por lo tanto, resolvió ofrecer una síntesis esencial, asentada en textos que los investigadores ofrecen.
Estudiar puede ser fatigoso, grato, placentero, esclarecedor, embolante. Así que por un lado no es preciso preocuparse por la salud del redactor, y tampoco resulta imprescindible leer todo para ingresar a la zona de actualidad ofrecida por este artículo. Se puede guardar con algún subtítulo (por ejemplo: para cuando tenga mucho tiempo y empiece a asomarme a la historia de China) y afrontarlo después.
Pero créame: sirve.
La civilización china posee más de 4.000 años, es una de las más antiguas del planeta. Su versión escrita se remonta a la dinastía Shang (c. 1600-1046 aC), hace más de 3000 años.
Antes de 1600 antes de Cristo. China estaba cartografiada por leyendas y evidencias prehistóricas. La era antigua conocida es registrada desde 1600 aC. – 221 aC. La era imperial, de 221 aC. – 1912 dC, desde la unificación de China bajo el gobierno de Qin hasta el final de la dinastía Qing, la era de la República de China desde 1911, y la era China moderna desde 1949.
China prehistórica – hasta aproximadamente 1600 aC. La cronología prehistórica de China se divide en la Edad Paleolítica, la Edad Neolítica y la Edad de Bronce. No hay datos históricos certeros; la mayor parte se ha reconstruido en base a la inferencia facilitada sobre la actividad humana en sitios arqueológicos y reliquias desenterradas. El resto proviene de la tradición oral, considerada eje inicial de la mitología china.
La Dinastía Xia (2070 aC. – 1600 aC.) – Edad de Bronce Temprana China. Varios historiadores la consideran la primera dinastía de la China antigua. La Dinastía Xia consistía en varios clanes, que vivían a lo largo del Río Amarillo. Otros evalúan que la mayor parte de su existencia, incluyendo su nombre, es sólo una leyenda. Hubo una civilización del Río Amarillo de la Edad de Bronce en ese tramo en Erlitou de Henan. Esa cultura fue llamada así porque sus vestigios fueran hallados en un yacimiento arqueológico localizado en Erlitou, Yanshi, en la provincia de Henan. Muchos arqueólogos chinos identifican la cultura Erlitou con la Dinastía Xia, pero los arqueólogos occidentales no están convencidos de la conexión entre ambas.
China antigua (1600 aC. – 221 aC.)-Origen de china. Lo que sí se admite es que la civilización china, propiamente dicha, comenzó a lo largo del río Amarillo en la era Shang, y se extendió desde allí cuando la cultura de la Edad de Bronce alcanzó su cenit. Claro, empezaron los líos. La China antigua se fracturó en reinos combatientes durante 200 años, y su reunificación marcó el comienzo de la era imperial de China. Veamos.
La Dinastía Shang (1600 aC. – 1046 aC.). La Dinastía Shang fue la primera con registros históricos en los restos – inscripciones en huesos y objetos de bronce, que se remontan al 1600 a. C. Los investigadores han encontrado pruebas suficientes para respaldar estos tempranas certezas. Por entonces se halló la forma más antigua de escritura china, los huesos de oráculo. Las inscripciones en huesos de animales tenían caracteres pictográficos. Su capital era Yin (Anyang) y su territorio se encontraba entre los tramos inferiores de los ríos Amarillo y Yangtze.
La Dinastía de Zhou (1045 aC. – 221 aC.). Después de la era Shang, el territorio más grande de la era Zhou fue dividido por una red de estados feudales y gobernado por reyes. El rey de Zhou tenía control directo sobre una pequeña parte del reino y recibía tributos de los estados feudales. La primera fase de la era Zhou se denominó Zhou occidental (1045–771 a. C.). Fue una época pacífica y equilibrada. Andando el tiempo, después del 770 a. C., el rey Zhou perdió su autoridad y surgieron siete estados importantes que disputaron su preeminencia.
Esta era se dividió en tres períodos: la dinastía occidental de Zhou (1045 aC. – 771 aC.); el Período de Primavera y Otoño (770 aC. – 476 aC.) Y el Período de los Reinos Combatientes (475 aC. – 221 aC.). China empezaba su primer despertar: de la sociedad tribal pasaba a la sociedad feudal. En ese período fue naciendo el pensamiento complejo: Las filosofías más elaboradas y profundas, como el confucianismo y el taoísmo, se desarrollaron en la era feudal de Zhou, cuando China se expandió en territorio y población.
Era Imperial China (221 aC. – 1912 dC.). Desde el primer imperio feudal centralizado, la dinastía Qin, que se estableció en el 221 a. C, hasta el colapso de la dinastía Qing en 1912, se desplegó la llamada era imperial de China. Ese período constituye el gran parte de la historia china. Con la subida y caída cíclica de las dinastías, la civilización china se cultivó y prosperó en tiempos de paz, luego se reformó con rebeliones y conquistas.
Las Dinastías Qin y Han (221 aC. – 220 dC.). Las dinastías Qin y Han fueron el período inicial del imperio chino. Durante el mismo se establecieron varias instituciones que sentaron las bases del sistema político básico para los siguientes 2.000 años. La Dinastía Qin, de corta duración, fue la primera en unir a China como un país bajo un emperador en lugar de un clan gobernante. Un gobierno burocrático fue introducido, y fue continuado por la dinastía de Han.
La Dinastía Qin (221 aC. – 206 aC.). Allí se entroniza al Primer Emperador de China. Él y su estado de Qin unieron el país conquistando a los otros reinos combatientes y gobernaron con organizada severidad. La Dinastía Qin fue célebre por grandes proyectos de construcción, como la Gran Muralla y el Ejército de Terracota, que custodiaba los objetos funerarios del Primer Emperador y debía protegerlo en su otra vida. Durante el último período de la Dinastía Qin, Liu Bang, un líder campesino, derrocó al impopular régimen de Qin y estableció la dinastía Han.
La Dinastía Han (206 aC. – 220 dC.). La dinastía imperial más larga Fue la Dinastía Han, conocida por iniciar el comercio de la Ruta de la Seda, conectando China con Asia Central y Europa. En la dinastía Han, se estableció un sistema administrativo en el que la promoción se basaba en el mérito y el estado adoptó el confucianismo para la gobernanza nacional. Además, la agricultura, la artesanía y el comercio se desarrollaron aceleradamente, empleando los adelantos conocidos.
Durante el reinado del emperador Wudi (140 aC. – 87 aC.), el régimen Han tuvo su mayor prosperidad. El país multiétnico se hizo más unido durante ese gobierno. Los historiadores coinciden en evaluar a la Dinastía Han como una de las más poderosas e importantes de la historia. Tuvo impacto de gran alcance para todas las dinastías que le siguieron. Como verá, lector, hay trazos que se extienden hasta el presente y vale la pena conocer.
Edad Oscura de China (220-581). Cuando la dinastía Han cayó en declive, el país se fracturó e ingresó en el llamado período de los tres reinos (220-265). La dinastía Jin conquistó la mayor parte de China (265-420) pero su dominio fue tenue, y la nación se dividió en las dinastías del Sur y Norte (420-589). Hubo desorden, confusión y entreveros. Surgieron varias religiones, entre ellas la más popular, el budismo. Tras casi 400 años de caos, la dinastía Sui logró reunificar China en el 581 d.C.
China. Edad media. La Dinastía Sui (581-618). Eso implicó un despegue. La Edad Media de China experimentó un crecimiento constante. Pasó de configurarse como reinos en guerra a ser la nación culturalmente más sofisticada y desarrollada tecnológicamente. Se recuperó el poder centralizado: la Dinastía Sui sentó las bases para una época más estable. El emperador Wen, unió el resto de China bajo la dinastía de Sui.
Resultó un gobierno intenso, con grandes conquistas y logros, como el Gran Canal y la reconstrucción de la Gran Muralla. Junto a la siguiente Dinastía Tang (618-907) consiguió fortalecer el país. Uno de los logros más destacados del emperador Wen fue crear el sistema de examen imperial para seleccionar personas talentosas para puestos burocráticos. Esto quedó en la consciencia del coloso asiático: La mayoría de las instituciones gubernamentales de esta dinastía fueron adoptadas por dinastías posteriores.
La Dinastía Tang (618-907). Después de la breve dinastía Sui, la poderosa y próspera Dinastía Tang optimizó los éxitos. Gobernó durante tres siglos, y también fue la edad de oro para la poesía, la pintura, la cerámica vidriada tricolor y la impresión en madera. Sin embargo, también padeció un deterioro. Las diferencias económicas entre regiones originaron importantes rebeliones que desmembraron la articulación. Varios territorios se designaron autónomos y negaron la autoridad del Estado central.
Tras la dinastía Tang, se registró medio siglo de división. Fue el periodo de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos (907-960), antes de que uno de los reinos del norte derrotó a sus vecinos y estableció el control de una China más pequeña.
La Dinastía Song (960-1297). La dinastía Song unificó la llanura central y el sur de China. Sin embargo, el territorio bajo el control de la dinastía Song del Norte (960-1127) era más pequeño que el de la dinastía Tang. La actual provincia del norte de Hebei quedó bajo el control de la dinastía Liao (907-1125). En el noroeste, la dinastía Xia occidental (1038-1227), gobernada por los Tanguts, controlaba el actual Gansu y el noroeste de Shaanxi.
Hasta la primera mitad del siglo XII, los Jurchens (antepasados del actual Manchus) aniquilaron la dinastía Liao e invadieron la capital de Song del Norte. Luego, el gobierno Song se trasladó y restableció la capital en Hangzhou, estableciendo la Dinastía Song del Sur (1127-1279). Los Jurchens establecieron la dinastía Jin en la cuenca del río Amarillo hasta que fue conquistada por los mongoles en 1271.
La era Song fue un período de avances tecnológicos y prosperidad. Durante la misma, la industria de la artesanía, así como el comercio nacional y exterior, experimentaron un auge. Muchos comerciantes y viajeros vinieron del extranjero.
Los cuatro inventos que la civilizacion china aportó a la humanidad en la antigüedad (papel, imprenta, brújula y pólvora) se perfeccionaron durante esta Dinastía.
La Dinastía Yuan (1279-1368) – Regla mongol. En 1206 Genghis Khan unificó todas las tribus en Mongolia, fundó el Khanate Mongol, y conquistó un gran territorio sin precedente de Asia. Ver más de la Dinastía Yuan. A fines del siglo XII, el dominio mongol creció de manera constante. Con Genghis Khan y sus descendientes expandiendo su territorio, el Imperio Mongol se extendió hasta Europa del Este.
La parte del kanato de Mongolia que gobernó China se conoció como la dinastía Yuan (1279-1368). De 1271 a 1279, su nieto, Kublai Khan, finalmente conquistó China y fundó la dinastía Yuan. Hizo a Dadu (actual Beijing) la capital de la primera dinastía dirigida por extranjeros en China.
El comercio, el desarrollo tecnológico y su introducción en el extranjero continuaron bajo el dominio mongol. Marco Polo de Venecia viajó extensamente en China, y más tarde describió la cultura y las maravillas de China en su libro “Los Viajes”.
Las dinastías finales (1368-1912) – Renacimiento. En las Dinastías Ming y Qing la estructura social imperial (la clase real / rica, la clase académica, la clase trabajadora y los esclavos) y los exámenes imperiales continuaron. Sin embargo, se volvieron cada vez más inadecuados en las épocas de la exploración, la colonización y la industrialización.
La Dinastía Ming (1368-1644). En 1368, Zhu Yuanzhang reemplazó el imperio Mongol en China con la dinastía Ming. Fue la última dinastía étnica china, intercalada entre dos extranjeras. La dinastía Ming representó un largo período de estabilidad.
Cuando su hijo y sucesor, Zhu Di, ascendió al trono, comenzó a construir la Ciudad Prohibida en Beijing. En 1421, convirtió oficialmente a Beijing en su capital. Apoyó mucho el comercio internacional y patrocinó varios viajes a Occidente. Finalmente, la dinastía Ming cayó debido a las frecuentes rebeliones internas, desastres naturales y ataques manchúes.
La Dinastía Qing (1644-1911) – última dinastía en la antigüedad de China. A finales de la dinastía Ming, los manchúes del noreste de China se fortalecieron. Los manchú atacaron China durante tres generaciones seguidas y finalmente fundaron la dinastía Qing. Fue la última dinastía imperial en la historia de China.
Los dos emperadores más famosos de la Dinastía Qing fueron Kangxi (1661-1772) y Qianlong (1735-96). Esta Dinastía china es recordada con vergüenza por el comercio forzoso de finales de la era Qing. China se redujo a ser un país semicolonial y semiimperial después de la Primera Guerra del Opio, que comenzó en 1840.
El territorio de China moderno fue establecido durante esta era.
La Era de la República de China (1912-1949). La Revolución Republicana de 1911, dirigida por Sun Yat-sen, puso fin al gobierno de la dinastía Qing. Sin embargo, la República no logró establecerse en toda China, ya que los conflictos civiles siguieron durante décadas.
China Moderna (1949-actualidad). Desde la fundación de la República Popular China en 1949, China ingresó en una era de estabilidad. La adecuación de su estructura interior a los desafíos de los nuevos tiempos le permitió obtener un crecimiento económico significativo y una progresiva reducción de las dificultades sociales que limaron su unidad por centurias. La filosofía del sistema de selección para el funcionariado está ligada a aquellos exámenes dispuestos por la Dinastía Han.
La crisis financiera internacional resultó una oportunidad bien usufructuada por el Partido Comunista Chino. Con madurez, dejó de lado los contrastes que lo habían alejado de su vecino ruso y empezó a construir variables organizacionales que lo ligaron intensamente a las naciones emergentes. Se configuró como eje de la Organización de Cooperación de Shangai, coparticipó en la elaboración del BRICS, cooperó con las naciones del Pacífico que se fueron desprendiendo de la hegemonía occidental, estableció una ligazón sólida con la Federación de Rusia y lanzó, entre otras instancias, dos iniciativas trascendentes: la Franja y la Ruta (comercial) y la Seguridad Global (defensiva)).
EL TAJO
Después de tan largo trazo, seguramente leído en varias fases, uno está listo para preparar unos mates y reflexionar sin prisa. El proverbio oriental que brinda título a esta nota bien puede completarse, mirando desde el Sur, con otro: El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora. Puede que su sentido sirva para este lugar del planeta.
Quien redacta piensa que, además de los factores apuntados en el comienzo del artículo, existe otro, de menor visibilidad, que explica parte de la furia norteamericana contra el coloso asiático. Como explicamos en anteriores Fuentes Seguras, este año China redujo su presencia en el sistema monetario del Norte. La participación bajó hasta los 980.800 millones de dólares, según datos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. La cifra cayó por debajo del billón de dólares por primera vez desde 2010. En una de esas, la decisión política, económica y financiera de la potencia asiática, molestó a ciertos poderes.
El futuro abre un tajo en el presente.
Fuente: Radio Gráfica