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En los ámbitos públicos de la defensa y aeronáutica se discute en los términos presentados por las autoridades actuales que a su vez están influidas por las prioridades que imponen los países y las empresas proveedoras de material bélico. Las cuestiones técnicas francamente pasan a un segundo plano cuando se actualizan las condiciones políticas.

Por Tomás Amans*

En el caso del avión interceptor para las Fuerzas Armadas (FFAA) argentinas la selección según información periodística recaló en un primer momento en el MIG 35 sin especificar la aviónica ni armamentos, pero con facilidades de crédito y mantenimiento ventajosas en relación a la competencia. Con la situación de guerra en Ucrania y las sanciones económicas y políticas sobre Rusia, esta compra se hace casi imposible para el gobierno actual de manera que se vuelve a hablar de una segunda opción vía China: el caza ligero El JF-17 III «Thunder».

En cuanto a los condicionamientos políticos hay que tener en cuenta que el motor de este avión, el RD-93, es ruso, si bien en el caso de Pakistán que es el único usuario en el presente, se usa a China como intermediaria, ya que la otra parte del consorcio dueña del producto y muchas de las licencias empleadas. Según la FA pakistaní, el avión operó en conflicto a pesar de lo que objetaron diversos analistas militares de la OTAN. Demostrando entonces al menos un mínimo de condición operativa. En este momento por las condiciones políticas y la pobre oferta de los países de la OTAN, parece ser la única solución de compra al exterior.

Un caza interceptor es un sistema de armas especializado cuyo objetivo es anular las amenazas aéreas enemigas, protegiendo de ataques a tierra o mar. Por supuesto la Argentina por sus limitaciones presupuestarias no se plantea un avión especializado para cada rol necesario, está en la búsqueda de un avión polivalente que no sólo alcance y derribe aviones enemigos rápido y a gran distancia (rol interceptor), sino que tenga cierta capacidad para entreverarse en combate con otros cazas y competir por el dominio del espacio aéreo (rol de superioridad aérea).

Esto significa que en igualdad de condiciones la Argentina no puede todavía plantearse un arma para competir con los cazas de superioridad aérea de última generación de las potencias. Sin embargo, en posición de defensa puede establecer que un caza medio polivalente, pueda imponer un nivel de disuasión significativo sobre su espacio territorial, terrestre y marítimo. A estas características responde el Mig-35 y por lo tanto no es sorpresa que sea considerado como deseable.

Cuando hablamos de desarrollo autónomo industrial y político de la Nación, las especificaciones técnicas, financieras y militares pasan a un segundo plano; del mismo modo que ocurre a la inversa con las naciones proveedoras. Todo el tiempo invertido por la Fuerza Aérea (FA) en evaluar el material a comprar ha desembocado en que hoy queda un solo proveedor tanto financiera como técnicamente posible, Rusia, aunque tampoco realizable por las vinculaciones políticas del Gobierno con la OTAN y EEUU en particular, el árbitro occidental en materia de relaciones internacionales.

En ese sentido, el planteo del proyecto nacional para un avión de combate caza interceptor, no es un proyecto limitado a lo técnico-militar de la prestación o misma integración estratégica en el cuerpo de la FA sino que es parte de la solución a la situación de dependencia política económica y espiritual de la nación.

En la búsqueda de fortalecer las potencialidades técnicas e industriales argentinas encarnadas en la Fábrica Militar de Aviones Córdoba y empresas tecnológicas como INVAP, es que nos podemos plantear la búsqueda de un avión con transferencia tecnológica integral hasta la 3ra generación mínimamente, con las perspectivas de desarrollar algunos aspectos de 4ta y 5ta de manera autónoma.

Es decir, un avión fabricado con materiales relativamente comunes, pero con una planta motriz potente y moderna mientras que diseños, materiales y electrónica avanzados serían desarrollos para una segunda etapa. En particular el Radar de Barrido Electrónico Activo (siglas en inglés AESA) que ha desarrollado INVAP y que podría ser miniaturizado proveyéndonos de la tecnología standard, convenientes hoy en día para los cazas, no solamente por su capacidad de detección e identificación sino también de mayor furtividad.

Hablar del desarrollo de un avión de combate implica considerar los siguientes ejes: una plataforma de base sobre la cual trabajar; un diseño aerodinámico y funcional (que encaje los dispositivos necesarios); y una planta motora. Entre las diferentes posibilidades, no será de extraño que encontremos como un buen ejemplo de lo que debemos realizar -sin atadura a diseños particulares o proveedores sino a nuestros objetivos- sea un modelo ruso o chino, aquellas potencias con la tecnología y sin los condicionamientos políticos de los aliados del Reino Unido.

Asumiendo que existe la capacidad para el desarrollo autónomo de tecnología militar y la voluntad de China y Rusia de ampliar su colaboración tecnológica podemos hablar de algunas plataformas que pudieran llegar a ser objeto de transferencia tecnológica integral:

El caza ruso MIG 23 de los 70´ vino a mejorar al MIG 21 en especial en su autonomía de vuelo, pasando de casi 800 a 1.800 km ampliando sus capacidades como caza interceptor. Se acepta en general que al mismo tiempo perdió algunas ventajas sobre el MIG 21, maniobrabilidad (como demuestran las modificaciones del modelo MiG-23MLD) pero también se le reconoce un mantenimiento más complejo.

Estos problemas se demostraron solucionables con su modernización para exportación en el MIG 27, siendo esta una variante del mismo adaptada al ataque al suelo. Si bien la configuración alar variable se considera tecnología obsoleta, el MIG 27 siguió en servicio con las FFAA indias hasta el 2019.

Otra versión que mejoró también la autonomía del MIG 21 fue cuando fue imitado por China bajo la forma del Chengdu J-7. Éste en modo ferry alcanzó los 2.200; es decir una mejora del 20%.

En comparación, el MIG 23, consignó 2.800 km de autonomía. El J-8 un desarrollo bimotor en base a este último tiene un alcance similar pero mayor velocidad final. Por último, existieron prototipos adaptando el J-8 a monomotor, el JU-9. Quizás ésta es una plataforma con considerables posibilidades de desarrollo.

El JF-17 es una adaptación pakistano-china del Chengdu J-7 chino que a su vez se había diseñado – como dijimos – con la transferencia rusa de tecnología del MIG-21. Si bien cuenta con la condición de polivalente (caza y avión de ataque), al ser el resultado de sucesivas adaptaciones se puede dudar de su potencial para la mejora o el rediseño.

Tres criterios de elección

Entre estas opciones hay que tener especialmente en cuenta la posibilidad de ser equipado con un radar moderno AESA.

Otra perspectiva tiene que ver con la utilidad en tanto banco de pruebas del modelo. En este sentido, depende de cómo consideremos a cada avión, ¿es la culminación de las posibilidades de un diseño o un punto muerto? ¿Ofrece diversas vías de variación? En este sentido el J-7 representa una mejora sobre el modelo ruso y sería interesante preguntarse si convendría adoptarlo con el plan de modificarlo para el uso del Radar retomando la línea de diseño antes de que se volviera el JF-17; o si el J-9 puede ser recuperado permitiendo mayores posibilidades.

Finalmente, algo que cuenta como demostración final de las prestaciones es su uso en diversas FA y en especial en combate. En esta escala viene primero el MIG-21, le sigue el J-7 y el MIG-23/27 y finalmente el J-8 que sólo fue utilizado por la FA china.

Como decíamos en un principio la compra de un avión caza para cualquiera sea el rol, interceptor, ataque, defensa se encuentra bloqueada por motivos políticos, dejándonos indefensos e inermes frente al conflicto con el Reino Unido.

A pesar de ello, y que el desarrollo de tecnología nacional sería la salida lógica porque las condiciones humanas y técnicas existen; el problema radica en la falta la decisión política de emprender ese camino de soberanía.

*Integrante del Movimiento de Liberación Nacional (en Twitter: @tomdeargentina2).

Fuente: IPEA

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