A 63 años de aquél 9 de junio de 1956, Chasqui Federal rinde homenaje a las víctimas, a los sobrevivientes, y a quienes hacen posible cada día que éste hecho de nuestra historia no caiga en el olvido. Reproducimos artículo completo, publicado oportunamente en Notas de Periodismo Popular.
del Editor*
“Hay un fusilado que vive”, escuchó Rodolfo Walsh seis meses más tarde del crimen ocurrido en el basural de José León Suárez. Así se inició la investigación periodística que dio a conocer una parte central de los hechos del 9 de junio de 1956. Ese día, tras el fracaso del levantamiento llevado adelante por el general Juan José Valle contra la dictadura que en 1955 había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, la autoproclamada Revolución Libertadora que conducían el teniente general Pedro Eugenio Aramburu y el Almirante Isaac Francisco Rojas, resolvió fusilar a gran parte de los participantes. Los fusilamientos fueron realizados violando la irretroactividad de la ley penal.
El general de división Valle había sido compañero de promoción de Aramburu, ambos habían ingresaron juntos al Colegio Militar, aunque la historia los ubicó posteriormente en las antípodas del proceso político abierto tras la llegada al poder de Perón en 1946. Valle formó parte durante todo el gobierno peronista de los sectores militares que fueron leales al líder y a la Constitución.
Tras el derrocamiento en septiembre de 1955, los generales Valle y Raúl Tanco comenzaron a planear, en el barco-cárcel “Washington”, el levantamiento cívico-militar. La fecha elegida fue la noche del 9 de junio de 1956. Los alzamientos ocurrieron en guarniciones de La Plata, Buenos Aires y Santa Rosa.
Sin embargo el gobierno de Aramburu y Rojas conocía los planes, ya que habían infiltrado a los sublevados. No obstante se dejó correr el alzamiento calculando con ofrecer luego un “castigo ejemplar”.
En el gran Buenos Aires un grupo de civiles se juntó con la excusa de escuchar la pelea de Eduardo Lausse en el Luna Park, el objetivo era poder oír la proclama que los militares alzados habían preparado. Sin embargo, los planes fracasaron.
En la proclama que se pretendía difundir se leía: “Como responsables de este Movimiento de Recuperación Nacional, integrado por las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del pueblo -del que provienen y al que sirven- declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el poder”. Los levantamientos en las distintas guarniciones también fueron reprimidos y los militares que participaron, entre 200 y 500, apresados.
Los alzamientos se produjeron entre las 22 y las 24 horas del día 9 de junio, mientras el gobierno de Aramburu estableció a las 0.30 del día siguiente la ley marcial. El ejército y la marina de guerra decidieron, contraviniendo todo ordenamiento penal, ejecutar a los responsables de manera retroactiva.
En un basural de José León Suárez son fusilados los civiles que pretendían integrarse al levantamiento militar. La orden corre a cuenta del coronel Desiderio Fernández Suárez, y del jefe policial de la regional San Martín, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno. De los 12 civiles que se busca fusilar siete mueren y cinco logran escapar.
Al ver la violencia con la que actúa la dictadura militar, el general Valle toma la decisión entregarse para evitar un derramamiento de sangre mayor. Rojas y Aramburu deciden que su suerte debe ser la misma que la de los otros 18 militares y 13 civiles asesinados. En la ex Penitenciaria Nacional, ubicada en la Avenida Las Heras, en Capital Federal, es fusilado la noche del 12 junio.
En su última carta le escribe a su ex compañero de armas Pedro Eugenio Aramburu: “Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las Instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes”.
Pasaron 14 años hasta que el 29 de mayo de 1970 una naciente organización político-militar, Montoneros, hizo su bautismo de fuego secuestrando a Aramburu y ejecutándolo por los hechos ocurridos en junio de 1956. El comando que llevó a cabo la acción se llamaba “Juan José Valle”.
La investigación periodística conducida por Rodolfo Walsh dio lugar en 1971 a la filmación de una película por parte de Jorge Cedrón. Realizada de manera íntegra bajo las condiciones que imponía la clandestinidad imperante, fue exhibida en centenares de barrios y villas de toda la Argentina. Sus guionistas fueron el propio Walsh, Cedrón, y Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de la masacre de José León Suarez y militante de la resistencia peronista, que fue asesinado en 1974 por las bandas para-policiales de la triple A. En la película Troxler hace de sí mismo.