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La cría de oveja y el nuevo paradigma

Las denominadas nuevas prácticas para el manejo de rodeos y majadas para el bienestar animal ya se han instalado en el país y cada vez poseen más adeptos. Más allá de los precios diferenciales obtenidos, tales técnicas no implican necesariamente mayores costos de producción sino un cambio cultural de costumbres. Repasaremos aquí, un informe al respecto que llega de la provincia de Santa Cruz.
Redacción
Sostener que las teorías y prácticas productivas en materia de ganadería que están vinculadas al denominado “bienestar animal”, no tienen razón de ser, o no mejoran sustancialmente el manejo de rodeos y majadas y sus resultados; por estos tiempos son verdades a poner en duda.
Existen establecimientos en Argentina que han optado por la implementación de estas técnicas y los resultados son alentadores, al punto que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) no sólo ha desarrollado líneas de investigación, sino que también ha implementado cursos para crianceros y trabajadores vinculados a la actividad.
Según un informe publicado por el diario La Opinión Austral de la provincia de Santa Cruz, la experiencia de los productores que se han plegado a las prácticas del bienestar animal, manifiestan que además de un mejor manejo para las majadas, el trabajo mejora para quienes trabajan con ellos. La base de esta técnica es realizar un estudio específico de la especie respecto a su comportamiento.
“Trabajar con perspectiva animal mejora el rendimiento de la ganadería”, manifestó una encargado de estancia cercana al poblado de La Esperanza, Departamento de Güer Aike. En el relato comentaba que en cuatro décadas de trabajo rural, había pasado los primeros 30 años, enfocado en la lana y los tipos de oveja. Sin embargo, involucrándose en la tarea de adiestrar perros, se dio cuenta que la forma de relacionarse con los animales incidía en el resultado de las zafras.
“Estos animales que viven para tres cosas: alimentarse, reproducirse y salvar su vida”, explicó. Entonces lo que fueron aprendiendo es que en lugar de pelear con el animal, daba mejor utilizar a favor de la producción el funcionamiento de la especie. “Lo primero que quiere el animal es escaparse de predador; por ende, aprender sobre su campo de visión y su olfato para detectar nuestra presencia es importante para saber dónde ubicarse”.
Entonces, se va regulando la “presión que se le impone al animal en la relación”; porque si esta´más tranquilo se trabaja más fácil. Las instalaciones tienen un rol fundamental en eso: “sí sabemos o podemos inferir que cuando un animal entra a un corral, si bien no es un lugar que le guste mucho el corral o el galpón de esquila, y está tranquilo, sin gritos, ni exceso de presión, ni maltrato, entonces el animal sí va a estar más distendido comparado con el manejo tradicional”.
Explicaba que lo usual es entrar aun corral a los gritos; los animales comienzan a tratar de correr y atropellarse entre ellos, eso hace más difícil el volteo, las curaciones y la esquila. Incluso, “se puede hacer una medición del PH de la carne para inferir el estrés que ha tenido ese animal. Pero eso ya es en el frigorífico. Cuando sube el PH porque el animal sufrió estrés, la carne se pone más dura y cambia el color”.
Una d ellas claves para el mejor manejo de las majadas, es la alimentación y el agua. Si saben que al entrar al corral habrá algo de comida a la segunda vez ya van a entrar solas. “El animal tiene memoria y las ovejas tienen mucha memoria, y reconocen gente y lugares, por ende, van a recordar si en cierto lugar tuvieron una buena o una mala experiencia”. De allí que la mejora y adaptación de las instalaciones es funcional al proceso, como por ejemplo la implementación de mangas curvas o semicirculares.
Asimismo, comentó que en época de esquila se busca capacitar y conversar con los esquiladores sobre estos temas y nuevas formas de tratamiento del rodeo. Por otra parte, al implementarse en Argentina la normativa internacional del Responsible Wool Standard (RWS), donde el monto recibido por la lana tratada bajo los criterios de bienestar animal, posee un precio diferenciado, ha incentivado a que la práctica tenga cada vez mayor inserción y consideración a nivel mundial.
El RWS, profesa la mejor organización de los campos e instalaciones; las condiciones de cría, esquila y matanza para el caso de lo que deriva a frigoríficos; poniendo el acento la prohibición del “mulesing”: práctica de mutilación para los animales de corta edad, que evita la concentración de bacterias en la zona anal a raíz de la lana.
Tanto la cría como la fijación de los precios internacionales de la cadena lanera, son establecidos por Australia, principal país productor de lana fina de merino. De ese país proviene el 88% de la oferta mundial. Lo restante, se reparte prácticamente en partes iguales entre Argentina, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Fuente: La Opinión Austral

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