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La invasión inglesa sobre la Antártida latinoamericana debe ser desactivada

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Es conocido ya el acuerdo británico-chileno 2017-2022, respecto de las pretensiones inglesas sobre el territorio antártico. El mismo omite a la Argentina con el argumento de ¨haber identificado áreas prioritarias para llevar a cabo una estrecha cooperación en la Antártica hasta el año 2022¨. Redacción

En enero de 2017, el Gobierno a cargo de Michelle Bachelet suscribió ante la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) y la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), un acuerdo de cooperación que se extenderá hasta el año 2022. La zona que comprende la iniciativa coincide con la reclamada por Argentina y de la cual posee permanencia ininterrumpida desde 1904.

El avance británico compromete las tareas diplomáticas que nuestro país impulsa de cara al año 2041, fecha en la que caducará el Tratado Antártico. Más allá del histórico alineamiento del Gobierno chileno con el imperialismo inglés, que fortalece la invasión de la potencia imperial sobre el Atlántico Sur, el tratado hace peligrar el ejercicio de soberanía de América Latina sobre la Antártida.

Esquema antártico impulsado por Inglaterra

La región manifiesta una concreta necesidad de integración en una supra-nación, para poder contrarrestar geopolíticamente el avance de las potencias de saquean los recursos naturales del continente. A partir del mencionado acuerdo, la Antártida Latinoamericana no está exenta de riesgos; y estos harían tambalear los principios jurisdiccionales que afectarían los intereses económicos y sociales del continente.

Días pasados, especialistas en la materia, desarrollaron un informe en medios fueguinos, que remarcaba que la unidad latinoamericana deberá realizarse a partir de un instrumento central que es la convergencia en una planificación corporativa científica común. Así la Antártida Latinoamericana se convertiría en el factor que movilizaría dicha unidad, donde las 33 naciones que componen la CELAC, desde México hasta Argentina, puedan cada una con su instituto antártico ser parte de una Corporación Científica Antártica Latinoamericana (CCAL), cuya conducción iría rotando entre los países miembros.

La mencionada Corporación de Estados ejerceria una planificación centralizada común de investigación, a fin de crear una comunidad científica latinoamericana organizada, que trabajaría para un fin común de acuerdo al programa establecido reuniendo la información sobre los proyectos científicos y generando resultados para toda la comunidad.

En este sentido, la Corporación Científica Antártica Latinoamericana, constituida por 33 institutos antárticos de las Naciones de América del Sur y el Caribe, podrá desarrollar a partir del estudio de bacterias, proyectos para la producción de medicamentos, alimentos, bioetanol, enzimas para la industria, entre la enorme biodiversidad del continente blanco. Paralelamente se impulsará la creación de fuerzas comunes de apoyo logístico para las expediciones antárticas y defensa del continente, con proyección al Atlántico Sur. Asimismo y en la medida que la Corporación Científica Antártica Latinoamericana se desarrolle, se creará una logística continental de buques científicos, rompehielos o buques polares pudiendo desarrollar o reactivar los astilleros de la región.

Desde Social 21, proponemos establecer la centralidad geopolítica de Tierra del Fuego. Desde allí debería operar un ministerio de Asuntos Navales y Marítimos, desde donde se promueva la creación del Astillero Nacional Fueguino Sociedad del Estado, juntamente con la Secretaría de Ciencia y Tecnología Marítima y Antártica, la Secretaría de Seguridad Marítima y Antártica y la Secretaría de Producción Naval.

Respecto de la soberanía territorial y la controversia con Chile, es estudio recomienda continuar con la línea del acuerdo Perón-Ibañez del Campo, que estableció reconocimiento mutuo para aquel territorio que no se superpone, y la administración conjunta para la porción en el cual se superponen las pretensiones. Claramente ese escenario permitirá paralizar el avance británico. Debe recordarse que en 1953, los ingleses destruyeron los refugios argentinos y chilenos en la Isla Decepción. Allí, Perón y el presidente chileno Ibáñez del Campo acordaron con la firma de un documento, responder de manera conjunta, si volviera a repetirse una agresión de ese tipo.

Otro antecedente que daría por tierra con las pretensiones británicas sobre el continente blanco, es la Declaración de Ayacucho de 1974, en donde se enumeran los principios jurídicos y políticos del desafío de unión continental. De allí se desprende que:

Es urgente completar la tarea emancipadora promoviendo la construcción del destino propio en el campo socioeconómico, lo que requiere modelos de desarrollo que aseguren a nuestros pueblos una justa participación en la vida económica y cultural y faciliten la plena realización del hombre americano. (…) El compromiso histórico y esencial del continente latinoamericano es unirse para la liberación económica y social, la superación científica y tecnológica. Esta unidad demanda la voluntad común de alcanzar objetivos de interés global para sus pueblos, sustentada en la solidaridad y en el reconocimiento de una realidad pluralista”.

De poder concretarse la iniciativa que impulsa el estudio, la ocupación de la Antártida debe ser legal y pacífica, con presencia de regimientos de científicos latinoamericanos, en el marco de un trabajo conjunto planificado y centralizado a partir de la Corporación Científica Antártica Latinoamericana. De esta manera la Unidad Latinoamericana se constituirá desde el continente blanco y se proyectará hacia la región americana. Situación que pretende de una vez y para siempre, construir la base política de una supra nación para los pueblos de la América del Sur y el Caribe.

Fuente: FM Urbana Río Grande y portal Antártida Argentina

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