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Ayer, entre insultos e imprecisiones, Milei anunció la baja de los DEX en el palco de la Rural de Palermo, luego que Pino desempolvara el típico discurso ruralista-rentístico, apolillado y con olor a naftalina. Veremos si el lunes se oficializan las medidas.

Redacción

El sábado por la tarde durante la inauguración oficial de la Exposición Rural de Palermo, el presidente Javier Milei anunció entre eufemismos, datos forzados e improperios, la baja del impuesto a los Derechos de Exportación (DEX) para el complejo agropecuario, conocidos coloquialmente como “retenciones al campo”.

La medida era esperada por las patronales del sector y la Mesa de Enlace, aunque se especulaba que el marco del evento sería propicio para que el mandatario hiciera público el acuerdo político con “el campo” y su verdadera conducción: las empresas exportadoras.

Las nuevas alícuotas no sorprendieron, ya que se esperaba el restablecimiento de los porcentajes transitorios aplicados hasta el pasado 30 de junio, sumados a los “gestos” sobre los segmentos ganadero y sojero, que son los que poseen mayor poder de presión interna sobre toda la actividad. Ambos, más allá de sus discursos ponderadores de la producción y del compromiso denodado por hacer Patria, son los que reúnen y representan al sector propietario y rentístico del campo. Es decir, los mayores tenedores de tierra que la alquilan para que otro la trabaje. Los precios de dichos arrendamientos están tasados en soja o en carne según los valores de mercado de exportación.

Según el anuncio presidencial, las retenciones a la exportación sobre la carne vacuna de novillo y la aviar pasarán del 6,75% al 5%. En cuanto a la soja, pasará del 33% al 26% y las retenciones sobre los subproductos de la misma (harina, aceite, pellets) descenderán al 24,5%. Sobre los demás cereales y oleaginosas, las rebajas serán del 12 a 9,5% para el maíz y el sorgo; mientras que para el girasol, se pasará del 7 al 5,5%. En el caso del trigo y la cebada, que mantendrán la tasa del 9,5% vigente.

Por lo tanto, se espera que en las próximas horas este esquema se traduzca en resoluciones oficiales del Poder Ejecutivo Nacional. Resumiendo, el cuadro venidero para los DEX sería el siguiente:

Carne viaria y vacuna: 5%.

Soja: 26%

Subproductos de la soja: 24,5%

Maíz: 9,5%.

Sorgo: 9,5%.

Girasol: 5,5%

Trigo: 9,5%

Cebada: 9,5%

Apoyos: las voces de los ganadores

El sector agroindustrial y exportador aplaudió con pies y manos el anuncio, evidenciado en sus mensajes que era una medida esperada y negociada.

Por ejemplo, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) saludaron positivamente las medidas, afirmando que “van en el camino correcto de eliminar el peor de los impuestos que son los DEX”; y que seguirán trabajando denodadamente para su eliminación definitiva. La postura del CAA no es novedad. Recordemos el extenso programa de gobierno elaborado y presentado en 2023, con el cual dieron “letra” a las oportunas candidaturas de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.

Otra voz con cada vez mayor peso específico en las decisiones del complejo agropecuario, fue la de Gustavo Idígoras, titular de la Cámara de la Industria Aceitera Argentina (CIARA-CEC), quién consideró públicamente que los anuncios eran “auspiciosos tanto en las medidas de facilitación, desregulación e incentivos, así como en derechos de exportación”.

No podía quedarse atrás la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, quién comunicó su apoyo a la medida, alegando que Milei “da un paso en la dirección correcta para mejorar la competitividad del agro. Quedan desafíos, pero es una señal en el camino correcto”.

Ninguna de estas manifestaciones sorprende. Son los grandes ganadores del modelo productivo vigente, y los principales beneficiarios de la medida. Ni bien entre a liquidarse el nuevo esquema, sólo para la soja la transferencia de ingresos a estos actores será -de un saque- del 10%, sin mover un solo grano del silobolsa.

Vamos a dar un ejemplo elocuente y saque el lector las cuentas por sí mismo. El viernes pasado, la cotización oficial de la tonelada de aceite de soja cerró en U$S 1.122. El mismo día, el denominado dólar mayorista -referencia de tipo de cambio para liquidar las ventas externas- había cerrado a $ 1.277,75. Entonces, con una retención del 31%, por cada dólar vendido en dicha mercadería, al exportador le quedaban en la mano 881,648 pesos. Una vez que entre en vigencia el anuncio, con una retención del 24,5% por el mismo producto y suponiendo el mismo tipo de cambio, al que exporta le quedarán $964,701 por dólar vendido.

Según actores vinculados al sector y disidentes respecto al Gobierno y a las patronales rurales, la transferencia total para este año rondaría los 800 millones de dólares, que quedarían en manos de las exportadoras y los cerca de 3.000 pooles de siembra que operan en el país y que manejan más del 60% de la soja producida en el país; sin contar con la tajada que se quedan los rentistas agropecuarios.

Hay dos tipos de perdedores: los directos y los indirectos. Los directos son los pequeños productores, que en general ya vendieron su cosecha, liquidaron a precio viejo y no les queda mercadería por vender. Ellos no ganan con estos precios, aunque si pagarán los insumos para la campaña que sigue con esta relación monetaria.

Los perdedores indirectos son las familias argentinas que gastan la mayor parte de su ingreso en alimentos. El mecanismo es simple: el tenedor de granos tiende a venderlo al mejor pagador y al mejor precio posible. Los granos tienen dos destinos, la exportación o el mercado interno. Si la diferencia de ganancia tras el anuncio es tan abrumadora, los tenedores de grano querrán hacerse de la misma. Entonces, o exportan o que el mercado interno pague en función del precio de exportación. Cuando pasa esto último, la diferencia va los precios de la canasta familiar en forma casi directa y automática.

Solución…

En el intercambio habitual con los lectores de Chasqui Federal el tema es recurrente. Saben que desde esta Redacción se considera que las retenciones sólo sirven como una medida extraordinaria de emergencia, transitoria y que debió tener fecha de vencimiento ni bien se implementaron.  Cada vez que se instrumentaron en los últimos 70 años, sólo han sido fuente de conflicto; más aún desde que el Estado Nacional dejó se ejercer su deber estratégico de ejercer la actividad por sí mismo.

Es simple. Más allá de los que siempre aleguen la Sociedad Rural o las empresas exportadoras -que siempre han transferido el impuesto al productor-, o los sucesivos gobiernos, los DEX sólo poseen fines recaudatorios. No determinan política de fondo con objetivos de cambio estructural y la disputa fiscal entretiene a diario a los actores de un debate político sin remedio.

Si el Estado Nacional en conjunto con las provincias ejerciera el comercio exterior, la recaudación por los bienes exportados sería directa, podría discutir precios con el mundo, establecer parámetros regulatorios soberanos sobre el mercado interno y sus cadenas de producción, y sosegar la cadena interminable de intermediarios entre el que efectivamente trabaja la tierra y el que proceso el fruto de la misma en Argentina o en el exterior.

Vamos con un ejemplo muy simple. El pasado viernes, el precio oficial para el poroto de soja cotizó en 403 dólares por tonelada. Si el Estado Nacional en el pleno ejercicio de su actividad, saliera al mercado a ofrecer U$S 420 por la misma mercadería, junto a un paquete de beneficios logísticos, fiscales y de asistencia técnica, a nadie se le ocurriría hablar “políticas confiscatorias” y demás disparates por el estilo. Lógicamente, los rentistas, la Bolsa, las Cámaras, y las multinacionales exportadoras serían las que perderían dinero, prestigio y poder. Tres cosas que no se regalan.

¿Cómo hacerlo? Primeramente, tomando la decisión de marchar en ese camino. Cuestión que ha sido absolutamente eliminada del imaginario político de los últimos veinticinco años en el país. Luego, la planificación de la ejecución de esa decisión: si el Estado ejerce la actividad comercial, a medida que va ganando posiciones en el mercado y diseñando política hacia adentro, puede ir quitando retenciones sin lesionar las cuentas al mismo tiempo que dinamiza la capacidad productiva nacional.

Una de las primeras medidas debe ser la segmentación. No se puede cobrar el mismo porcentaje de impuestos a un productor que posee 300 hectáreas que al que tiene 3.000. Si es cierto que desean que el productor vuelva al campo y que las familias salgan de los conurbanos de las grandes ciudades para volver a los pueblos y parajes, tiene que haber trabajo digno para todos en esos lugares.

Otra decisión debe apuntar abajar el costo operativo y los intermediarios. El pequeño productor no puede afrontar los gastos de producción ya ni siquiera en el corazón de la zona núcleo. Le conviene arrendar e inventarse otro conchabo porque tampoco le alcanza. Ser rentista es negocio cuando se poseen miles de hectáreas. De lo contrario, un campito sólo tare dolores de cabeza. En este mismo contexto, al mediano productor le cuesta competir. Mejor dicho: cada vez le resulta más difícil obtener un margen suficiente para poder financiar la campaña siguiente, una vez que se pagaron los gastos, impuestos y se reservó el dinero para vivir.

Si salimos de los granos y nos metemos con las vacas, podemos hacer un análisis parecido: no es lo mismo tener 100 cabezas que 10.000. El primero ni siquiera podrá pagar los gastos. Cosa que se agrava por la maldita costumbre que tienen los animales y los seres humanos: la necesidad comer a diario.

En fin…

Seguiremos hablando del asunto. Es uno de los conflictos permanentes y sin solución de continuidad, mientras al mismo se lo aborde desde perspectivas liberales a un lado o al otro del actual frente político.

Resta esperar si mañana, lunes, se publica la resolución oficial; o si el anuncio realizado en Palermo se demora en el orejeo de baraja de cada día.

Fuente: Presidencia de la Nación / SRA / NAP

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