El sector fabricante de maquinaria agrícola le pone optimismo, pero no puede ocultar el temor que causa la apertura importadora a la maquinaria usada y la instalación de plantas de ensambles. A un alto porcentaje de integración de partes externas, se le suma el dumping con fierros usados, y 50 mil trabajadores en alerta.
Redacción
La semana pasada se conoció que la empresa Vialcam S.A. situada en Las Varillas -provincia de Córdoba-, han comenzado a ensamblar tractores cuyas partes proviene de la India. Según se supo, a partir de la normativa gubernamental de reducir los aranceles de importación y habilitar el ingreso de partes y maquinaria usada del extranjero, la firma arribó a un acuerdo con el fabricante indio de minitractores, equipos agrícolas y ganaderos, Captain Tractors Private Limited (CTPL).
Los directivos de Vialcam explicaron que la calidad de la maquinaria proveniente de India es superior respecto de la oriunda de China, con lo que esperan poder posicionarse en el mercado interno apelando a las características superadoras del vehículo, aún sabiendo que la apertura e ingreso de partes, ensambles y maquinaria usada será muy grande de cara al próximo.
Con esa naturalidad que parece no avizorar la tempestad, varios fabricantes de maquinaria agrícola están encarando el proceso derivado del Decreto 273/25 -del 16 de abril pasado-, mediante el cual el Ejecutivo Nacional formalizó la “simplificación de la importación de bienes de capital usados”. Es decir, máquinas y herramientas del exterior que competirán con menores costos con las fabricadas en el país.
No todos los empresarios del sector miran la situación del mismo modo. Días atrás, desde la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), manifestaron preocupación por la medida alegando el perjuicio potencial para el sector. Las ventajas directas e indirectas con las que estas importaciones jugarán en el mercado local, traen riesgos económicos financieros para las empresas y, por ende, pone en riesgo los puestos de trabajo. Según CAFMA 1.200 de la cadena y más de 30.000 puestos de trabajo directos están en riego desde la publicación del Decreto.
Desde las firmas extranjeras radicadas en el país, se conoció que a partir de dicha apertura, las casas matrices resolvieron suspender las inversiones y esperar que el proceso decante. Son ocho empresas que están nucleadas en la Asociación de Fábricas Argentinas de Tractores (AFAT), que integran verticalmente la cadena con 12 plantas y 16.000 puestos de trabajo, que se despliegan desde los proveedores hasta la venta final.
Están orejeando por desconfían del éxito de la medida, más allá de que el inefable ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, declaró oportunamente que el productor ahora podría “comprar una maquinaria usada importada a US$ 100.000 por la que antes pagaba US$ 200.000”.
La dinámica del sector no encierra demasiado misterio. Los productores agropecuarios utilizan sus maquinarias usadas como parte de pago para comprar nuevas. Si la nueva opción de compra para renovación y reinversión es recurrir también a maquinaria usada, lo que termina sucediendo a mediano plazo es la descapitalización del productor o el contratista. Los valores de cambio supuestamente bajarían de precio, al mismo tiempo que Argentina tendría un mercado interno determinado por el usado -sea nacional o extranjero-. A su vez, la distancia y la financiación disponible para acceder a un 0 kilómetro, sería mayor y más complicada.
Desde Agrometal -uno de los fabricantes nacionales-, manifestaron que si bien en el último año, tuvieron una mejora del 16% en la facturación a pesar de la continua suba de costos, los márgenes de rentabilidad han caído, deben apelar a intentar aumentar el volumen de producción y ventas para sostener la ecuación.
Por otra parte, el informe publicado por la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), afirma que el patentamiento de cosechadoras, tractores y pulverizadoras durante el mes de julio de 2025, disminuyó un 6,1% interanual. Sin embargo, dicen que el mercado mejora la perspectiva, a partir de observar un aumento durante el último mes del 18% comparado con junio; y que proyectado a fin de año, podría significar un aumento del 30%.
La apuesta está centrada en la próxima siembra de la gruesa 2025/2026 -soja, maíz-sorgo-. Desde CAFMA, estiman que desde el productor o el contratista habrá mejores perspectivas de márgenes de producción, y eso tendrá un reflejo directo en la renovación de maquinarias.
Fuente: ACARA / CAFMA / AFAT / Agrometal / Me lo dijo Pérez