INTA, SENASA, INASE y el INYM realizan una tarea conjunta para llevar solucione al sector yerbatero que quedan diluidas ante la concentración de la actividad en su eslabón final y la falta de una planificación adecuada. Aquí, dos ejemplos se lo que se hace y de lo que podría hacerse.
Redacción
Entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Cerro Azul, Misiones, y el Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), brindaron panorama de avances en cuanto a mejoramiento de la cadena de valor y de prevención y control de plagas. Ambos organismos vinculados al Estado Nacional, buscar optimizar el proceso productivo y mejorar las cepas implantadas del cultivo, más allá de las condiciones climáticas del último lustro, la inestabilidad del aparato productivo y la alta concentración de la fase terminal de la cadena.
Por el lado de INTA, se dieron a conocer los resultados de una serie de proyectos en materia genética que podría llegar duplicar los rindes promedio de las plantas en producción. Según el desarrollo del Programa de mejoramiento Genético que lleva en camino de casi 50 años, se informó que por un lado se han obtenido resultados de rendimiento que han pasado de los 3 kilos a cerca de 7,5 kilogramos por cada planta. Es decir, más del doble del estimado histórico.
INTA afirma que la mejora tecnológica impacta favorablemente en toda la cadena yerbatera, ya que existe alta demanda de materiales genéticamente mejorados por parte del sector productivo primario, al apuntar a productores de viveros.
La sucesión de estudios que comenzó en 1974, conllevó a la creación del denominado Banco de Germoplasma del género Ilex, avanza por estos días en la obtención de cultivares con mayor rinde, resistencia a estrés hídrico y tolerancia a enfermedades. Inicialmente, se trabajó a partir de la selección de plantas que tenían un rendimiento superior en las plantaciones comerciales de la estación Experimental Agropecuaria Cerro Azul. A través de sucesivas aproximaciones a lo largo de casi medio siglo, y con recolección de distintos ejemplares en las provincias de Misiones, Corrientes, Tucumán, Salta y Jujuy; pero también los países limítrofes donde se registran cultivos (Uruguay, Paraguay y Brasil), no sólo se construyó el mencionado Banco, sino que se pudo consolidar el eslabón semillero para la cadena.
En combinación con el INYM, el Instituto Nacional de Semillas (INASE), y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), INTA Cerro Azul comercializa 330 kilos de semillas. Estimativamente, por cada kilo de semillas se obtienen 20 mil plantines. El promedio por hectárea es de 2.000 a 4.000 plantas según las condiciones del establecimiento productivo. Los viveristas inscriptos en el registro, compran al INTA el acervo semillero para transformarlos en plantines y luego los venden a los productores.
Recomendaciones ante los casos de “rulo”
Recientemente se detectaron índices superiores a la media de la plaga del “rulo”. El INYM, emitió una serie de recomendaciones para combatir la plaga, e información sobre la misma.
El “Rulo” o Psilido de la yerba mate, es un insecto que puede ser considerado como plaga por su efecto sobre la producción, disminuyendo la cantidad de hojas en las plantas. En su fase adulta, miden menos de 3 milímetros, y son de color variable, entre amarillo y verde. Tienen antenas largas de color pardo oscuro y patas posteriores preparadas para pegar grandes saltos. Succionan savia de las hojas nuevas y brotes; afectando directamente al follaje y a la reproducción de la planta.
El organismo recomienda que para la disminución de plagas en los yerbales, debe realizarse un manejo adecuado de suelo, planta y ambiente; procedimientos de fertilización adecuada de las plantas; permitir la presencia de enemigos naturales, y la cosecha regular. El objetivo debe ser conseguir en cada plantación el mayor equilibrio ambiental integral, para disminuir la posibilidad de ataque de plagas en forma significativa.
Así, el INYM publicó en sus cartillas institucionales las recomendaciones al respecto, aunque las mismas no están al alcance de la mayoría de los productores, dadas las condiciones actuales de los pequeños establecimientos productivos, la rentabilidad de la yerba mate en los últimos años, y las posibilidades de inversión sin acceso al crédito o fomento productivo.
Sin embargo, las recomendaciones son dignas de tener en cuenta, de cara a poder elaborar programas y planificaciones del sistema productivo, que en un plazo razonable, consolide en forma suficiente la etapa primaria.
Entonces, por un lado se recomienda, el ya mencionado manejo adecuado del suelo, las plantas y el ambiente, estableciendo curvas de nivel, sistematización de caminos y suelos, incorporación de otros árboles al yerbal, cubiertas verdes, y regularizando el régimen de cosechas.
La presencia de diversidad de especies vegetales y arbóreas que hospedan enemigos naturales de las plagas en los cultivos, colaborará con el manejo integrado y biológico de la plantación. A eso deberá sumarse el monitoreo permanente, e identificación temprana y correcta de las plagas y sus enemigos naturales.
En cuanto a la aplicación de productos fitosanitarios, la misma debe ser planificada adecuadamente y con químicos autorizados por la autoridad sanitaria. Ocurre, que si bien un insecticida mata la plaga a combatir, también lo hace con su depredador natural. Por lo cual, aquello que es solución para la actual campaña, es problema para la siguiente: cada vez hay que establecer una mayor dependencia del fitosanitario para llevar la producción adelante. La calidad disminuye y los costos ascienden.
Por lo tanto, vemos que la cadena yerbatera posee asistencia institucional adecuada como para elaborar una planificación integrada del sector. La dificultad es la alta concentración de la cadena, principalmente en su etapa final.
Esto que parece una obviedad, disminuye considerablemente los efectos positivos que pueda arrojar el rol estatal. A este ritmo, cuatro organismos de prestigio internacional como INTA, SENASA, INYM e INASE, obran en función de una planificación productiva que responde al mercado y no – valga la redundancia – al sistema productivo; al trabajo.
Fuente. INTA / INYM