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Las ovejitas deben ser nuestras

En los últimos años, la carne ovina y la lana han recuperado el valor relativo que poseían antes de la década del 90. El interés por aumentar el stock ovino también estaría motivado por la demanda mundial de carnes. Se presenta una oportunidad que el Estado nacional no debería dejar pasar para recuperar las industria textil, y regular el acceso al consumo de carnes.

Redacción

Hasta la década del noventa, el stock ovino entre Argentina y Uruguay giraba en torno a las 100 millones de cabezas. Tanto la producción como la exportación de lanas eran pilares de la producción ganadera de ambos países.

La imposición de las telas sintéticas, jugó en contra de la cadena internacional de la producción de lana. Países como Australia, Nueva Zelanda fueron perjudicados; pero más aún lo fueron las naciones del Plata. De hecho, Argentina cuenta tres décadas después, con un rodeo de 14 millones de cabezas; y Uruguay con algo más de 6 millones. Es decir, la quinta parte del stock promedio existente hasta la década del 90.

¿Cuáles eran los números que hacían rentable a la oveja? Treinta años atrás, el kilo de lana fina promediaba los US$ 5,5; y el de lana gruesa US$ 4,2. En promedio de cada animal se obtienen 4 kilos. Si los campos eran de buena pastura, podían albergar hasta 3 ovejas por hectárea. Esto significa que, en lana, podían obtenerse 12 kg/ha, que a US$ 5 de promedio significaban alrededor de US$ 60/ha.

Por el lado de la carne, existe un promedio de rinde que implica 2,5 corderos por hectárea; a US$ 25 cada uno. Es decir, un promedio de US$ 62,5/ha.

Sumadas ambas unidades, eso implicaba una facturación bruta de US$ 122,5/ha; y un ingreso neto que promediaba los US$ 95. Para Argentina, que poseía un rodeo de 70 millones de cabezas, implicaba una facturación bruta de US$ 1.400 millones solamente por la lana.

Según los especialistas, en cuanto a la carne, los precios internacionales se han recuperado a valores relativos cercanos a los de tres décadas atrás, es por ello que se ha vuelto a poner atención en la producción ovina. De allí también el aumento proporcional de razas netamente carniceras como Texel y Hampshire Down, entre otras.

Si la ganadería ovina regional tiene una gran oportunidad de crecer en base a su potencial natural, a lo que se suman los buenos precios y una demanda internacional en aumento; es esperable que el Estado Nacional, pueda establecer condiciones justas a lo largo de la cadena y transformar en accesible el acceso a la carne ovina; y potenciar el sector textil argentino.

Fuente: Agroinforme Mercosur

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