Compartimos un excelente y fundamental trabajo sobre el TAM, su historia, y el desarme del ejército argentino. El artículo surge como parte de un disparador publicado por el portal Zona Militar, para luego desde el portal AgendAR, ser ampliado por Daniel Arias*.
de AgendAr
Tras más de una década de haber iniciado, el programa de modernización del Tanque Argentino Mediano (TAM) recobró un nuevo impulso en los últimos tiempos. Con la expectativa de alcanzar las diez unidades modernizadas para finales de año, el TAM 2C-A2 es actualmente uno de los principales Programas que lleva a delante el Ejército Argentino.
Durante la reciente entrevista exclusiva efectuada por Zona Militar al Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino, General de División Carlos Alberto Presti, el titular de la fuerza declaró al respecto que “El proyecto continúa con personal y medios propios en la modernización de los TAM2C-A2. La provisión principal de los componentes está a cargo de Elbit Systems, pero incluye a proveedores nacionales y extranjeros. El avance del proyecto depende de que la cadena de abastecimiento, se mantenga en tiempo y forma. De cumplirse, a fin de año tendremos diez vehículos en total”.
El plan, que prevé la modernización de 74 unidades, cuenta con el trabajo conjunto entre la firma IMPSA, encargada del mecanizado de partes, la firma israelí Elbit Systems, quien provee los nuevos sistemas y el Batallón de Arsenales 602 “Coronel Ángel Monasterio” de la localidad de Boulogne, Buenos Aires. De acuerdo al cronograma previsto, el horizonte de trabajo se extiende a lo largo de unos 7 años para completar el total de tanques. Tal como fuera señalado al momento de presentarse las primeras cinco unidades de TAM 2C-A2 la tanda final a entregar se realizaría para el año 2027.
No obstante, la posible privatización de (IMPSA) – empresa estatal, con una participación del 63,7% del gobierno nacional y 21,2% del gobierno provincial mendocino- plantea dudas respecto de la continuidad del Programa, considerando que a día de hoy el poder político no ha aclarado si la propuesta de privatización deberá incluir un plan de continuación de este.
La incorporación de nuevas tecnologías, a las cuales se sumarán eventualmente la adquisición de Vehículos de Combate Blindados a Ruedas (VCBR) 8×8 y la modernización de los APC M113, que ofrecerán mayor movilidad y protección de las tropas, serán elementos clave para la transformación del Ejército en las próximas décadas.
Comentario de AgendAR – Por Daniel E. Arias
Allá adónde esté, si hay internet, don Fray Luis Beltrán, cura con cojones y armero del Ejército de los Andes, le clavaría el “like” a la modernización del TAM 2C. No así a la política de adquisiciones del Ministerio de Defensa actual.
¿Cómo explicar al TAM? Este tanque rarísimo corretea a 80 km/h por pasos de montaña de 4800 metros, vadea arroyos de 2 metros de hondo y ríos de 4 metros si usa snórkel, flota sobre suelos de turba fueguina y le da lo mismo funcionar a 15º bajo cero que a 40º sobre cero.
El TAM, por Tanque Argentino Mediano, es un fierro viejo, veloz, sencillo, aguantador, barato y con un cañón quirúrgico y malevo. Y porque fue diseñado para nuestro país, tiene futuro en el mismo si se lo actualiza en sensores, computación y comunicaciones, disimulo y puntería.
El estándar 2C-A2 hace esto y transforma de nuevo el TAM en un arma efectiva, como lo era hace 50 años, en lugar de un vehículo de desfile. Eso, aunque la guerra de Ucrania muestre que el tanque, tal como existe hoy, relegará mucho del protagonismo que tuvo desde la 2da Guerra Mundial.
Eso no significa que vaya a desaparecer. Pero tendrá que rediseñarse en tecnología y tácticas de uso para sobrevivir a una infantería dotada de capacidades propias de observación y liquidación de blindados. Los drones cambiaron todo.
Fray Luis Beltrán, que aprendió metalurgia a los ponchazos, con la Enciclopedia de Diderot y cometiendo errores de novato en sus forjas de El Plumerillo, se asombraría con el concepto mismo de tanque. Es una síntesis de armas disociadas en tiempos de don Luis: la artillería y la caballería. Y como no creo haya podido siquiera imaginar los aviones, los drones aéreos, como síntesis de infantería y aviación, lo dejarían muy perplejo.
Sin embargo Beltrán fue el primer industrialista de nuestro Ejército. No se fumaría que el reequipamiento del arma principal del mismo dependa de multinacionales como la petrolera que va a comprar IMPSA (y por un vuelto). Tampoco que esté sujeto a países que hoy nos exigen alineamiento diplomático a cambio de tecnología, como Israel.
En tiempos de Beltrán no había repúblicas bananeras en América Latina: sólo colonias sin disfraz republicano alguno. Pero a don Luis le parecería inaceptable, por bananero, que el armamento de la Argentina por la que él peleó no esté atado al crecimiento de su economía.
Eso era lo que garantizaba institucionalmente el FONDEF, ley de la Constitución desde 2018, que el presidente Javier Milei acaba de voltear por decretazo. Ahora el rearme argentino lo deciden los antojos de un presidente: hoy quiero 10 TAM, mañana no, pasado, no sé.
La eliminación del FONDEF termina con algo más valioso que las armas: saber cómo diseñarlas y fabricarlas. En el fondo, eso decide el autoabastecimiento, y con ello cuándo, cómo y cuánto usarlas. La derogación (ilegal) del FONDEF abona aristocracias cuarteleras, ajenas a la producción dual e indiferentes a la innovación tecnológica. Indiferentes también a que sus paisanos tengan laburo calificado, casa, educación y salud. O no.
El FONDEF tuvo la intención de evitar que el 0,8% del PBI de 2023 se quemara en comprar chatarra descartada de la OTAN. Pero este gobierno llegó para eso. A cambio de permitir la (presunta) renovación de 10 TAM, Milei abandona el blindado 6×6 multirruedas del Mercosur, el Guaraní, y nos va a llenar de Strykers yanquis viejos. Y eso se lo aplauden.
Se pinta un desarme como rearme. Se desmantela la base industrial y diplomática de nuestra soberanía, a cambio de una subordinación geopolítica a la OTAN, como si fuera nuestra aliada.
No lo es ni a palos. Constituye nuestra hipótesis de conflicto número uno, por ciertas islas demasiado famosas. Es una verdad de cajón. El Reino Unido la tiene clara, pero nuestra derecha, tanto la de motosierra y alarido, como la de elegante sport y la de gorra y borceguí, viven negándola.
No le comprés armas a tu enemigo. No te sirven. Ya llevamos 2,4 millones de km2 de caladeros marítimos perdidos ante el Reino Unido, junto con los U$ 13.000 millones/año de pesca que hoy generan para otros. Si chirriamos mucho por ello, cantidad de detritus bélicos comprados a la OTAN se quedan sin repuestos. Y a cantarle a Gardel.
La clase política argentina hace décadas que viene meando a cien metros del tarro en materia de defensa: en lugar de encarcelar a las cúpulas militares genocidas desde el ‘83, fue desmantelando la autonomía en equipamiento lograda, muy contra viento y marea, por tres generaciones de oficiales y tecnólogos patriotas. Como si la culpa del Proceso la hubieran tenido los fierros.
Por eso, AgendAR celebró el FONDEF y la sensatez del Ministerio de Defensa (MinDef) de Agustín Rossi y luego con Jorge Taiana: ante todo, recuperar a estándares actuales y en fábricas propias los viejos sistemas de armas de calidad y fabricados aquí. Y a la cabeza, el TAM.
Modernizado al standard 2C-A2, los tres mayores defectos del TAM serán su falta de defensa contra drones y que habrá pocos: 74 mínimo, 104 con toda la furia, porque no se fabricaron más. ¿Con eso defendés a un país de 2,74 millones de km2? Ni ahí.
¿Por qué tan pocos TAM? Porque luego de Malvinas desapareció el ecosistema ideológico e industrial que los había creado. Es lo que hay que reconstruir.
El TAM, coletazo tardío del industrialismo militar
Durante El Proceso todavía seguían vivos algunos restos del nacionalismo industrialista militar, creador, dueño y animador de una inmensa red fabril. Es difícil describírsela a los argentos sub-cuarenta. No te creen.
A lo largo del siglo XX el nacionalismo industrialista tuvo protagonistas como los generales Alonso Baldrich y Enrique Mosconi en petróleo y Manuel Savio en aceros, trenes, química, armamento e industria pesada. A añadir: el brigadier mayor Juan Ignacio de San Martín en aeronáutica. Todos, incluido de San Martín, vinieron del Ejército.
Ninguno se salvó de pasar tiempo en prisión con cargos truchados. Uno de ellos, Enrique Pistarini, constructor del aeropuerto de Ezeiza, de todas nuestras bases aéreas y de incontables obras logísticas en todo el país, murió de hambre, de frío y sin antención médica en la prisión de Ushuaia.
Casi todo lo que lograron construir fue sometido después a endeudamiento, vaciamiento, privatización, demolición y cierre por sus conmilitones vendepatrias, así como sus abundantes manyaorejas civiles. O viceversa, según la época. El TAM fue parte de las luchas por el alma militar argentina, que hoy ganan los malos por goleada.
Todavía con mando de tropa o atrincherados en empresas como Fabricaciones Militares o reparticiones como CITEFA (Centro de Investigaciones Técnicas de las Fuerzas Armadas), a fines de los ’70 muchos de estos milicos Nac & Pop aún cortaban, pinchaban y decidían. Algunas de sus decisiones estratégicas cambiaron la historia argentina en forma irreversible.
Un ejemplo es la fundación de la planta de aluminio de ALUAR en Puerto Madryn. Se tomó para que la Fuerza Aérea tuviera aluminio nacional para sus aviones. El diseño de planta fue 100% obra de la Universidad Nacional de La Plata. Y como el aluminio metálico es literalmente electricidad congelada, ALUAR supuso la construcción de la represa de Futaleufú, a 300 km., para darle electricidad a la planta.
Medio siglo después, la aeronáutica ya perdió toda veleidad de fabricar aviones propios: los más o menos 150 Pucarás y Pampas que construyó jamás se hicieron con duraluminio nacional. Pero con ALUAR e industrias nacidas “a pie de planta”, Madryn, ciudad expulsora de jóvenes hasta los ’60, desde los ’70 pasó de 5000 habitantes a los 120.000, con RRHH capacitados, alta ocupación, universidad e investigación científica. Parece otro planeta. Y eso se empezó durante la dictadura del general Marcelo Levingston. Pero se continuó durante la de Agustín Lanusse , que no era exactamente un “progre”.
No hay primates que puedan desmentir o revertir esa historia. La silenciaron bien, sin embargo.
En la posguerra, el tanque fue el arma fundamental de casi cualquier ejército moderno. La Argentina tenía en su haber la rareza de haber diseñado uno propio y al parecer bueno (el Nahuel), del cual –típicamente- sólo produjo 12 ejemplares.
El Nahuel parecía una cruza del M4 Sherman yanqui con el muy diagonal y esquinado T-36 soviético. Para hacerlo hubo que inventar habilidades nuevas en forja, laminado, torneado y mecánica de precisión en más de 80 empresas. Algunas eran grandes fábricas del estado, de aviones o de barcos, pero predominaban decenas de PyMES privadas que debieron capacitarse y equiparse “ad hoc”, ganosas de ligar un contrato largo.
Terminada la 2da Guerra en una Europa arrasada y hambrienta, los Aliados ofrecieron 400 Sherman M4 y Firefly de rezago, pagables con trigo argento. Perón se tiró de palomita sobre la oferta, lo cual nos dio una masa enorme de blindados, aunque hechos percha.
Previsiblemente, los Sherman se canibalizaron unos a otros por repuestos hasta que, pasadas dos décadas, quedaron sólo algunos pocos activos: los necesarios para desfiles y golpes de estado. Y los 12 Nahuel, a chatarra. Y sus proveedores, a joderse. Historia repetida.
El error no fue comprar los Sherman. Fue comprar 400, en lugar de 100, y abandonar el Nahuel. Pero eso último no se lo achaquen a Perón.
En los ’60 ya había disputas de fronteras entre Argentina y Chile, o entre Argentina y Brasil por el manejo de las altas cabeceras de los ríos de la Cuenca del Plata. Como el Cono Sur se iba enfierrando, había alertas de podrida regional y prohibición yanqui de equiparnos, al menos a nosotros.
Sin embargo, monsieur le Géneral Charles De Gaulle no recibía órdenes del State Department, parbleu! Con su eterna vocación de fregar a los yanquis, Le Grand Charles decidió darle al dictador Juan C. Onganía lo que éste pidiera.
El presidente de los Bastones Largos tenía ideas cortas y compró mal hasta lo bueno. De ahí salieron los 19 primeros Mirage III para la Fuerza Aérea, una joya… pero sin “offset” alguno. En la jerga, offset viene a ser: “Te compramos 10 Mirage “made chez toi”, Grand Charles, pero me vendés la tecnología, y aquí fabricamos decenas”.
Es conocer la geografía propia: el 8vo país del mundo por extensión no lo defendés con menos de 150 cazas, especialmente interceptores puros de gran trepada pero corto alcance. Es el caso del Mirage.
Brilló en 1967 en la Guerra de los 6 Días, pero en Malvinas conocimos bien sus límites: a altura mediana o baja, no tenía chances contra los Harrier británicos. Y el Mirage llegaba al área de operaciones sin casi combustible para volver. ¡¡Y no tenía lanza de reabastecimiento en vuelo!!
El Ejército en general es más apegado a lo real. La República Federal Alemana ofreció su Leopard M1, pero pesa 42 toneladas y habría colapsado la mayor parte de los puentes carreteros argentinos. Lo otro es que los alemanes no querían saber nada de transferir la tecnología y de que se fabricara aquí.
Nuevamente, De Gaulle aprovechó e hizo negocios. Se firmó la compra de 80 AMX-13 franceses, y la mitad se ensambló en el Batallón de Arsenales 601 de Boulogne Sur Mer, Pcia. de Buenos Aires.
Pero si aquel acuerdo fue bueno, el tanque era una mierda. ¿A quién se le ocurre poner un cañón de 105 mm. en un blindadito de apenas 13 toneladas? En la Escuela de Caballería era “vox populi” que tirando en movimiento y con la torreta girada, te ponías el tanque de gorra.
No obstante se negoció bien la fabricación bajo licencia de ese cañón, que sigue siendo excelente, y sobre todo, la de su munición antipersonal y antiblindado en la planta de Fabricaciones Militares de Río Tercero, Córdoba. Son la herencia que recibió el TAM.
A la luz de los problemas del AMX-13, los milicos Nac & Pop invocaron la sombra terrible del Nahuel y decretaron fatwah antibananera: prohibición de salir a llenar el carrito con el primer oferente europeo. El próximo tanque sería argentino, aunque juntando componentes e ideas en la UE.
De modo que con la RFA como nuevo y perplejo socio y sobre la base del ignoto carrier de infantería alemán Marder, de ThyssenKrupp, se diseñó un tanque medianito y criollo, apto para operar en distintos roles en una geografía mucho mayor, más variada y exigente que la Brecha de Fulda.
Aclaración: la brecha es un par de corredores llanos inscriptos entre las sierras de Vogelsberg, Rhon y Pessart. Allí debía empezar la Tercera Guerra Mundial, quizás tras un cruce en masa del Rhin por tanques pesados T-72 soviéticos y alemanes orientales, todos arremetiendo hacia el Oeste.
Por ello, los MBT (Main Battle Tanks) de la OTAN de aquel entonces pesaban bien arriba de 40 y hasta 60 toneladas y gastaban ñoncas de 120 mm. con ánima lisa, que dan velocidad de vuelo a la munición perforante. Esos MBT son tanques diseñados para trenzarse con los soviéticos, y viceversa, todo en un marco de llanuras logísticamente bien servidas de rutas, vías férreas y canales.
Los campos de Fulda son sitios adonde un tanque MBT llega a la batalla en tren, quizás en camión con acoplado, y más raramente, rodando por asfalto. Y ya en combate, pega y recibe tiros generalmente horizontales. Nada más ajeno a la lucha en tres dimensiones que un MBT de los ‘70, y por eso fracasan a lo grande en Ucrania.
But this is Argentina, octavo país del mundo por superficie seca: aquí caben 4 Ucranias y media, o 5 Francias, pero casi el 70% del territorio es árido, o montañoso, o despoblado.
De yapa, todo está cada vez más lejos de todo, porque desde 1958 una caterva infinita de turros y vendepatrias viene clausurando ramales de tren, y las rutas son y seguirán siendo una perdición.
Los malos tienen más yeites. Mientras los milicos Nac & Pop discutían acaloradamente el TAM como alternativa nacional a la compra de MBTs como los M-60 brasucas y los Leopard chilenos, el Ministro de Economía, José Martínez de Hoz, iba cerrando 10.000 km. de vías férreas, clausurando 1000 de las 2400 estaciones, echando a 66.000 ferroviarios y desguazando las 6 líneas patagónicas sin interconexión al sur del ramal Roca.
De este modo, los ágiles TAM perdían toda logística asistida terrestre, salvo la macilenta ruta nacional 3 o la impasable 40, en casi 750.000 km2 de Patagonia Argenta. El general Augusto Pinochet debía relamerse.
En este cuadro, el MBT tipo de la OTAN, con su sediento motor de más de 1000 HP no sólo no cruza ningún puente argentino: se vuelve un búnker inmóvil de fierro al toque de quedarse sin gasoil, si nos tomamos el trabajo de bombardear los camiones cisterna a retaguardia. Aquí se necesita otra cosa más autónoma.
La batea del Marder, livianita como la de todo transporte artillado de tropas, tenía el motor delante en lugar de atrás. Esa misma idea había sido ganadora cuando compramos la licencia del AMX-13, y gustó y se conservó a la hora de diseñar el TAM.
Un MTB con motor delantero es más raro que un perro verde. Los israelíes, sin embargo, adaptaron ese truco para su bestial MBT Merkava: el block de un diésel grandote da blindaje adicional a la tripulación contra corchazos por frente, los más frecuentes en lucha blindada. Y la tripulación, como todo recurso humano calificado, es la parte más cara de cualquier tanque.
El truco también protege bastante la munición del cañón de 105 mm. Eso permite llevar a bordo del TAM una alta cantidad de corchos: arriba de 50 (el AMX-13 cargaba sólo 12, en comparación). La oruga del TAM es de fierro y no de goma, menos durable. Y es que sin trenes ni rutas capaces de bancar camiones-plato, un TAM debe llegar por las suyas al frente, y más rodando por ripio y piedra que por asfalto.
Los de Thyssen se rascaban la cabeza ante la suma de rarezas gauchas que iba saliendo, pero “der Kunde hat immer recht”, que en el castellano de revistas argentinas de negocios significa: “El customer está siempre right”.
Los nibelungos pensaban que éramos bastante pelotudos (Arschlöger!!). ¿Por qué no adoptar algún blindado multirruedas, en lugar de calzado con orugas? Son más rápidos y dan más autonomía. No dejaban de tener una parte de razón.
En los ’70 ya lo hacían los sudafricanos, con territorios gigantes y caminos horribles. Y es que los boers no se sienten europeos ni tienen el berretín de armarse como si lo fueran. A los brasileños también les empezaba a caer la ficha del multirruedas, y por lo mismo.
En contrapartida, una oruga relativamente ancha y un peso mediano se llevan mejor con los barros de la llanura chaqueña y de la estepa patagónica, en los que podés enterrarte hasta los ejes aunque tengas 6 u 8 ruedas de tracción.
La torreta del TAM se dibujó muy petisa, porque, después del frente, es la parte que se come todos los corchazos del zaino y felón enemigo. En cuanto al cañón, un 120 mm. era potencia al cuete y repetir la historia del AMX-13, aquel enano con tanto garrote que no lograba blandirlo.
Se prefirió el viejo L7 inglés, que ya se fabricaba aquí bajo licencia, con munición y todo. A 2000 metros da una muy buena puntería. Si había que pelear con vecinos grandotes, eran preferibles la movilidad y la exactitud.
Ud. se preguntará cómo un país que cierra sus ramales y sus fábricas de locomotoras y vagones se atreve siquiera a producir tanques. Buena pregunta: son industrias distintas, pero tienen una vasta cadena de proveedores metalmecánicos en común. La misma pregunta habría valido en los ’90, cuando Menem –perfeccionando lo de Martínez de Hoz- nos dejó además sin astilleros.
Lo dicho: el TAM nació en una Argentina que empezaba a evaporarse como ecosistema industrial complejo.
El asunto es si potenciarlo puede servir para resucitarlo un poco. Porque las armas sirven para dos cosas: para crear trabajo, y para no tener que usarlas. Toda guerra, incluso ganada, en el fondo es un fracaso.
Se funda la planta TAMSE para cerrarla
El Ejército capacitó ingenieros mecánicos, armeros, electrónicos y de comunicaciones en Thyssen, y en el predio del Batallón de Arsenales 601 armó TAMSE, una Sociedad del Estado con 15.000 m2 de planta. La firma está en Boulogne Sur Mer, provincia de Buenos Aires. La Fábrica de Municiones de Río Tercero, Córdoba, hacía las torretas, cañones y orugas.
El plan era destetarse carrera marr de los componentes nibelungos y reemplazarlos por nacionales. Y así se fueron integrando Mecatrol, Fiat Argentina, los astilleros ASTARSA y Mestrina, RepMan, Synteplast, Lusol, Pictum, Rodajes Argentinos, Montefiore, Joleni, AEG Telefunken Argentina, Alfredo López, Grisolia y Romero, Técnica Toledo, Champion, Dearmedelec, Tensa y decenas más.
El momento cumbre de la nacionalización del TAM fue cuando los Altos Hornos Zapla, de Fabricaciones Militares, sustituyeron con aceros jujeños al alto cromo los blindajes alemanes.
En 1980 el TAM, con sus escuetas 30 a 35 toneladas, y su coraza y cañón modestos, a fuerza de confiable, móvil y preciso era quizás el mejor tanque de la región. Ésta se iba llenando de viejos MBT, todos muy OTAN, más poderosos pero nada amigados con sus geografías.
El TAM llegó rápido al 70% nacional en valor, y lo único que le quedaba teutónico era el motor diésel MTU, de unos wagnerianos 720 HP. Pero ya se le venía uno nacional, salido de la planta GMD de locomotoras de la Fiat en Ferreyra, Córdoba.
Y todo este despliegue no sirvió de mucho cuando en 1983 entre Martínez de Hoz, la timba financiera, la libre importación y la libertad de repatriar ganancias fundieron el país hasta el caracú. Y trascartón, la guerra de Malvinas, comienzo de nuestro propio “siglo de la humillación”.
TAMSE sólo llegó a construir 247 tanques, que llegan a 400 sumando los derivados de artillería que usan la misma batea: son un lanzacohetes multitubo y un obús autopropulsado de 155 mm. Hay también un vehículo comando, con grandes equipos de comunicaciones.
Con la democracia el TAM tuvo problemas. En la Semana Santa de 1977, el general Ernesto Alais tenía que llegar en 4 horas desde Rosario hasta Campo de Mayo para sofocar el primer levantamiento carapintada del teniente coronel Aldo Rico. Pasaron 4 días sin que llegara.
Los TAM no mostraron en absoluto su famosa velocidad rutera de 80 km/h. El tema de Rico, atrincherado en la Escuela de Infantería, era –sigue siendo- el indulto de los genocidas. Alais tenía su propio pasado negro en Tucumán, como exjefe del Regimiento 19 de Infantería, y poco apuro en enfrentarlo.
Raúl Alfonsín, caudillo radical de Chascomús y padre putativo de la democracia, no puso un mango en recuperar la industria militar. Y no sólo porque el país estuviera fundido. Más bien, Alfonsín inició esa rara tradición criolla de desmilitarizar la política y dejar sin fierros a las Fuerzas Armadas, en lugar de encanar a sus golpistas y represores. Es como cortarle el cable de potencia a una computadora para sacarle los virus. No se los sacás. Pero además, perdiste la computadora.
Pero esa política te gana aplausos externos. Desde nuestra derrota en la Guerra de Malvinas, y justamente porque el Reino Unido ganó muy con lo justo, nuestro programa industrial de defensa está escrito por el State Department, rubricado en Whitehall y traducido en Miami. No es muy largo. Dice: “Argentina no debe rearmarse, punto”. Y le damos bola, como si EEUU nos garantizara la paz, y el desarme garantizara nuestros derechos humanos.
Ya en tiempos de Carlos Menem, cuando el tercer y último alzamiento carapintada, dirigido desde la cafúa por Mohamed Alí Seineldín (lo llamó “Virgen del Rosario”), el 3 de diciembre de 1990 los alzados tomaron la planta de TAMSE.
Tras cagarse el día entero a morterazos y cañonazos con los leales en pleno barrio de Boulogne, los carapintadas se escaparon con 6 tanques TAM por la Panamericana. Los vecinos sobrevivieron todos, no así sus casas.
El último TAM de la columna, sin embargo, se llevó puesto el bondi 314 de la línea 60, que bajaba repleto de gente desde la autopista al barrio. Lo volcó y arrastró decenas de metros. Del arabesco resultante de chapa los bomberos fueron extrayendo a cizalla 20 heridos, casi todos graves, y 5 muertos, entre ellos un pibe de 17 que volvía del cole. Sin palabras.
Aquel día los TAM por fin mostraron su famosa velocidad al rajarse de los leales. Y eso, porque por fin había leales: la tercera rebelión carapintada fracasó por inútil: el presidente Carlos Menem ya había librado de culpa y cargo a los genocidas, y a los altos ofiches con alto prontuario les garpaba más ser re-buenos y re-constitucionales. Pero eso sí, Menem cerró TAMSE.
En fin, a TAMSE luego le sobrevinieron el menemato y la nada: cierre de la fábrica en 1994. Desde entonces, la planta reabrió para consumir componentes de anaquel y recauchutar los TAM remanentes, o en canibalizar los más chotos para garronearle vidas extra a los más enteros.
Luego, para borrar pruebas físicas de la venta ilegal de obuses a Croacia, Menem hizo volar FM Río Tercero. Murieron 7 personas, hubo decenas de heridos graves y desapareció la mitad de la ciudad. Y también se perdieron dos capacidades críticas del TAM: la fabricación del cañón de 105 mm., y la de sus municiones, que desde entonces hay que importar de Israel o de Corea. Cada tiro antitanque tipo “flecha”, o APDS, sale U$ 36.000. Eso explica que practicar tiro con munición sea imposible.
Menem jamás estuvo preso por tanto daño. Murió senador, para vergüenza de su partido y de nuestra democracia.
Con esta segunda modernización a standard 2C-A2, TAMSE tendría algo de sentido y futuro, y también sus proveedores: se necesitan unos 200 componentes metálicos nuevos para actualizar cada tanque.
El problema es que, munición aparte, la cantidad de componentes ópticos, electrónicos e informáticos para la tarea es enorme. Eso ya era difícil cuando existía el FONDEF. Cuando Milei habla de modernizar al menos 74 tanques antes de 2027, miente. Quienes dicen creerle también.
Chile, para el caso, ha venido acumulando muchos MBT alemanes Leopard “de dos cosechas distintas”: 234 modelos 2A4 y 140 antiguos V1. Ambos modelos pesan casi 63 toneladas y llevan cañones de 120 mm: unos terribles Goliaths.
Pero los transandinos son más esclavos de sus errores que nosotros, porque son más caros. La guerra de Ucrania abunda en drones suicidas de unos centenares de dólares que hacen puré a blindados que no bajan de U$ 5 a 10 millones, sin importar si son rusos u occidentales. Eso nos recuerda que la piedra de David era suficientemente buena, y si erraba el tiro, de reposición barata.
Por eso Brasil fue arrimando la bocha a los multirrueda todo lo que pudo. Hoy los primos tienen 470 MBT a oruga de 2da mano: son 91 M60 estadounidenses y 378 viejos Leopard 1 A, de los modelos 5 y 1. Son francamente inútiles y evidencia de pensamiento senil. Pero los brasucas hoy tienen otra visión.
Si los primos entran en un conflicto largo, dependerán mucho más de sus multirruedas Guaraní, Urutú y Cascavel, aunque no son propiamente tanques sino blindados livianos de combate o transportes de infantería más o menos artillados. Los Guaraní son los más modernos, versátiles y equipados, y están reemplazando a los otros dos modelos.
Si se arma entre blindados, hoy a los brasucas les cierra mejor tener muchos carriers mezclados con unos pocos tanques grandes. Para ello tienen el Guaraní 6×6, un IVECO italiano fabricado bajo licencia en Sete Lagoas con la idea de llegar a 2044 unidades, de las que ya se entregaron 650.
El Guaraní 6×6 es un carrier para dos motoristas y plantel de 9 soldados, blindado contra balas hasta calibre .50, metralla de mortero y explosión de minas. Es anfibio, tiene buenos sensores y equipos de comunicaciones, y capacidad de combate autónomo gracias a una torreta telecomandada local RemaX con metras 7,62 mm o .50 mm.
Una torreta estadounidense compatible con el Guaraní puede llevar un cañón automático Bushmaster multitubo de 30 mm., con el que se puede dejar ciego y aislado un MBT de 50 o 60 toneladas alemán, yanqui, británico o francés, sin dejarlo siquiera apuntar su cañón de 120 mm.
El Guaraní es muy multifunción, como el TAM, y su batea sirve para vehículo de comando, para tubos lanzamisiles o para un mortero de 120 mm. Para el caso, la más furibunda y móvil pieza de artillería del Ejército Argentino es el Palmaria, un “howitzer” de 120 mm. de largo alcance montado sobre el muy versátil chasis de un TAM.
Para Brasil, los multirrueda Guaraní, sin importar si son 4×4, 6×6 u 8×8, resultan más ahorrativos, más nuevos, más rápidos y, sobre todo, más propios que sus vehículos de oruga, y ni hablar de sus tanques pesados o MBTs.
Deben haber firmado condiciones muy libres de restricciones con los tanos de IVECO (un brazo de la FIAT), porque planeaban exportar el Guaraní a toda la región. Los vehículos venían con un crédito del BNDES, que viene teniendo un rol impresionante en la exportación de armamento brasileño a decenas de países.
Están casi condenados a que les vaya bien. Pero en el invierno de 2023 el Ministerio de Hacienda de Brasil, dirigido por el trabalhista Fernando Haddad, canceló una orden argentina por 156 vehículos formulada por el Jorge Taiana, cuando era MinDef, apoyado por plata del FONDEF, que acababa de llegar al 0,8% del PBI argento (US 628 mil millones en 2023).
En su momento pensé que era una tremenda turrada, visto que esa cancelación la tiene que haber firmado Lula. ¿Y el Mercosur y el Unasur, qué, Seu Luiz Inacio da Silva? Pero hoy saco cuentas de que los brasucas preveían la victoria libertaria, y que si subía Milei, los íbamos a clavar con el crédito.
Esto viene a cuento de que por primera vez en 40 años de democracia argentina por fin había una platita para rearme independiente de resultados electorales. No es alta tarasca, pero frente a la inopia invicta desde 1982, permitiría ir regresando, en tal vez una década, tal vez en dos, a mínimos de credibilidad disuasiva.
Hemos hecho el experimento geopolítico de carecer de autodefensa durante 40 años, siendo dueños (aún) del país número 8 del mundo por extensión territorial indiscutida. Más de un imbécil cree que eso nos salió bien.
Bien, un carajo. Una cosa es meter genocidas en cana. Otra cosa es dejar desarmados a los milicos NO genocidas, y con la obligación incumplible de defender territorios gigantes.
¿Cuánto de incumplible?
El precio del desarme unilateral
Nadie que conserve 3 submarinos viables, una flota de mar medianita, un portaaviones, aviación naval y grandes astilleros especializados está obligado a humillarse como la Argentina, aunque haya perdido una guerra.
Pero Carlos Menem, Mauricio Macri y el tiempo lograron que perdiéramos también los astilleros, el portaaviones, casi toda la flota, y los submarinos y aviones. El FONDEF fue lo único que hizo el kirchnerismo para empezar a mitigar el “cuesta abajo en mi rodada”.
A un país que se desarma a pedido, no se lo respeta. Nuestra cancillería, con pocas y breves excepciones, no es famosa por defender a su país. Pero integra un poder político que lleva décadas desmantelando de equipamiento y RRHH a las Fuerzas Armadas. ¿Qué credibilidad tendría si pateara el tablero actual?
Las consecuencias territoriales de la Guerra de Malvinas por ahora se expresaron mayormente en el mar, lo que permite practicar una perfecta ignorancia de lo que llevamos perdido y estamos por perder.
Con la desaparición de su Armada, la Argentina se aseguró el descontrol sobre ese millón residual de km2 que le han dejado de ZEE indiscutida. Allí, por pesca pirata o legal pero incontrolada, el país está perdiendo U$ 4.500 M/año de materia prima.
Si se le añade el valor para llegar a los anaqueles del Hemisferio Norte, son casi U$ 14.000 millones, cálculos de César Lerena, experto en pesca y en romperle las pilkes a nuestros cancilleres. Tarea patriótica y hoy por hoy estéril, si la hay.
A partid de 1986, se fue imponiendo la ley de las 200 millas de Zona Económica Exclusiva a partir de las líneas costeras de base de CONVEMAR, organismo de las Naciones Unidas para fijar límites marinos.
Con eso, en lugar de 11.410 km2 del archipiélago malvinero y sus 12 millas desde la línea de base costera, en los años siguientes, y reclamando sus 200 millas, paso a paso, el Reino Unido fue arrinconándonos contra la costa y expulsándonos del Atlántico Sur.
Como dueño por fuerza de los tres archipiélagos australes (las Georgias y las Sandwich), ya se apropió de modo efectivo de 1.639.900 m2 de Plataforma Continental Argentina donde hasta 1982 podíamos pescar con titularidad semiplena. Pero esa zona hoy la administra Londres.
El negocio de la venta de licencias pesqueras emitidas desde Port Stanley logró que desde la guerra de Malvinas, las pesqueras españolas, chinas, coreanas, taiwanesas, japonesas, polacas (and what not) levantaran 47 mil millones de toneladas de varias especies de muy diverso valor, y sin pagarnos un mango.
A alrededor de U$ 4000 la tonelada genérica, Lerena calcula que llevamos perdidos unos U$ 188 mil millones. Ojo, Lerena no computa los puestos de trabajo perdidos en buques, plantas de fileteo y envasado y astilleros argentinos. Porque teníamos más de 22, y eso contando sólo los grandes, y salvo 3, todos privados.
Tampoco computa el “by catch”, o pesca incidental, típicamente lo que tiraste muerto al mar para hacer espacio en bodega, ya que pintó merluza grande, más valiosa. Tampoco computa los trasbordos ilegales desde pesqueros a “reefers”, barcos factoría congeladores, más allá de la milla 200.
En 1970 aquí no había pesqueras que no fueran nacionales. Tras la catástrofe de Malvinas, en realidad mucho más política y social que militar, hoy 7 de las 10 principales exportadoras con planta de fileteado en tierra son españolas y chinas. ¿Y las viejas marcas argentinas de pescado enlatado, como La Campagnola, o Mellino, o Estrella de Mar? Kaput.
¿Cuántos miles de puestos de trabajo argentinos costó eso? Aproximadamente 6000 con el hundimiento de las conservadoras marplatenses. Cerca de 40.000 en toda la costa, durante el colapso biológico del Mar Argentino entre 2003 y 2006, vaciado a mansalva por las pesqueras españolas. Eso es una pérdida peor que arriar la celeste y blanca en Stanley, aunque sean consecuencia y causa.
Hay unos 120 buques extranjeros que pescan en las islas demasiado famosas, con licencia emitida por Stanley, y extraen unas 250.000 toneladas y gozan de puerto y servicios logísticos en Montevideo.
Pero esos son apenas la frutilla de la torta. Atraídos por la evidente falta de defensa territorial argentina, desde hace una década nos visita cada estación cálida una flota de ya 650 barcos asiáticos, mayormente chinos, que operan desde la milla 201 durante el día. De noche se meten en la ZEE, con las radiobalizas identificatorias apagadas.
Ud. habrá notado, como cliente de hipermercados extranjeros (son los que quedan), que desde 2015 desaparecieron las secciones de pescadería. Tenían aquellas enormes góndolas llenas de hielo picado y reluciente pesca del día, nunca menos de 10 especies.
Hoy las reemplaza una heladerita miserable de congelados, o un mostradorcito amarrete con cuatro merluzas hubbsi minúsculas, muertas en la niñez porque ahora se pescan juveniles.
Eso indica que los tres caladeros del Mar Argentino están nuevamente para atrás y al borde del colapso, como entre 2003 y 2008, o que hay una decisión firme de abastecer ya no a España, sino también a China. Lo que lleva a que el consumo argentino individual de pescado sea de 5 kg/año, contra más o menos 17 kg. promedio de las 193 naciones. Nuestro acceso dietario al pescado más o menos el de Paraguay.
Lo oigo rechinar: “Hablá de tanques, aparato”. Téngame paciencia.
Sólo Bolivia ranquea debajo del nuestro. Pero hablo de dos países enérgicamente mediterráneos. Nosotros tenemos Tendría 6.816 km, según el CONICET, 5.087 km. según el Servicio de Hidrografía Naval, y 4.725 según el Instituto Geográfico Militar. Y son tres buenas instituciones científicas.
Lo escalofriante es que desde que nos corrieron a tiros de las Malvinas, nuestro trauma cultural con el mar es tan grande que no tenemos idea de cuánta costa tenemos sobre el Atlántico.
Cuando La Embajada nos caga a pedos por permitir tanto chino suelto en nuestro millón de km2 residual de ZEE, nos ofrecen patrullar, siempre generosos, con sus guardacostas, la US Coast Guard. El primero que picó la carnada para pedir ese “servicio” fue el gobernador mileísta de Chubut, Ignacio Torres, y ofreció darles puerto permanente: un patriota. Posó para la foto con el inevitable embajador Marc Stanley y otros pescados.
Pero como eso todavía es infumable para el resto del país, la Prefectura o la Armada reciben órdenes de capturar simbólicamente a algún pirata al voleo, en tiempos de Mauricio Macri, sin ir más lejos. No es que les sobren efectivos para ello, ni que sea tan fácil: a veces hay persecución rumbo a la milla 200, e intentos de colisión por parte de los pesqueros, y tiros.
Cuando se prende alguno se lo trae a puerto y la prensa boba se hace una fiesta de argentinidad al palo. Pasadas las celebraciones, los jueces federales de lugares “hot” como Comodoro Rivadavia duermen el expediente hasta que triunfa el perdón cristiano, o todo prescribe, lo primero que suceda. Y después el buque regresa silbando bajito a su patria y su piratería.
No se puede repetir mucho la patriada, porque China también se enoja. Y lo que le falta aquí de manija política, le sobra de económica.
Si se los decomisara, sería un problema qué hacer con las tripulaciones, normalmente filipinas, malasias y semiesclavas. ¿Cómo remitirlas a sus países de origen? Pero además son tantos los buques que no habría lugar para ponerlos en los muelles de los puertos patagónicos.
Y como las naves no tienen valor comercial (son chatarra que flota de milagro), las patronales los abandonan hasta que se terminan inundando y hundiendo. El primer caso que conocí fue el del Mar Brillante, chino, abandonado y naufragado en Puerto Deseado. Fue un grave despelote, con buzos tácticos de la Prefectura y explosivos, remover ese casco.
Cosas así pasaron varias veces antes y también desde entonces. El modo de joderlos bien jodidos a los piratas es simple: les decomisás de oficio las artes de pesca, generalmente más costosas que el barco. Y a cantarle a Gardel. Los jueces lo saben. No lo hacen.
En este cuadro, de los 965.314 km2 de territorios secos antárticos argentinos que forman nuestro novedoso y re-patriótico mapa bicontinental, olvídate, cariño. Pero en lugar de la propiedad virtual de esos lares polares, me interesaría poder defender, para empezar, las provincias patagónicas. Y es que según el rumbo que traemos, el próximo mapa argentino sorprendente terminará más o menos en el Río Colorado.
¿Pero este no era un artículo sobre tanques, y específicamente, de la renovación del TAM? Lo sigue siendo. Ese tanque se diseñó para llegar hasta los Andes y bloquear los pasos desde Chile, así de simple.
Las guerras entre estados pobres pero con enormes fronteras son malas. Suelen terminar con ambos contendientes proclamándose ganadores, con el mismo mapa con el que empezaron, y con un duradero “amén” de millones de muertos y heridos y devastación social, económica y ambiental.
Sucedió con el conflicto entre Bolivia y Paraguay (1932 a 1935), y también con el de Irán e Irak (1980 a 1988).
En una guerra corta y sorpresiva, estilo la de los 6 días entre Israel y sus vecinos árabes, por equipamiento y preparación Chile nos sacaría media Patagonia en días. Si no lo ha hecho (todavía), es porque con nuestros ventajas educativas e industriales remanentes, generamos dudas.
Podemos transformar una blitzkrieg en una guerra de desgaste, y seguirla y seguirla. Si terminamos peleando con palos y piedras, al menos podemos fabricar nuestros propios palos y piedras. Con su negativa a la educación pública y gratuita casi incólume desde 1818, Chile no tanto.
El año pasado me alegré de que Taiana como Ministro de Defensa destinara el FONDEF a, entre otras cosas, modernizar el viejo TAM. Pero si queremos modernizar más de 10 tanques a estándar 2C-A2, será mejor que la tecnología nueva en sensores y computadoras no las ponga Elbit, de Israel, sino INVAP, Fixview y otras empresas argentinas que diseñaron sistemas radáricos, ópticos e infrarrojos, y plataformas estabilizadas.
No me interesa tanto el tanque, porque estamos en una época en que son alimento balanceado para drones. Me interesan más las cadenas de valor industrial que pueden sustentar ese tanque. Y construir en Argentina, donde también está IVECO, los Guaraní que Brasil no se atreve a vendernos para que no lo clavemos en plata. Y artillarlos aquí.
By the way, INVAP, a quien Macri le suspendió todos los drones del Proyecto SARA en 2016, ahora está diseñándole sistemas antidrón al Ejército Argentino.
El TAM estará con nosotros bastante tiempo. Pero necesitamos desarrollar misiles de infantería, baratos, suficientemente buenos, fabricables en masa y de tecnología propia.
Y sobre todo, necesitamos radares, sistemas de guerra electrónica y drones. No sólo aéreos sino terrestres, marinos y submarinos. Son lo sencillo, lo barato, lo posible. Y son el futuro.
Nadie empata una guerra con armas prestadas. Ni siquiera con armas regaladas. Ucrania, damas y caballeros, no lo está logrando.
El general Manuel Savio, al que recordamos aquí, habría entendido bien por qué. El general San Martín, también.
Necesitamos otro Fray Luis Beltrán.
*Director del portal AgendAr. Título de la publicación original: “La historia del TAM y el desarme del ejército argentino”.
Fuente: AgendAr / Zona Militar