Sin ofensa ni temor 149. Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Reproducimos el artículo firmado por Damián Cinquemani y Sergio Fontana, donde ensayan sobre la libertad, la igualdad, el odio, el rencor y el egoísmo. Una lectura apropiada para los tiempos que corren.
El Editor Federal
El problema que metieron entre nosotros es el del egoísmo y el odio. Porque es fácil la postura de opinar y verlo desde la óptica cómoda debajo de un techo o de una cama bien armada, una heladera casi llena, un televisor de 42” con un cable que muchas veces cuesta pagar o unas lindas vacaciones. Pero… realmente, ¿eso es la libertad?
Vamos recién por los primeros meses de un gobierno que nos está pasando de frente como un camión con acoplados, en un pico de días de un gobierno liberal de ultraderecha. Una animadversión hacia aquellos sin empatía recorre por nuestras venas, sólo digna aquéllos que se miran al espejo y ven apenas su ombligo. O directamente ni se ven. Nos preguntamos: ¿Por qué una parte de la sociedad se ha vuelto tan apática? ¿A dónde desean llegar?
Lo que debemos derribar de nuestras mentes colonizadas es el concepto falaz de “libertad” en un sistema que nos pega de frente en el cuerpo, penetrando la piel como el viento a 300 km/h. Acaso, ¿no venimos sin nada y sin nada nos vamos? ¿Realmente se encuentra la felicidad en lo material? ¿Seremos libres pensando de esa forma? ¿Qué es la libertad realmente? ¿y la Igualdad? ¿Hasta dónde llegan nuestras libertades?
Muchas preguntas y algunas respuestas cargadas de odio, rencor y egoísmo que nos llevan solamente al abismo. Pero que en estos escritos trataremos de responder.
Semillas
Nuestra hermosa Patria, en donde tiramos una semilla a la tierra y nace un árbol, es ejemplo mundial en derechos humanos. Por ejemplo, el derecho a la licencia por maternidad, que en los Estados Unidos no existió hasta 1994 y que las mujeres y los hombres de Argentina tenemos hace añares. O el derecho a ser atendido en un hospital estatal en forma gratuita, derecho que tampoco existe en el país del Norte.
Nuestra Patria está entre las más grandes y con más riqueza del planeta, con niveles de igualdad que otros países envidian y quisieran para ellos.
Es cierto que falta más igualdad y que falta mejorar el Estado; pero eso no lo vamos a lograr con liberalismo, no lo vamos a lograr sacándole a los pobres, la verdadera casta para este gobierno de insensibles. Eso se logra repartiendo lo que los ricos roban subiendo los precios de la mercadería y bajándose los salarios.
La libertad de los liberales, autodenominados libertarios, es la libertad de “mercado”. Es libertad sólo para las multinacionales y los oligopolios que jamás piensan ni pensarán en el pueblo.
¿Por qué los libertarios siempre ven al otro como un ignorante que solo busca “mamar la teta del Estado”? Justo ellos, los liberales, que se enriquecen usando al estado para beneficio individual. ¿Será que proyectan?
El Estado está para asistir a todos los que necesitan trabajo, educación, salud y se mejora con la participación de la comunidad. Ejemplos hay en nuestra historia. Uno es la congestión sindical de SEGBA entre 1973 y 1976. El otro es la re-estatización de la empresa de Aguas Argentinas (AYSA). Esa empresa, cuando fue privatizada funcionó mal, no puso cloacas a la población. Fue recién cuando Néstor Kirchner la estatizó que comenzó a extender el derecho a cloaca como nunca antes.
¿Por qué no podemos pensarlo o imaginarlo como una madre que si nos ve acongojados nos tiende una mano para levantarnos y seguir caminando en la vida? Quizás porque se ven poderosos, con autoridad moral y ética para no verlo así y lo añoran como un gigante monstruo que debe desaparecer si no les gusta cómo y para quien lo hace.
La raíz del problema
El problema político, económico y social en nuestro país data de largas épocas. Los liberales en el poder solo hicieron negocios para unos pocos.
El liberalismo empezó con la dictadura de Videla en 1976, la dictadura que prohibió desde la minifalda hasta el pelo largo, del derecho a huelga hasta los centros de estudiantes. La dictadura prohibió la libre expresión y circulación. La dictadura que secuestró opositores y el robo de bebés. Justamente fue ésta dictadura liberal la que cortó la libertad – ¿paradojas? ¡Quién sabe, ¿no?! –
El nacionalismo con el pueblo como protagonista, el de Yrigoyen protegiendo las industrias y poniendo en órbita la petrolera nacional, gracias al general Mosconi. Y el de Perón, que puso la Justicia Social y la libertad a la orden del día. La libertad de trabajar, de opinar y de votar sin fraude. El que puso el capital al servicio de la economía y del bienestar social y no de unas pocas familias. El que le dio dignidad al pueblo argentino, al subsuelo de la patria que se sublevó y subvirtió el orden establecido.
El problema que metieron entre nosotros es el del egoísmo y el odio. Porque es fácil la postura de opinar y verlo desde la óptica cómoda debajo de un techo o de una cama bien armada, una heladera casi llena, un televisor de 42” con un cable que muchas veces cuesta pagar o unas lindas vacaciones. Pero… realmente, ¿eso es la libertad?
“No se puede ser feliz en soledad o en una sociedad que no se realiza”. De esta manera sostenemos que la libertad como te la quieren mostrar no existe, y que la meritocracia es una mentira creada por el liberalismo para hacernos creer en la individualidad y no vernos frente al espejo de la sociedad. Por lo tanto caemos en la teoría de Thomas Hobbes, donde dice que “el hombre es un lobo para el hombre” y que necesitamos entregar nuestra soberanía a un tirano y loco con aires de grandeza y superación, que nos dice que debemos ser como aquella argentina semicolonial y probritánica del siglo XIX.
Sin embargo, lo que en realidad queremos es que haya igualdad entre nuestros pares, en una comunidad organizada, que piense y luche por los derechos colectivos y no individuales. Porque finalmente “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino.” (Juan Perón,1974).
Fuente: El Aluvión