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14 agosto, 2025
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Los precios en el “Mágico Mundo del Color”

La antología del disparate del IPC mensual del INDEC, marcó una inflación del 1,9%. Qué dicen las empresas formadoras de precios.

Redacción

La discusión respecto de las mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) deben terminarse porque la evidencia es abrumadora. Allá lejos y hace tiempo, en 2014 cuando todo esto era monte, decíamos que las mediciones de inflación no correspondían a aspectos significativos para la realidad de la mayoría de las familias del país. No se contemplaban los alquileres y no se reflejaba la dimensión real de los aumentos en alimentos. Debe reconocerse que en otros rubros -servicios, por ejemplo- las variaciones no eran abrumadoras.

En aquel momento se invitaba al INDEC a actualizar sus modelos de relevamiento, ya que los mismos tenían una década de vigencia. Sin embargo, no hubo escucha.

Durante el gobierno de Macri, su apagón estadístico y demás toqueteos, decíamos: “ante el INDEC medía mal; ahora directamente no mide”. Ese gobierno pasó. Luego, vino el de los Fernández-Massa, hicieron un cambio de aros y siguieron adelante; descontado que Argentina había retomado los vaivenes inflacionarios desde 2018. Terminaron estos y vino Milei. Nada ha cambiado en materia de mediciones.

Lo cierto es que hasta el FMI ha recomendado al Gobierno argentino a que acomode y actualice los estándares del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que releva el INDEC mensualmente, ya que -según el organismo internacional- debe “reflejar con mayor precisión los cambios estructurales en los patrones de costos y mejorar la calidad de los datos”.

Ayer por la tarde se conoció el IPC de julio, y sus cifras engrosaron la antología del disparate. El informe dice que la inflación del mes pasado fue del 1,9%. Que las de los últimos doce meses alcanzó el 36,6%; y que la acumulada en lo que va del año 2025, está en los 17,3%. En algo el INDEC fue “honesto”: la inflación subió. En mayo había dado 1,5 y en junio 1,6%.

En cuanto a los rubros, el informe detalla que el de mayor aumento fue “Recreación y cultura”, con un 4,8%; seguida de “Transporte”, que subió un 2,8%, por alzas en transporte público y funcionamiento de equipos de transporte personal. El rubro “Restaurantes y Hoteles” registró una suba de 2,8%; “Comunicación” alcanzó un 2,3%; “Bienes y servicios varios”, 2,1%; y “Educación” un 1,9%.

“Alimentos y bebidas no alcohólicas” dio la nota: sólo reflejó un incremento del 1,9% (inconcebible de admitir para quienes realizan compras periódicamente).

Luego detallan otros rubros con guarismos igual de inverosímiles. Para “Equipamiento y mantenimiento del hogar” hubo un incremento del 1,5%; “Vivienda, agua, electricidad y gas y otros combustibles” un 1,5%; “Salud” un 1,1%. Las dos divisiones con las menores variaciones de julio fueron “Bebidas alcohólicas y tabaco” (0,6%); y “Prendas de vestir y calzado” (-0,9%).

Las cadenas de comercialización y los precios

Días atrás, el diario Tiempo Argentino publicó un informe firmado por Patricio Ballesteros, donde detalla aspecto de la formación de precios de las grandes empresas de alimentos y de productos de consumo masivo. Según su desarrollo, las firmas comenzaron el mes de agosto con listas de precios con subas entre el 3 y el 9% en la mayoría de sus artículos al público. Dinámica similar a la vista en abril pasado, cuando tras la apertura del “cepo”, casos como Molinos Río de la Plata y Unilever, enviaron listas con aumentos de entre el 7% y 12%.

Hay proveedores de las grandes superficies, pero también de los supermercados de cercanía y de los autoservicios, que dependen de insumos que están atados al tipo de cambio (plásticos, papel, tintas, pegamentos, colorantes), y el salto en la cotización desde $1.290 a $1.380 repercutió en costos y precio final.

Las aceiteras AGD y Molinos Cañuelas enviaron nuevos valores con un incremento del 5% al 7%. Las empresas que producen harinas y derivados, remarcaron a partir de la suba del precio del trigo -que registró un 17% durante julio-.

Arcor, por su parte, incrementó entre el 3% y 5% sus precios; y Mondelez entre el 7% y 9% La multinacional Unilever aumentó en promedio un 8%, mientras que Colgate y SC Johnson el 7%. Los productos de la marca Serenísima, de la empresa Mastellone, aplicaron un aumento del 4%; y Danone – alimentos, lácteos y bebidas- subió en promedio el 3,5%.

El informe de Ballesteros también da cuenta de lo que dicen algunas entidades empresarias. Por ejemplo, la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) -agrupa a la mayoría de los grandes fabricantes de alimentos y bebidas-, alegó que “los movimientos en el tipo de cambio requieren monitorear y evaluar escenarios de impacto y posibilidades. La transmisión a precios no es automática, no es proporcional ni lineal”.

La Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas, por su parte, adujo que el impacto del salto del dólar en los precios de productos como galletitas, fideos y harinas todavía es bajo, variaría entre el 2% y 4%. Pero en los comercios de barrio, como almacenes, carnicerías, granjas, verdulerías, fruterías, panaderías, se registraron aumentos aún más altos a los que reciben de sus proveedores o mayoristas.

Al comercio de barrio, también lo perjudican el precio de los combustibles (en agosto ya aumentaron el 1% todas las compañías), y las tarifas de los servicios públicos (en gas hasta el 2,8% y electricidad un 2% este mes). Si bien hay productos en los que tiene mayor incidencia el costo de la energía eléctrica y el gas en su elaboración, o el flete (como los lácteos), estas tres variables son una parte importante en la formación del precio final, porque además del arrastre en cada eslabón de la cadena, repercuten de lleno en la venta al consumidor.

En fin… nada indica que los precios descenderán. Mucho menos que aumenten los salarios. Sin embargo, INDEC continuará en su “Mágico Mundo de Colores”.

Fuente: INDEC / Tiempo Argentino

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