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La corona británica designó nuevo administradora para encabezar políticamente la invasión en Malvinas e islas del Atlántico Sur. Alison Blake, está en el archipiélago y no perdió tiempo en provocar a la Argentina. Por aquí, sin embargo, no pasa nada.

Redacción

La gerenta representante de la invasión, prometió a los kelpers “defender y promover” su autodeterminación como británicos. Deja en claro, cuáles son sus órdenes respecto de lo que será su desempeño en nuestro Atlántico Sur: sostener el carácter de invasores de dicho territorio y de haber implantado una población no originaria de la región.

Blake, viene de cumplir el cargo de agregada militar y embajadora británica en Afganistán; país que también había sido invadido por tropas de su país en colaboración con las acciones bélicas impulsadas en dicha región por Estados Unidos.

El lógico que el reino de Gran Bretaña esté sacándose el velo democrático y pacificador que intentó comercializar en la opinión pública internacional desde mediado de la década de ’90 en adelante. Hoy, ante su profunda crisis económica, laboral y social, la despreciable Albion debe raspar el fondo de la olla para buscar y revalorizar su estirpe imperial.

De todas formas, cuenta en nuestra región con unos cuantos aliados. En primer lugar, el presidente de Uruguay, Lacalle Pou, brindó semanas atrás absoluto respaldo a las operaciones británicas en la región, disfrazadas de acuerdos petroleros y se asistencia recíproca, inconsultos con el pueblo oriental. En Chile, los funcionarios de la cancillería de Boric, se esmeran en justificar, las irregularidades en las que ha incurrido el país trasandino al mantener el puente logístico con las islas que data desde los tiempos de Pinochet; en lugar de desarticular dichas operaciones y trazar una estrategia conjunta con nuestro gobierno nacional de cara a el Atlántico Sur, el Pacífico Sur y la la península Antártica.

Finalmente, el mejor favor de todos a la gerencia de Blake se lo está realizando el Gobierno Argentino, al cederle la capacidad geopolítica de definir qué se puede hacer y qué no se puede hacer, en nuestros territorios marítimos, insulares y antárticos. Incluso, ante reclamos de las autoridades provinciales de Tierra del Fuego – recordemos que el territorio invadido es parte de esa provincia –, de que el Gobierno Nacional adopte posturas más firmes en el terreno diplomático; tanto Cancillería, como las dependencias abocadas al tema Malvinas, se han dedicado a confeccionar manuales, donde nos pretenden enseñar a los argentinos, que no hay que denominar a los kelpers como invasores; ni tampoco como “kelpers” a secas. Esto es así, porque ese es un término discriminatorio de los propios británicos hacia esa gente. Si nosotros, llamamos “kelpers” a los kelpers, estaríamos incurriendo en una doble discriminación.

Para cerrar, unos datos curiosos: además de la condición de invasores, y de usurpar un punto geopolíticamente estratégico, los doblemente discriminados kelpers, gozan de una renta anual per cápita de 120 mil dólares anuales, por solamente estar invadiendo el territorio.

Mantener la vida de los casi 3.000 habitantes, le sale a la corona británica casi 35 millones de dólares por año. El resto es rentabilidad pura y dura, sobre las cuales se sientan la reina, sus súbditos y los doblemente discriminados invasores en las islas.

Hasta aquí, más allá de las quejas, el resultado diplomático de la Cancillería argentina, deja mucho que desear.

Fuente: Agenda Malvinas / Mercopress

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