Se cumplieron dos décadas de la gran ampliación de la Unión Europea. Buenas, malas; excusas y reproches hacia los países incorporados. A los ya sabidos argumentos anti rusos se suman, consideraciones de advertencia si el conflicto en Ucrania no se consolida hacia un cese de hostilidades.
Redacción
Ayer, 1° de mayo, la Unión Europea (UE)conmemoró las dos décadas de la “la gran ampliación”. En 2004 el bloque de países pasó de 15 a 25 miembros con resultados dispares.
Desde las comunicaciones oficiales de la UE dicen que la adhesión de diez nuevos miembros ha dado lugar a una importante “convergencia de las economías”, que llevó a que los Productos Brutos Internos (PBI) de los nuevos Estados miembros pasó del 52% de la media europea en 2004, al 80% en la actualidad.
En aquél 1° de mayo de 2004, la «Europa de los 15» se convirtió en la «Europa de los 25». Tras una larga década de negociación, incorporó a las islas Estado, Chipre y Malta, al tiempo que también sumó, a ocho países de Europa Central y Oriental: la República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia.
Se supone que estimativamente, la Unión Europea ha desembolsado unos 515.000 millones de euros a los diez países desde su adhesión en 2004.
Según la Comisión Europea, tales fondos se distribuyeron de la siguiente forma: Polonia 237,6 millones de euros; Hungría 83,4; República Checa 73,3; Eslovaquia 38; Lituania 30; Letonia 17,6; Eslovenia 14,2; Estonia 13,6; Chipre 4,6; y 3,2.
En cuanto a lo denominado como “democratización y el Estado de Derecho”, según los parámetros de la UE, los resultados son más desiguales y contribuyen a crear una paradoja. Es decir, que a pesar de un importante crecimiento económico y de un aumento real del nivel de vida, los países de Europa Central y Oriental votaron a partidos generalmente críticos con la integración europea, como ilustran los casos emblemáticos de Polonia y Hungría.
En ambos países, han triunfado electoralmente líderes asociados al conservadorismo liberal y elitista. Sin embargo, las UE no critica el alineamiento de los mismos en cuanto a su actitud y colaboración respecto del conflicto en Ucrania.
Lógicamente, no se puede esperar en estos casos, una autocrítica profunda de parte de la Unión Europea o de la fuente de origen francés que utilizamos para este informe.
Según estas, existe una “mejora documentada de la gobernanza en los Estados bálticos y Polonia después de la adhesión”. Para las fuentes, la diferencia está en que la incorporación al bloque se produjo en un contexto de crisis generalizada que se desencadenó durante la década siguiente a la caída y disolución de la URSS.
Sin embargo, la perspectiva oficial en la Unión Europea señala que entre 2017 y 2024, la calidad del gobierno cayó en todas las regiones polacas. Estos antecedentes condicionan a futuro al bloque de países, porque son parámetros que se están tomando en cuenta de cara a analizar las posibles incorporaciones de Ucrania y Moldavia.
En criollo, la UE parece decir que la culpa es de los rusos, ya que la enorme influencia cultural por sobre Polonia y Hungría, trae aparejados los problemas mencionados luego de dos décadas.
Al mismo tiempo, la UE prepara el argumento para el recule en chancletas de cara a no incorporar a la devastada Ucrania y su vecina Moldavia.
Si bien todos son europeos, hay algunos más europeos que otros.
Fuente: Le Grand Continent