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Esa parece ser la conclusión de un informe publicado recientemente por el sector exportador de cítricos del NEA. La clave del diagnóstico tiene un eje determinado: la caída de demanda global y los altos costos que significa movilizar la cadena, cuando son pocos los resortes que se controlan soberanamente.

Redacción

Días pasados, la Cámara de Exportadores del Citrus del Noreste Argentino dio cuenta del estado de situación de la actividad mediante un informe donde se hizo hincapié en varios aspectos conocidos.

El documento confirma el ciclo de alta producción de fruta obtenido, cosa que debería facilitar el abastecimiento a los distintos tipos de demanda. Sin embargo, destacan, “en medio de una situación económica restrictiva que contrae la decisión de compra de los consumidores”. Es decir, el mercado interno no está en los niveles de demanda que incluso tuvo en años malos en términos de producción.

Por otra parte, y esto es un aspecto que se destaca recurrentemente, la última opción del productor – luego de la exportación y el mercado interno -, es la industria. Por las mismas causas de caída del consumo, la industria tampoco demanda lo suficiente; al tiempo que, dado el stock disponible, tampoco dicho sector posee capacidad para absorber y procesar tanta fruta.

Este es otro síntoma de la situación real más allá de lo meramente coyuntural: la capacidad instalada del eslabón industrial tampoco creció.

Algo lógico. Olvídese de la malaria actual. Si la fruta fresca es demandada por el mercado interno y la exportación a mejor precio, el productor optará por el camino del fresco. Visto desde el otro lado del mostrador, si el mercado no demanda producto industrializado, sea por costumbre o por precio final; y la venta externa de procesado no es competitiva; el eslabón industrial tampoco va invertir para aumentar su capacidad.

Si se analiza que desde hace al menos 8 años los bolsillos de las familias vienen perdiendo capacidad de consumo, todos estos elementos se alinean al compás.

El sector exportador, por su parte, se queja de los temas habituales: un tipo de cambio fijo y no competitivo; más los siempre “altos” costos de producción según su punto de vista; más las dificultades logísticas por falta de disponibilidad de contenedores refrigerados o abundancia de fletes intermedios que encaren el traslado; más la alta cantidad de impuestos que elevan más aún los precios; hace que las oportunidades de exportación se reduzcan provocando al mismo tiempo caídas de mercados otrora tradicionales para el cítrico dulce argentino.

En síntesis, un panorama negativo, salvo por los grandes volúmenes de fruta obtenida. Esperemos que no suceda lo que en otras oportunidades: el descarte de la misma en rutas y baldíos.

El Estado debe tomar cuenta de la situación.

Fuente: El Entre Ríos / CECNEA

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