Casi totalmente desapercibido pasó el Día de Industria, “celebrado” (o lamentado) el reciente 2 de setiembre.
Por Carlos Andrés Ortíz*
Hubo un acto formal en la sede de la UIA (Unión Industrial Argentina), entidad que por su accionar, poco o nada tiene de apoyos concretos a la actividad industrial, pero sí hace explícitos respaldos a las medidas económicas claramente nocivas para el sector, por lo que cabría llamarla, para mayor precisión conceptual, como la Unión Industricida Argentina.
El apelativo no tiene nada de exagerado, pues la UIA guarda densos silencios cómplices, ante la catastrófica realidad del Sector Industrial de la Economía Argentina, arteramente atacado por el accionar libertario-neoliberal, pues no solo se padece una brutal contracción intencionalmente perpetrada de la actividad, la cual provoca profunda caída de la misma, con acentuados índices de capacidades productivas ociosas, ante la fuerte caída de la demanda, lo que está causando muchos cierres definitivos de establecimientos fabriles (que será muy difícil revertir), y con numerosas y crecientes cantidades de personal despedido, o en el mejor de los casos suspendidos, pero con claros riesgos de engrosar la enorme cantidad desocupados.
La miseria que se extiende cuan ominosa mancha de aceite contaminante, sobre crecientes porcentajes de nuestra población, achica acentuada y crecientemente la capacidad interna de consumo, mientras que el retraso cambiario quita competitividad para exportar y favorece importaciones, en un contexto de apertura aduanera casi irrestricta.
Para peor, las expresiones del verborrágico presidente de la nación, corroboran que el objetivo real del gobierno libertario, y de sus socios (“cómplices”) neoliberales, es retrotraer nuestra economía a la supuesta “Argentina modelo” del medio siglo largo del mitrismo, en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX.
En esos años, bajo un insensible contexto socio – político semi feudal, con una minoría muy rica y la gran mayoría debatiéndose en la pobreza estructural, padecíamos la realidad de producir excluyentemente materias primas, careciendo casi por completo de actividades industriales (y la poca que había era de muy bajo nivel tecnológico), lo que se acentuaba ante la falta de todo apoyo a las actividades de creación y estímulo de la tecnología.
No es un dato menor, omitido por el dogmático presidente autoasumido como destructor intencional del Estado Argentino, que las evoluciones positivas de todas las potencias económicas y de las nuevas potencias emergentes, fueron y son consecuencias directas de las fuertes Políticas de Estado, que promueven y protegen prioritariamente -además de sus propias poblaciones- a los sectores industriales y tecnológicos, pues estos dos son los que tienen más fuertes efectos multiplicadores en las respectivas economías nacionales.
Enfaticemos ese dato concreto y contundente, la industria y la tecnología de desarrollo propio, son las actividades de mayores efectos multiplicadores muy positivos, que traccionan fuertemente el desarrollo económico general. A ambas actividades y al tejido social agreden las medidas económicas libertarias que se acentúan casi sin solución de continuidad.
Toda nación con claros objetivos de grandeza nacional, cuida a su población, la cual junto al territorio soberano nacional, son los dos principales factores sobre los que se sustenta el Ser Nacional, el cual se aglutina en torno al Estado Nacional, entidad básica de toda Nación. Todo eso lo desprecia abiertamente, el actual gobierno nacional.
Pese a la catastrófica y contundente realidad, que demuestra en forma irrefutable la extrema nocividad del rumbo económico que nos están imponiendo, la UIA sigue explicitando sus fuertes apoyos a las políticas anti industriales y anti sociales, del gobierno libertario – neoliberal, demostrando a las claras el irracional cerrado dogmatismo ultra liberal que caracteriza a la entidad supuestamente industrialista. En el acto por el alicaído día de la industria, mencionaron apenas, en forma muy tibia, las supuestas “preocupaciones” de la entidad, por las “dificultades” que soportan las industrias. Si la UIA tuviese principios claros de elemental patriotismo, en vez de sus “suaves” preocupaciones, debería expresar en forma contundente, su oposición al nocivo y desastroso rumbo económico y social del actual gobierno; y no calificar de “dificultades” que afronta la actividad industrial, a la intencional y premeditada hecatombe brutal que está destrozando a la industria y a los entes tecnológicos (incluidas las Universidades Nacionales). Lo mismo respecto al empobrecimiento masivo de la población, que claramente evidencia buscar instalar a perpetuidad, como lo demuestran el desprecio a los pobres y la burla clara a los derechos de los jubilados de vivir dignamente, condenándolos a una vida miserable, con previsibles muertes prematuras, ante la imposibilidad de acceder a los medicamentos y a una sana alimentación.
Además, los hace apalear con alevosía, por las fuerzas de seguridad, claramente incitadas a agredir arteramente a toda manifestación pública en contra del genocidio económico en perpetración.
Todo eso sin olvidar que las medidas socio económicas -apoyadas de hecho por la UIA y otros entes del establishment al servicio del dogmatismo neoliberal, condenaron a muerte a enfermos crónicos a los que privaron de imprescindibles medicamentos específicos muy costosos; y que en los hechos se burlan del hambre generalizado que provocan las medidas económicas, no distribuyendo las toneladas de alimentos y miles de frazadas, que con un mínimo de sensibilidad social, deberían haberse preocupado por repartirlos correctamente, para paliar efectivamente el hambre y el frío, que causan previsibles estragos generalizados.
Entre otras expresiones de brutal sincericidio, el verborrágico presidente de la nación, expresó su voluntad de “engrosar los bolsillos de los empresarios”, según él, a costa del desguace estatal; lo que implícitamente significa la institucionalización de la miseria generalizada y permanente de las mayorías excluidas y empobrecidas, además de la destrucción de la República Argentina, que en este caótico rumbo nos empuja a la disolución nacional y a ser apenas una factoría dócil, un amorfo enclave manejado por el neocolonialismo del siglo XXI.
Si bien no sorprende que el “Círculo Rojo” como se llama a las poderosas asociaciones empresarias dogmáticamente opuestas a todo lo Nacional y Popular apoyen el destructivo rumbo socio político económico actual, careciendo por completo de elementales nociones de Grandeza Nacional; en cambio cuestan entender los silencios y la inacción casi total, de las dirigencias del sector sindical, del supuesto arco político opositor, de intelectuales y catedráticos no cooptados por la antipatria, y otros, sumidos en el silencio y la inacción total, que en este contexto pasan a ser cómplices por omisión; o tal vez están amordazados ante las presiones del establishment, del cual forman parte los medios concentrados y los muy activos trols, los mercenarios de las redes sociales.
Preocupante realidad, que muchos aun se niegan a reconocer, entre ellos los muy colonizados mentales patrioteros de bandera, que no quieren entender que el real patriotismo debe cuidar la población, la economía, los entes estatales de importancias estratégicas (de nuevo amenazados con privatizarlos / extranjerizarlos), el territorio nacional (agredido por concesiones que agreden la soberanía), el correcto manejo de las Relaciones Exteriores (hoy subordinadas a los dictados del Bloque Atlantista), y dentro de todo ello, la industria y la tecnología nacional, sectores claves a los que arteramente se busca destruir.
*Analista de Temas Económicos y Geopolíticos.
Fuente: portal del autor (caoenergia.blogspot.com)