El puerto de Eliat está bloqueado y sin operación desde hace ocho meses. Las autoridades regionales piden asistencia financiera de forma urgente para atravesar la emergencia. Una reflexión sobre un hecho puntual, que sirve para analizar el conflicto en Palestina, y casi cualquier otro problema que ocurre en el mundo.
Por Pablo Casals – Editor Responsable
No entraremos en los detalles de los incidentes, como tampoco ahondar demasiado en el conflicto puntual. En cuanto a eso carecemos de información precisa y debidamente chequeada. Además, son varios los analistas que seguimos, consultamos y habitualmente recomendamos su trabajo respecto del conflictos en Asia Occidental con eje en la ocupación del Estado de Israel y el genocidio que se viene perpetrando sobre el pueblo palestino.
Varios de ellos son latinoamericanos, y desde este lugar del mundo estudian, interpretan y tratan de explicar el tema. Para mayor detalle, es preferible que recurran a ellos.
Lo que nos llevó a publicar esta nota, es un dato que nos llamó la atención sobremanera, porque es la primera vez en años, que autoridades regionales de la ocupación israelí manifiestan “riesgos” y anticipan problemas severos para el régimen, a partir de que se ve afectada la logística que asiste al país y que jaquea su cadena de suministros.
No escribimos esta nota a modo de festejo, sino a cuento de mirada analítica, dadas la importancia que toda la vida ha tenido el transporte y el abastecimiento para las poblaciones humanas. En épocas de inteligencia artificial y de apogeo de tecnologías que descartan y desprecian a hombres y mujeres, se vuelve a demostrar que las necesidades básicas y las tareas elementales para la supervivencia y reproducción de nuestra especie no pueden ser reemplazadas o sustituidas.
El “cómo”, el “por qué” y los “para qué”, son materia de la cultura y la espiritualidad de los pueblos, y tampoco entraremos en ese asunto.
¿Qué sucedió? Días atrás se reunió el Comité Económico de la Knesset – el parlamento israelita -, y en dicha sesión el director general del puerto de Eliat, solicitó que el gobierno los asista financieramente en forma urgente, dado el colapso que implica para esa región la imposibilidad de mantener operativo el enclave portuario.
¿Por qué no puede operar? Por el bloque que dicho puerto está atravesando a partir de las intervenciones yemeníes y de distintos aliados para cortar la línea de suministros que históricamente ingresan a Israel desde el Gofo de Agaba.
Para situar geográficamente al lector, el puerto de Eliat de encuentra en el extremo sur de la Palestina ocupada. El verdadero nombre de la localidad es Umm al-Rashrash. El Golfo mencionado es subsidiario del mar Rojo, y a la vez tiene un “gemelo”: el Golfo de Suez, cuya continuidad es el Canal de Suez.
Este Canal es uno de los pasos comerciales más importantes del mundo, ya que comunican las rutas de navegación del océano Índico con el Mediterráneo. Habrán escuchado que desde hace al menos ocho meses, Yemen ejerce un bloqueo de las rutas navegables del mar Rojo, para todos aquellos buques que transporten cualquier bien (combustible, alimentos, medicamentos, etc.) que sirva de abastecimiento para Israel.
Así, por un lado, el mencionado puerto de Eliat está prácticamente detenido desde noviembre, y el tránsito marítimo con destino a Haifa – sobre el Mediterráneo – a través de Suez está prácticamente interrumpido.
Para ello se sumaron varios elementos, entre ellos, la intervención directa yemení. Pero también inciden: la negativa de las navieras para atravesar esas rutas por temor a ataques u otras incidencias; como así también el encarecimiento de los fletes.
Imaginen lo siguiente: si una naviera resuelve pasar igual por tales bloqueos, lo mínimo que hará es cobrar más caro el traslado, al tiempo que se encarecen los seguros. Dos factores que como mínimo, hacen más difíciles y costoso el acceso a los suministros. Otra alternativa es atravesar por tierra, desde el Golfo Pérsico, vía Arabia y Jordania; que tampoco está ajena de riesgos. Una tercera, es la de “dar la vuelta” por África, remontar el Atlántico y entrar al Mediterráneo por Gibraltar; es decir, a la antigua usanza, que es mucho más cara y tampoco es segura.
En todo este “mientras tanto”, el parate en Eliat está trayendo otros problemas añadidos como los conflictos gremiales permanentes por las continuas amenazas de despido hacia trabajadores portuarios y de distintas ramas de la industria y servicios, cuyas tareas están atadas al procesamiento de la mercadería que ingresaba por ese puerto; o bien, a abastecer a la población que trabaja en relación a la actividad portuaria.
Es muy probable que el Estado de Israel resuelva transitoriamente el conflicto, enviando asistencia y abastecimiento. Es parte de su logística de guerra; y para ellos Eliat es un puerto estratégico. Aunque esté paralizado no querrán perderlo.
Tampoco este asunto resolverá el conflicto que asola Palestina. No será tan fácil y sencillo.
Lo que está claro es que la logística manda. Lo que acontece en Eliat, es un reflejo de “las generales de la ley” que corren para los pueblos bloqueados y aislados del mundo – como la propia Palestina -, cuando una naviera no quiere realizar cierta ruta comercial por “cuestiones de seguridad”.
El comercio marítimo es un vector concentrado en un puñado de firmas multinacionales, muchas de ellas con capital israelita en su composición. Pero ya ve el lector que con eso no alcanza.
La lógica es simple: el puerto de Eliat – como cualquier otro puerto en el mundo – tiene razón de ser por los barcos que recibe. Sin buques, no hay mercancía ni abastecimiento de bienes que son fundamentales para la población y el funcionamiento de cualquier país.
Pero, si abastecer una región del mundo pone en riesgo el “tesoro” del capital concentrado internacional, como son los buques mercantes y sus soportes financieros de la banca y los seguros, el capital no se arriesgará; y si lo hace, será a un precio altísimo. Ni siquiera Israel se salva en esta.
Más allá de lo que suceda de aquí en adelante con este tema en particular, sirva de ejemplo para reflexionar sobre la importancia de que cada pueblo y cada país pueda controlar por sí mismo sus vectores de comercio y abastecimiento.
La logística es vehículo de soberanía, independencia y justicia social.
Tome nota el lector.
Fuente: Al Mayadeen