Poco se habla de la industria derivada de la producción y crianza de equinos en Argentina. Sin embargo, posee márgenes extraordinarios y un alto nivel de cuestionamientos hacia las políticas estatales.
Redacción
Según el último censo agropecuario y en comparación con las estadísticas que divulga el Banco Mundial, el país posee un stock de 2,6 millones de cabezas distribuidas en algo más de 300 mil unidades productivas. A la vez, es el tercer productor global de embriones equinos y el cuarto de animales de carrera. La actividad representa el 8,7% del PBI agropecuario; es decir alrededor de 2.790 millones de dólares.
Según el el último reporte del sector que elaboró en 2017 el entonces Ministerio de Agroindustria de la Nación, la industria equina suma 73 centros registrados de inseminación artificial y transplante de embriones, para caballos de salto, polo y, en menor medida, cuarto de milla, árabe y peruano de paso. La actividad contiene 45.000 puestos de trabajo directos y 90.000 indirectos. Asimismo se exportan casi 30.000 toneladas de carne por un valor de 80 millones anuales de dólares.
El 90% de las exportaciones corresponden a caballos de Polo. Según la Asociación Argentina de Fomento Equino, aproximadamente el 50% de los caballos “Silla Argentino” son exportados, con dos o tres años de edad. También suben las ventajas si se les suma entrenamiento y desarrollo competitivo. América Latina y Centroamérica son los principales compradores. Estados Unidos ocupa el tercer escalón, porque adquiere ejemplares con mayor entrenamiento.
Según las cámaras empresarias del sector, la derogación del artículo 2° de la Ley 17.117 de Fomento Equino “complicó mucho el sistema de ventas en cuotas que promovíamos, porque en la primera cuota a cobrarles, debemos sumarles ahora el 21% de IVA”. Compararon éste guarismo con el que carga a la hacienda en pie se vende al 10,5% de IVA en todo el país.
Sin dudas, números de un sector con poca visibilidad pública y con altísimos niveles de renta. Haciendo brutamente un cálculo promedio de ingresos por cada unidad productiva de equinos, la cuenta arroja un promedio anual de 400 millones de pesos, según los valores a fines de 2018. Evidentemente, la industria equina, no es sólo cosa de burros.
Fuentes M.A.N. / AAFE