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“Sequía Comercial”. Año impar, año electoral. Retenciones a las exportaciones agropecuarias, régimen de lluvias, timba financiera, precios internacionales a la baja, cosechas abundantes en nuestros competidores.

Redacción

Era esperable. Se termina el plazo de retenciones más bajas al agro y la liquidación de exportaciones cae como un piano mientras los vapores de la timba aumentan la presión. El gobierno nacional tenía calculado el asunto y aprovechó a acumular reservas para reventarlas progresivamente de aquí a octubre, o de aquí a septiembre. El resultado electoral bonaerense será clave: si la gestión Milei no pierde por paliza en la legislativa del distrito más grande del país, lo demás le importará poco y nada. En octubre la tendrá más fácil y buscará construir un Congreso todavía más amigable con sus desastres que el actual.

Coincidimos con lo que dicen algunos analistas del mercado agropecuario pero con patitas en las finanzas: Argentina se encuentra momentáneamente en un estado se sequía comercial que se prolongaría hasta el comienzo de liquidación de la fina.

La maniobra gubernamental dejó como saldo que en junio pasado los agroexporadores registraron 23.532 millones de toneladas en sus Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE). De ellas, casi 20 millones entraron en el régimen de rebaja temporaria de retenciones.

Para dimensionar la proporción comercializada, entre enero y mayo pasado se habían liquidado algo menos de 41 millones de toneladas. En lo que va de julio, lo que corresponde al complejo sojero apenas superó las 350 mil toneladas. El maíz tampoco está llegando a puerto, a pesar que los compradores están ofreciendo un precio algo superior para incrementar la oferta. Es decir, un globo desinflándose a grandes velocidades.

Caputo y el Banco Central juntaron lo que pudieron y tendrán que administrar el trimestre electoral y las tensiones cambiarias. Imagine: la apuesta a los hidrocarburos cayó estrepitosamente, la minería arrancó pero queda en pocas manos. Mientras tanto, la demanda de dólares aumenta entre los que quieren cobrarse lo ganado en la bicicleta (el carry trade), el pago de importaciones de cada vez más bienes y mayores volúmenes, y los turistas argentos que aprovechan el “dólar barato” para pasear afuera.

¿La cosecha? Va bien; dentro de lo esperado. La siembra de la fina también. Además, hay buques a patadas esperando cargar o que vienen en camino. De allí que se está pagando por arriba de lo que debería indicar la pizarra porque hay que completar los fletes.

Esto no va a durar mucho tiempo porque los principales competidores de Argentina nivel internacional son Brasil y Estados Unidos. Nuestros vecinos, en lo que respecta al maíz y la soja tendrán un disponible que moverá la aguja global en pocas semanas. Los yanquis por su parte auguran cosechas records para ambos productos si es que no los traiciona el clima en el último tramo de la campaña gruesa del Norte.

Es decir, los precios van a bajar y la posición argentina será menos competitiva todavía. Además, la fina estadounidense viene bien prospectada. Incluso en Europa también hay buenos pronósticos para el trigo. O sea, para Argentina la cosa no viene fácil. Trascartón, la timba esta a pleno. Están negociando cauciones anuales futuras a razón del 50% de tasa anual, mientras desde Economía aseguran que la proyección de inflación para el próximo año apenas superará el 20%. En criollo, están terminando de romper lo que ya estaba enclenque.

¿Usted produce y necesita unos mangos para proyectar las próximas campañas? Jódase. ¿Usted trabaja y no quiere que el morfi o el combustible no le suba tanto en el próximo semestre? Jódase más todavía.

Argentina arrastra varios problemas estructurales gravísimos desde hace más de medio siglo. No tener manejo soberano de la banca y ejercicio estatal del comercio exterior propicia a que tenga lugar el desastre descripto hasta aquí. Tampoco hay noción de cómo sobrellevar todos los circuitos internos de comercialización. Ningún resorte está en manos soberanas.

Así estamos. Es año impar. Entonces, además de estar prendados al régimen de lluvias como único factor de posible prosperidad, se le suma el llamado de las urnas. Según cómo sea septiembre, vemos cómo sigue octubre.

Usted dirá: “Nosotros somos federales. Hay 22 provincias más. No todo es Buenos Aires”. Lo sabemos amigo, amiga… Por eso nos llamamos de la manera que nos llamamos. Pero a nadie le importa.

Vemos nuevamente que las retenciones a las exportaciones no sirven para nada; aunque tampoco debemos dejar el asunto a criterio de las exportadoras y patronales agropecuarias.

Acumulen yerba, arroz y fideos. Harán falta.

Fuente: MEcon / BCR / NAP / Bichos de Campo

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