La siguiente nota que compartimos, muestra una serie de datos sobre cómo los mismos países que instalan en la discusión mundial el descenso de emisiones de carbono, y por ende, la disminución de la actividad industrial en los países con matrices manufactureras aún escazas o precarias, no escatiman en “echar humo” si su propio esquema industrial necesita reactivarse.
Por Óscar F. Civieta*
El Centre Delàs, junto a otras organizaciones, publica un informe analizando cómo el aumento del gasto militar en los Estados miembros de la OTAN va en detrimento de la lucha contra el cambio climático.
Si los 31 Estados miembros de la OTAN alcanzan el objetivo de destinar al menos el 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) a sus fuerzas armadas, provocarán una emisión adicional de 467 millones de toneladas de CO2 en ocho años.
Es lo que se denomina huella de carbono militar, que, según el informe “El clima bajo fuego cruzado. Cómo el objetivo del 2% de gasto militar de la OTAN contribuye al colapso climático”, supone un 5,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) anuales del mundo.
El estudio, elaborado por del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, IPPNW Germany, Tippping Point North South, Stop Wapenhandel y Transnational Institute, profundiza en el gasto militar y la gran cantidad de compromisos climáticos que podrían financiarse si ese dinero tuviera otro destino.
Entre 2021 y 2023, el gasto militar de los países de la OTAN ha pasado de 1,16 a 1,26 billones de dólares. Crecimiento justificado para alcanzar ese objetivo del 2% del PIB, que, como apuntan en el estudio, «no tiene una base metodológica clara, puesto que se fijó en 2006, antes de la invasión inicial de Ucrania por parte de Rusia en 2014, y actualmente es defendido como necesario para hacer frente a la amenaza rusa».
Con esos 1,26 billones, comparan, se podría financiar durante 12 años el compromiso del Acuerdo de París para la financiación climática (100.000 millones de dólares anuales). También la financiación climática externa requerida para países de ingresos bajos y medios durante un año (1 billón de dólares). Servirían, de igual modo, para sufragar los costes de los países africanos para la mitigación y adaptación al cambio climático durante cuatro años (unos 280.000 millones de dólares anuales), o los costes de adaptación al clima para los países de ingresos bajos y medios durante tres años (340.000 millones de dólares al año).
En el futuro, este parangón podría ser mucho más exagerado, ya que, a pesar del incremento (de 1,16 a 1,26 billones), hay 20 países de la OTAN que todavía no han llegado al 2%. Es decir, el margen de crecimiento es notable.
¿Qué es la huella de carbono militar?
A escala global, detallan en el informe, las fuerzas armadas se encuentran entre los mayores emisores de GEI institucionales. Si los ejércitos de todo el mundo fueran un país, serían el 4º del ranking, con unas emisiones superiores a las de Rusia.
La huella de carbono militar (excluyendo la relacionada con los conflictos) puede desglosarse en tres categorías: fuentes estacionarias, fuentes móviles y cadena de suministro.
Las primeras son emisiones operativas de gases provenientes de bases militares, mientras que las emisiones de fuentes móviles derivan de las actividades militares móviles (por ejemplo, uso de aeronaves, naves, vehículos terrestres y astronaves). En cambio, las emisiones de la cadena de suministro incluyen las emisiones de la industria armamentista y demás empresas que aprovisionan las fuerzas armadas.
El exceso de emisiones por el gasto militar equivale a 474 millones de vuelos de ida y vuelta entre Londres y Nueva York durante 8 años
El informe inquiere el periodo entre 2021 y 2028. En el año de inicio del análisis (2021), la huella de carbono militar era de 196 millones de toneladas métricas equivalentes de CO₂ (tCO2-eq). En 2023, ha subido ya a 226 millones. En 2028, si los Estados miembros lograran el objetivo del 2%, las emisiones anuales de gases de efecto invernadero serían de 295 millones. 100 millones más cada año respecto a 2021.
Si se suman las emisiones de todos los países de la OTAN entre 2021 y 2028, la huella de carbono militar colectiva será de 2.000 millones. Y el exceso respecto a las emisiones, si no se llegara a ese 2% del PIB de gasto militar, es de 467 millones de toneladas. Esto, ejemplifican en el estudio, es más que las emisiones de Vietnam en un solo año (actualmente, el 18º emisor del mundo). Es más, estas emisiones adicionales también son superiores a las actuales del Reino Unido o de Francia.
Las emisiones extraordinarias necesarias para alcanzar el objetivo del 2% de la OTAN, agregan, equivalen a 474 millones de vuelos de ida y vuelta entre Londres y Nueva York durante 8 años, con una media de 59 millones de vuelos al año.
Si sólo se tienen en consideración los miembros europeos de la OTAN, la huella de carbono militar adicional desde un punto de vista colectivo sería de 234 millones de tCO2-eq, es decir, más que todas las emisiones de CO₂ de todos los vuelos que salen de la UE27 y la EFTA (147 millones de toneladas emitidas por 4,6 millones de vuelos en 2019).
*Periodista español. Artículo originalmente titulado como “El aumento del gasto militar en los países de la OTAN generará 467 millones de toneladas de CO2 adicionales en ocho años”.
Fuentes: La Marea / Rebelión