Otro punto para los cultivos de cobertura

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Otro punto para los cultivos de cobertura

Distintos ensayos realizados en la denominada “pampa ondulada” ratificar la necesidad primordial de incorporar masivamente los cultivos de cobertura a las prácticas agrícolas, en detrimento de la aplicación irresponsable del paquete operativo de agroquímicos. No se trata de hacer jardinería a gran escala, sino de retomar un modelo agro-productivo soberano.

Redacción

La región pampeana se encuentra dividida en varias zonas. La “pampa ondulada” es una de ellas, y se la ha conocido en el último cuarto de siglo cono “zona núcleo” o “núcleo sur”. La misma está delimitada geográficamente por los ríos Paraná, de la Plata y Salado; abarcando lo que podríamos denominar el eje Rosario (Santa Fe) y La Plata (Buenos Aires).

No vamos a descubrir nada con decir que sus suelos son fenomenal fertilidad de cara a practicar la agricultura intensiva y de alta escala. Se le llama “ondulada”, por las variaciones en el terreno vinculadas a la propia a la erosión de los afluentes de los ríos mencionados, los médanos, barrancas, bajos y terrazas fluviales.

Demás está decir que se trata de la zona agrícola más antiguamente explotada de nuestro país, y por cuestiones obvias la que se encuentra mayormente resentida a raíz de un siglo y medio de trabajo intensivo. Las veces que nos hemos referido a la región desde esta Redacción, más allá de las coberturas   habituales relacionadas con la producción, lo hemos hecho justamente con la alteración de los niveles y la fisonomía del suelo.  Los propios especialistas afirman que el sistema ha sido alterado por la acción humana, por lo cual se hace cada vez más necesario poner el ojo en el desequilibrio causado tras tantos años.

Así, desde la Facultad de Agronomía de Universidad de Buenos Aires (FAUBA), se vienen llevando adelante una serie de investigaciones en combinación con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el CONICET, de cara a desarrollar un programa de recomposición de suelos. El eje de los mismos en algunos casos, viene siendo el carbono, y la medición de la densidad del componente.

Según los investigadores de FAUBA, las primeras mediciones arrojaron nivel bajos, lógicos y esperables dado el proceso de explotación de dichos suelos mencionado anteriormente entre un 15 y 40% de su composición natural. Los estudios arrancaron la zona de Pergamino en la provincia de Buenos Aires.

Por lo tanto, el trabajo iniciado fue la restitución progresiva de carbono a partir de planificar rotaciones, sembrar cultivos de servicio y optimizar las aplicaciones tecnológicas de uso común. Según los informes publicados, el trabajo luego de un periodo de tres a cinco años, logró triplicar el contenido de carbono de los suelos y acelerar hasta seis veces la velocidad a la que se acumula dicho fundamental componente en el primer metro de profundidad de los suelos.

El trabajo se enfocó en lotes agrícolas sembrados con trigo, soja o maíz; sobre los cuales se analizaron diferentes rotaciones, con distintos grados de cobertura, de fertilización y de protección contra plagas. Según los informes de FAUBA, tras cinco años de trabajo, registraron aumentos en el contenido de carbono en el suelo de hasta un 500% en los sistemas donde más intensificamos la agricultura; a un promedio de 2,4 toneladas por hectárea por año. Lo normal en cuanto a recuperación oscila entre los 300 y 600 kilos anuales.

Según el informe, el exponencial repunte pudo haberse dado a partir de al principio del trabajo los suelos estaban muy debilitados y con bajos contenidos de carbono. Por lo tanto, era probable que su capacidad de acumulación de carbono fuera muy grande gracias a la avidez del suelo.

Entre otras cuestiones específicas a los ensayos, se explicó que la mayor acumulación de carbono se logró en los lotes donde se asoció trigo o soja con un cultivo de cobertura. Estos cultivos lo que generan en los suelos es la incorporación de raíces al corto plazo, nutrientes, y favorecen la acumulación y retención de humedad además de proteger el suelo. La diferencia entre lotes con o sin rotación al corto plazo, es una diferencia de carbono en suelo del 100%.

Otro de los datos, es que la combinación soja-maíz, da mejores resultados que la rotación trigo-soja. Esto se debe a que los primeros, ocupan el lote en verano, lo cual permite que el cultivo de servicio está más tiempo durante el invierno realizando la cobertura, e incorporando los nutrientes y el carbono asociados.

Lo que recomiendan desde las entidades que llevan adelante dichos estudios, es que debe incorporarse tanto la metodología de estudio, como de rotación y cultivos de servicio, hasta tanto se encuentre el equilibrio óptimo en cada región agrícola del país, sin alterar las necesidades productivas.

Además, proponen que cada región puede determinar, constituir una “identidad de suelo”, que le permita planificar a futuro tanto la producción como el paquete tecnológico que se vaya a aplicar.

Es indudable a esta altura que la incorporación de cultivos de cobertura, no sólo puede potenciar la producción agrícola y sus rindes, sino también oficiar de “recuperador de suelos”.

Si a ello, se le suma una cadena de industrialización de cercanía tanto para el cultivo en sí como para la cobertura, el plano agropecuario daría un salto de calidad, que podría distinguir aún más al campo argentino en el mundo, bajar los costos de producción, y por ende, incrementar la demanda de empleo directa e indirecta.

Fuente: FAUBA / Democracia / Portal SudoesteBA

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