Tiemblen los Tiranos 28: Artigas y las guerras por la independencia
9 abril, 2022
Hacia la producción de microprocesadores nacionales
10 abril, 2022
ver todo

¿Por qué no un motor argentino?

Compartimos un artículo que tiene al menos nueve años. En él, su autor, Gastón Briozzo, desarrolla una propuesta industrialmente soberana y conveniente para el desarrollo de la industria metalmecánica nacional, y desde allí una manera de proyectar el modelo productivo argentino. “La oferta de una familia de motores diseñados y construidos en el país de forma masiva, escalable y complementaria en lo referido al mayor uso de piezas y autopartes comunes posible”. Esperemos disfruten de su lectura tanto como nosotros en ésta Redacción.
Redacción
Durante la larga historia automotriz argentina hubo un común denominador: la carencia de un propulsor totalmente argentino, diseñado y construido masivamente en nuestro país.
Podemos tomar el caso, en los inicios de la construcción en línea de autos en Argentina, de un ejemplo emblemático como fue la camioneta Rastrojero fabricada en FMA por IAME donde se construía toda la camioneta a excepción del motor (Borward). Cuando finalmente se diseño un motor nacional (a cargo del Ing. López Orozco) para un nuevo modelo de camioneta vino Martínez de Hoz y cerró la fábrica.
Otra iniciativa (mediados de los ’60s) se presentó de la mano de nuestro querido Juan Manuel Fangio que se contacto, de parte de Auto Unión, con Augusto Cicaré para diseñar y fabricar un motor de cuatro tiempos para los míticos DKW que eran impulsados por un inconfundible 2 tiempos. El motor se construyó y se probó con éxito pero Auto Unión se fusiono con NSU y las nuevas autoridades decidieron discontinuar el auto.
El ejemplo con mejor suerte fue a los comienzos de la industria aeronáutica argentina (1944) con la creación del motor «El Gaucho», un multiradial de nueve cilindros en estrella del que se fabricaron 300 unidades. También hubieron esfuerzos para producir un rudimentario V8 para una Sport Coupe GT que fue abandonada luego del derrocamiento de Perón en 1955.
A principios de los ’70s «El Mago» Berta diseña y construye a partir de un motor Cosworth un motor de competición V8 de altas prestaciones para equipar su Sport Prototipo Berta LR
En épocas más recientes (1994), con Dualde como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, se realizó un intento de diseñar y construir el Mini auto popular. Fruto de esos esfuerzos Heriberto Pronello diseña y construye tres prototipos de un motor de 800cc VTwin (bicilíndrico en V)
Un vehículo con motor importado seguramente no logre una integración nacional superior al 37% de su valor total. «Una industria sin motor propio es como un cuerpo con corazón prestado» y no se puede hacer mucho con un corazón prestado…
Cualquier argentino con sueños de industria automotriz se ha dado de frente con la complicada realidad de tener que enfrentar dos problemas graves: el primero es la normativa legal relacionada a la posibilidad de poder patentar el vehículo (moto o auto) que desea construir, algo prácticamente imposible de conseguir luego de la modificación del estatus quo imperante hasta el año 2006, cuando se prohibió la fabricación de vehículos fuera de fábrica y el Gobierno Nacional se ha negado sistemáticamente a firmar decretos de autorización de «Terminal Automotriz» (salvo para empresas foráneas como Toyota , Agrale, etc.)
El segundo impedimento – siempre en el caso de revertir primero el anterior – es la falta de motores disponibles para potenciar los vehículos. En muchos casos el emprendedor debe peregrinar por las oficinas de las grandes automotrices bregando por un permiso de venta de tal o cual motor viéndose condicionando en la libertad de diseño y posterior construcción.
Lo que se plantea acá es facilitar el surgimiento de terminales argentinas como así también de pequeños y medianos emprendedores mediante la oferta de una familia de motores diseñados y construidos en el país de forma masiva, escalable y complementaria en lo referido al mayor uso de piezas y autopartes comunes posible.
Esta familia de motores debería diseñarse con la idea de poder ser usado en todas las aplicaciones posibles no solo automotriz (motos, autos, cuatriciclos, etc.) sino también en aplicaciones navales, aeronáuticas y herramientas. Posibilitar el uso de distintos tipos de combustibles como naftas, etanol, gas comprimido con versiones aspiradas o turbo comprimidas.
Promoviendo de este modo el surgimiento de numerosos emprendimientos industriales a lo largo y a lo ancho del país, convirtiendo a cada taller o garaje en una potencial fabrica artesanal de motos «café racer» hasta autos deportivos exclusivos; como así también promoviendo el surgimiento de pequeñas terminales a escala limitada. Por los mismos impedimentos que rigen hoy en nuestro país y que se repiten en otros países de la región, podría ser una gran oportunidad de generar divisas con la exportación de dichos impulsores.
De este modo se debería convocar a nuestros mejores ingenieros y motoristas para que propongan diseños de motores para que luego se ofrezca la licencia de fabricación a las empresas que demuestren interés y capacidades técnicas para construirlos masivamente, tanto el motor en sí como transmisiones y/o piezas. La idea es que los privados los construyan y no un Estado «empresario».
Toda la línea de motores deberían compartir el mayor número de piezas posibles como pistones, aros, pernos, bielas, engranajes, cilíndros – en el caso que se opte por encamisados-, cuna y tapas de válvulas, etc.
Se debería proponer un diseño de motor que pueda albergar el mayor numero de aplicaciones posibles en las áreas automatices, naval y aeronáutica.
En mi humilde opinión considero que se debería arrancar con un motor diseñado para potenciar motos y sus derivados (cuatriciclo, moto cargas, karts, buggys, etc.). Por ejemplo un mono cilíndrico de 375cc / 400cc de cilindrada de unos 35hp/37hp alimentado a carburador ó sistema de inyección. Otras aplicaciones podrían ser como motor de carga de baterías en autos híbridos o potenciar herramientas como grupos electrógenos, bombas de agua, tractorcitos corta pasto, etc. , etc.
El segundo motor podría ser uno de 750cc/800cc en geometría en V para disminuir vibraciones y aportarle suavidad y torque elástico, donde además de las aplicaciones mencionadas anteriormente, también podría desarrollarse versiones navales o automotrices para pequeños autos citadinos sobre todo con la ayuda de un turbo compresor.
Estos motores con 4 válvulas por cilindro y doble árbol de levas a la cabeza podrían generar potencias de 70 a 100hp ya sea de alimentación aspirada o turbo comprimida. Estos motores compartirían cuna y tapa de válvulas con el monocilíndrico anterior.
El tercer grupo de motores de 4 cilindros en V de 1.500cc/1.600cc podría desarrollar potencias de 110 hp hasta 220 hp en versiones deportivas turboalimentadas. Este motor podría potencias un gran número de vehículos medianos como así también un importante uso en aplicaciones navales (pequeñas embarcaciones, motos de agua, etc.) y aeronáuticas como es el caso de pequeños aviones y helicópteros experimentales como los Cicaré compitiendo con otras ofertas extranjeras de elevado costo de venta como es el caso del ROTAX 912 Turbo aeronáutico.
Otra alternativa sería hacer el bicilíndrico en línea y que este comparta con el 4V las cunas y tapas de válvulas – como en el caso de la pyme alemana Weber Motors.
También deberían desarrollarse distintos tipos de transmisiones para aplicar a estos motores o tener en mente qué transmisiones de las que se pueden conseguir libremente hoy en el mercado local podrían ser acopladas a estos motores para las distintas aplicaciones. No deberían faltar transmisiones a engranajes, CVT y reductoras.
En el futuro y de acuerdo al éxito de incorporación de estos motores en los diversos emprendimientos que vayan surgiendo se podría ampliar la familia en las sucesivas cilindradas como un tres cilindros en línea de 1.125cc/1.200cc y un V6 de 2.250cc/2.400cc ambos aspirados y turbo comprimidos y compartiendo cuna y tapas de válvulas.
Si realmente queremos desarrollar nuestra industria, sea automotriz, naval o aeronáutica deberemos empezar por darle un corazón argentino. Recién ahí podremos empezar a pensar en grande con proyectos industriales más ambiciosos. Algo similar pasa con las turbinas aeronáuticas y la construcción de aviones.
Tenemos la necesidad, tenemos los conocimientos, la gente y los medios para hacerlo. Tenemos el mercado y la escala de producción imprescindibles para tornarlo viable. Por eso la propuesta de familia de motores complementarios y así abaratar costos con mayor escala de producción.
Una Argentina grande, emprendedora y próspera aguarda a la vuelta de la esquina. Sólo falta la decisión política para llevarlo a cabo.

Fuente: Facilitado por David Cardante, vía red social facebook. Texto recuperado de una publicación de diciembre de 2013.

Invitame un café en cafecito.app

1 Comment

  1. José Luis Barboza dice:

    Felicitaciones por el exelente artículo publicado, muy buena idea, compartiré la publicación.

Responder a José Luis Barboza Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *