El poder en Alemania está recuperando discursos revanchistas e imperialistas. Empieza a sondear que pasaría con una nueva expansión de su país hacia el Este.
Por M. K. Bhadrakumar*
La hipótesis de que el eje anglosajón es fundamental para la guerra en Ucrania de la OTAN contra Rusia es solo parcialmente cierta. Alemania es en realidad el segundo mayor proveedor de armas de Ucrania, después de EEUU. El canciller Olaf Scholz acaba de prometer en la Cumbre de la OTAN, en Vilnius, un nuevo paquete de armas por valor de 700 millones de euros, que incluye tanques adicionales, municiones y sistemas de defensa aérea Patriot, poniendo a Berlín, como dijo, a la vanguardia del apoyo militar a Ucrania.
El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, enfatizó: «Al hacer esto, estamos haciendo una contribución significativa para fortalecer el poder de permanencia de Ucrania». Sin embargo, la pantomima que desarrollan los alemanes puede tener múltiples motivos.
Fundamentalmente, la motivación de Alemania se remonta a la aplastante derrota que le propinó el Ejército Rojo y tiene poco que ver con los ucranianos. La crisis de Ucrania ha proporcionado el contexto para acelerar la militarización de Alemania. Mientras tanto, los sentimientos revanchistas asoman la cabeza y existe un «consenso bipartidista» entre los principales partidos de Alemania (CDU, SPD y el Partido Verde) a este respecto.
En una entrevista el fin de semana, el principal experto en asuntos exteriores y de defensa de la CDU, Roderich Kiesewetter (un ex coronel que dirigió la Asociación de Reservistas de la Bundeswehr de 2011 a 2016) sugirió que si las condiciones lo justifican, por la situación de Ucrania, la OTAN debería «cortar Kaliningrado de las líneas de suministro rusas. Así veremos cómo reacciona Putin cuando está bajo presión», agregó. Berlín todavía sufre por la rendición de la antigua ciudad prusiana de Königsberg en abril de 1945.
En ese año Stalin ordenó a 1,5 millones de soldados soviéticos, apoyados por varios miles de tanques y aviones, atacar a las divisiones Panzer nazis atrincheradas en la ciudad de Königsberg (la última gran concentración de divisiones que le quedaba a Hitler para defender Berlín). La captura de la fortaleza de Königsberg por el ejército soviético se celebró en Moscú con una salva de artillería de 324 cañones que dispararon 24 proyectiles cada uno.
Evidentemente, los comentarios de Kiesewetter muestran que nada se olvida ni se perdona en Berlín, incluso después de 8 décadas. Así, Alemania es el aliado más cercano de Biden en la guerra contra Rusia. Ahora, el gobierno alemán ha declarado que entiende la inhumana decisión de Biden de suministrar municiones de racimo a Ucrania. El portavoz del gobierno comentó en Berlín: «Estamos seguros que nuestros amigos estadounidenses no tomaron la decisión a la ligera al entregar este tipo de municiones».
El presidente Frank-Walter Steinmeier comentó: «En la situación actual, uno no debe obstruir a los EEUU». De hecho, la figura principal de la CDU, Kiesewetter, sugirió en una entrevista con el diario «Taz» del Partido Verde que «no solo se le debe dar a Ucrania «garantías, si es necesario asistencia nuclear, como un paso intermedio para la membresía en la OTAN».
Coincidiendo con la cumbre de la OTAN en Vilnius, Rheinmetal, la gran empresa alemana de fabricación de armas de 135 años, ha revelado que abrirá una planta de vehículos blindados en el oeste de Ucrania en un lugar no revelado. Para empezar, construirán y repararán vehículos blindados de transporte de tropas «Fuchs» mientras se pone en marcha un programa para fabricar tanques, municiones y sistemas de defensa aérea.
El director ejecutivo de Rheinmetall le dijo a CNN que, al igual que otras fábricas de armas ucranianas, la nueva planta podría protegerse de los ataques aéreos rusos. Alemania ha más que duplicado la asignación de 2.000 millones de euros para mejorar las fuerzas armadas de Ucrania. Ahora suma alrededor de EUR 5,4 mil millones con planes adicionales para aumentar a EUR 10,5 mil millones.
¿Este frenesí armamentista es por Rusia? Alemania no ignora que Ucrania no tiene ninguna posibilidad de derrotar militarmente a Rusia. Alemania está jugando otro juego, un juego más largo donde no es Rusia sino Polonia su adversario.
Desde que el ejército zarista avanzó hacia Galitzia en 1914, Rusia ha tenido una historia difícil con los nacionalistas ucranianos. En la guerra actual Rusia no quiere que el conflicto se extienda al oeste de Ucrania. Y si los rusos llegan a dar ese paso será por un imperativo de seguridad.
La victoria soviética en Ucrania en octubre de 1944, la ocupación del este de Europa por parte del Ejército Rojo y la diplomacia aliada dieron como resultado un nuevo trazado en las fronteras occidentales de Polonia con Alemania y de Ucrania con Polonia. En pocas palabras, con la compensación de los territorios alemanes en el oeste, Polonia cedió Volhynia y Galitzia en el oeste de Ucrania; un intercambio de población que creó, por primera vez en siglos, una clara frontera étnica polaco-ucraniana.
Una herencia de la Segunda Guerra Mundial
Está entre los cálculos de los estrategas que la guerra en Ucrania cambie radicalmente los límites territoriales de Ucrania en el este y el sur. Posiblemente, también pueda reabrir el acuerdo posterior a la II Guerra Mundial con respecto al oeste de Ucrania. Rusia ha advertido repetidamente que Polonia tiene como objetivo revertir la cesión de Volhynia y Galitzia en el oeste de Ucrania. Semejante giro de los acontecimientos traerá sin duda a primer plano la cuestión de los territorios alemanes que forman parte de Polonia en la actualidad.
Tal vez fue en previsión de la turbulencia que se avecinaba que en octubre pasado, ocho meses después que comenzara la intervención rusa, Varsovia exigió a Berlín reparaciones por la II Guerra Mundial, un problema que, según Alemania, se resolvió en 1990, por una suma de 1,3 billones de euros.
En la Conferencia de Potsdam (1945), los «antiguos territorios del este de Alemania» – que comprenden casi una cuarta parte de la ex República de Weimar – fueron cedidos en su mayoría a Polonia. El resto, ubicado en el norte de Prusia Oriental, incluida la ciudad alemana de Königsberg (rebautizada como Kaliningrado), se asignó a la Unión Soviética.
No hay que equivocarse sobre la importancia que tiene para la cultura y la política alemana su frontera oriental. De hecho, siempre hay algo muy volátil en la actitud de esta «Gran Potencia discapacitada». Cuando aparecen nuevas circunstancias políticas, económicas e históricas, la nueva realidad impulsa a quienes detentan el poder a recuperar paulatinamente los discursos revanchistas e imperialistas. Estos existen de manera silenciosa debajo de la superficie desde hace mucho tiempo en Alemania. Hoy mediante cuidados esfuerzos los diplomáticos alemanes empiezan a sondear que pasaría con una nueva expansión de su país.
En retrospectiva, el papel de Alemania – en particular, el del entonces ministro de Relaciones Exteriores y actual presidente Steinmeier- para alinear a Alemania con los elementos neonazis durante el cambio de régimen en Kiev (2014) y la subsiguiente perfidia alemana en la implementación del Acuerdo de Minsk («Steinmeier fórmula»), no debe olvidarse (hasta lo admitió la excanciller Angela Merkel).
Baste decir que, mientras Rusia está ganando la guerra, la principal preocupación de la política exterior alemana se expresa en la necesidad de redefinir lo que era parte de Alemania. Por lo tanto, la guerra en Ucrania es solo el medio para un fin que la opinión pública desconoce.
Armamentismo alemán
Informes recientes sugieren que Berlín puede estar avanzando para satisfacer la demanda de Ucrania de misiles de crucero Taurus con un alcance superior a 500 km y una «cabeza de guerra multiefecto». Supuestamente la única arma que puede cambiar las reglas del juego en el campo de batalla y crear los requisitos previos para la victoria.
Del mismo modo, los soldados alemanes son aproximadamente la mitad del grupo de batalla de la OTAN que ya está presente en Lituania. El ministro de Defensa, Boris Pistorius, dijo hace dos semanas que Alemania está preparando la infraestructura para establecer una base permanente de 4.000 soldados («una brigada robusta») en Lituania para tener capacidad militar en el flanco oriental. La decisión cuenta con el apoyo tanto de la coalición gobernante como del principal partido de la oposición.
El experto en política exterior de la CDU y miembro del Bundestag, Kiesewetter, calificó la idea de establecer una base alemana en el Báltico como una «decisión razonable». Y no hay que olvidar que, históricamente hablando, ha habido intentos anteriores de crear un dominio alemán en los Estados del Báltico (Estonia, Letonia, Lituania); esta pretensión está basada en los reclamos de los colonos alemanes que se habrían asentado en esos territorios en los siglos XII y XIII.
*Diplomático de carrera durante 30 años en el Servicio Exterior de la India: sirvió en la Embajada de la India en Moscú.
Fuente: La Haine y Observatorio Crisis