El Gobierno nacional elevó el proyecto de ley de Presupuesto 2025 para su tratamiento en el Congreso Nacional. Más allá de la puesta en escena para su presentación, las consideraciones de la oposición, y la propaganda a favor y en contra, el mismo comienza a estudiarse. Aquí algunos puntos que podrían ser claves.
Redacción
Más allá de lo que indique la “realidad real”, los gobiernos están obligados a basarse en los datos oficiales previamente elaborados y publicados por sus distintas carteras y organismos estadísticos. Es así que, por ejemplo, un a parte importante de los cálculos que se incluyen en el Presupuesto están basados en lo que el INDEC da a conocer periódicamente con el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Los actores de la actividad económica, se beneficien o padezcan dicho índice, descreen del mismo. Así, se estimaba que para este 2024 la inflación sería del 104% anual, aunque ahora los más optimistas la dan en un 140% a fines de diciembre. En la misma lógica, en lo que respecta para 2025 y siguiendo la lógica de los acontecimientos, estiman que alcanzará un 47% y no el 18% que anunció Milei el pasado domingo.
Obviamente, dado el ímpetu con el cual este gobierno afronta todo lo que hace, no es de extrañar que en aras de cumplir esa expectativa, termine de reventar lo poco que queda en pie profundizando la recesión para llegar a ese 18%.
Haciendo un breve paneo por lo que arrojan los mensajes de elevación y las minutas que conforman el proyecto de Ley – todos los proyectos de presupuesto son verdaderos mamotretos -, le recomendamos al lector que retenga ese número 18.
Vaya y juéguele en la agencia amiga. La iniciativa elevada promete sangre.
Entre las primeras cuestiones para observar, se encuentran los ataques al trabajo registrado privado y mayores ataques sobre las jubilaciones. En el cuanto al trabajo formal, se deroga la actualización por inflación de las asignaciones familiares. En criollo, se congelan. Para el caso de las jubilaciones, aquellas modificaciones a la fórmula realizadas por DNU y rechazadas por el Congreso, se incluyen y se vuelven a imponer dentro del proyecto que, de aprobarse, será Ley.
Para diciembre de 2025, el año mostraría un crecimiento de la economía de alrededor del 5%; tras una caída en 2024 prevista para el 4%. Es decir, Milei encararía 2026 si tiene viento a favor y todo le sale bien, peso más peso menos, en la situación en la que tomó el gobierno el 10 de diciembre pasado. Más allá de algunas voces de los mercados financieros que consideran que esa expectativa es “coherente”, desde los sectores de la producción no creen que la reactivación se produzca en esas proporciones.
Claramente, el Gobierno apuesta a que el RIGI camine para adelante. Pero cae en su propia contradicción: lo establecido en los papeles que regulan el mismo, hacen que dicho régimen no tenga un impacto multiplicador en las cadenas de producción nacionales, ya que no apuntan a la generación de proveedores, climas industriales, poblamiento y gran demanda de mano de obra. El RIGI sólo impulsa la extracción de materias primas, a cambio de algún margen de regalías según el caso.
En cuanto a las exportaciones, el proyecto dice que aumentarían un 9% durante el año que viene, como producto del crecimiento y de una especie de reequilibramiento del tipo de cambio – en criollo devaluación – de casi el 25% (el dólar oficial costaría en diciembre de 2025, cerca de 1.210 pesos). Todo eso acompañado por un 100% de aumento de la recaudación del impuesto a las exportaciones – retenciones -. Esto último, a menos que la minería y la energía realicen un despegue exponencial, será difícil de lograr sin las liquidaciones de ventas externas agropecuarias.
El “campo” le exige a Milei la devaluación y quita de las alícuotas de retenciones. Mientras la situación siga como está, las principales referencias del sector le han hecho saber que venderán lo justo y necesario para mantener los equilibrios hacia adentro de la cadena.
A finde este año se eliminaría definitivamente el impuesto PAIS, por lo cual perdería instrumento de recaudación a las importaciones para terminar de liberarlas. Al mismo tiempo se asegura que la recaudación aumentará, ya que se supone que eso aumentará la actividad y por ende la facturación. Difícil que eso sea posible ante tamaña recesión, a menos que siga confiando en la energía y la minería. Demasiado pedir. Los que van a facturar bonito son los países de origen de esas importaciones. Allí sí aumentará la recaudación.
Por lo demás, es lo que se ha publicado ampliamente en otros medios también: continuar con las microdevaluaciones diarias; tratar de juntar para pagar los intereses de la deuda externa; rogar al Fondo para que vuelva a prestar o poder renegociar vencimientos; tratar de que se “les dé” una gran llegada de dólares para salir del cepo; y seguir cumpliendo con los mandantes financieros internacionales que son los que conducen políticamente al Gobierno.
Al principio de la nota mencionamos que esto era un repaso preliminar. Resta ver cuáles serán las discusiones en el Congreso.
El resto de lo escrutado a grandes rasgos, consiste en reducción de recursos sobre los servicios públicos en general, donde la principal repercusión de notará en las áreas de salud, educación, transporte, obra pública. Es decir, la inversión estatal real que el paradigma liberal – tanto conservador como progresista – define como “gasto”.
Asimismo, se propone una reforma tributaria profunda que favorece al que más tiene. Es decir: quién mayor capital posee, menos impuestos pagará. Por lo tanto, los objetivos de recaudación caerán sobre los segmentos de la población con menores recursos y niveles de ingreso, que siempre son la mayoría y que ya de poco disponen.
Por último, se prometen más aumentos de tarifas en servicios como la energía; o impuestos que afectan directamente al precio de los insumos básicos de cualquier cadena productiva o prestación de servicios – por ejemplo, el combustible -, y por ende se trasladará a precios finales.
Seguiremos de cerca el debate parlamentario al respecto, e iremos tomando pedazos del mamotreto para poder analizarlo.
Mientras tanto, juéguese unos pesos al 18. La sangre. Es lo que queda para nosotros, los mandriles.
Fuente: PEN / Proyecto de Presupuesto 2025 / Congreso Nacional