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La cadena ganadera bovina se reunió con el Ejecutivo Nacional y evaluaron los pasos a seguir a corto y mediano plazo. El sector mira hacia afuera, en tiempos de mayúscula caída del mercado interno.

Redacción

Finalmente, el Gobierno Nacional tuvo su primer encuentro con el Consejo Consultivo de la Carne Bovina (CCCB), integrado por las principales entidades rurales ganaderas, frigoríficos, comercializadoras, asesoras científicas y exportadoras. La consigna era concreta: fomentar y articular para incrementar la matriz exportadora ganadera, si mirar al mercado interno.

En lo previo, durante el fin de semana, si se repasan las editoriales de los grandes medios de las provincias y los portales especializados, puede dimensionarse el interés de la cadena cárnica porque este tipo de encuentros se lleven adelante. Hay objetivos y promesas por cumplir, en un momento donde el Ejecutivo nacional no está cómodo y necesita de sus “aliados naturales”: el sector netamente exportador de materia prima sin valor agregado.

Así, y según las distintas crónicas, se tocaron no sólo el tema de ampliar o consolidar los mercados externos, sino también de “adaptar” algunas condiciones “intracadena”, en función de lo que demandan terceros países. Entre esos puntos, está la trazabilidad bovina y el desarrollo de un digesto sanitario único.

¡Ojo! Ambas medidas son importantes. Consolidar un estándar sanitario único, homogéneo y posible para toda la cadena en todas las regiones del país, siempre es para bien. Otorga parámetros, previsibilidad a mediano plazo y horizonte hacia adelante. Cosas que serán posibles en el marco de una política sanitaria que se diseñe para abarcar y garantizar desde los sectores de mayor volumen y concentración, hasta el pequeño productor ganadero que posee un puñado de vacas.

Respecto de la trazabilidad se puede ensayar una propuesta equivalente. Conocer de dónde viene la carne y los distintos recorridos que el animal realizó desde su parición hasta la faena siempre es positivo, amenos que se transforme en algo privativo de afrontar.

Sin embargo, por lo que trascendió de la reunión, la cosa no fue por esos carriles, sino – más bien – por adoptar los criterios de ambos aspectos en términos de “valor agregado” y de responder a las exigencias externas. En criollo, la carne en el mostrador de la carnicería continuará empardada a los precios de exportación.

Además, se tocaron los temas “cliché” de época: el saludo a las medidas de “simplificación y desburocratización para favorecer el crecimiento y la inversión de esta industria”. Entre ellas, por ejemplo, la eliminación de pautas “dañinas” y “artificiales”, como fueron la garantización de la demanda interna a precio razonable de los cortes preferenciales de las familias argentinas.

La queja del sector ganadero de mayor concentración – que mantiene la dimensión del rodeo nacional en los mismos estándares que en la década del 60 aunque el mercado interno a abastecer se haya multiplicado por tres -, era justamente la de tener que garantizar la demanda interna de los famosos siete cortes, además de los cupos. Temas que se habrían resuelto más o menos fácilmente si el volumen de cabezas se hubiese ido incrementando en función de la proyección de demanda y las pretensiones de exportación.

Obviamente, fueron decisiones productivas que no se tomaron; al contrario; cada cuatro años se produce una liquidación de vientres bastante por arriba de la media de equilibrio. Más allá de los adelantos tecnológicos, los terneros siguen naciendo de las vacas. A menos vientres, menos pariciones.

Por lo demás, se anunciaron las prontas asignaciones de cuota de exportación de carne a Estados Unidos y Colombia; además que se comenzó a exportar carne bovina con hueso a Israel.

En ese marco, el Gobierno anunció que las exportaciones argentinas de carne bovina en enero, obtuvieron el mayor registro desde 1973 hasta le fecha, además que se alcanzó un rango de “disponibilidad” de hacienda con futuro exportable, a pesar que la cadena se encuentra en un proceso de “reconstrucción” luego de los daños causados por la prolongada sequía de 2021 a 2023. Claramente, la existencia de hacienda exportable se debe ala caída estrepitosa del consumo interno.

Los presentes en la mencionada reunión fueron por parte del Gobierno, los secretarios de Planeamiento y Gestión del Desarrollo Productivo y de la Bioeconomía, Juan Pazo; y el de Bioeconomía, Fernando Vilella; el Subsecretario de Producción Agropecuaria y Forestal, Sergio Iraeta; y el presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agropecuaria (SENASA), Pablo Cortese.

Representando al sector productivo, participaron representantes de Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO), Federación Agraria Argentina (FAA), Asociación de Productores Exportadores Argentinos (APEA), Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), Cámara Argentina de Feedlot (CAF), Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado (CACG), Unión de la Industria Cárnica Argentina (UNICA), Consorcio de Exportadores de Carne Argentina (ABC), Mesa Nacional de Carnes y Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA).

Fuente: PEN / SENASA / Archivo

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