Así lo afirman entidades empresariales; pero también, el plexo legal vigente, autoridades financieras y estadísticas del Gobierno Nacional. ¿Dónde se plasma semejante barbaridad? En el curso que tienen la política y la “dinámica de mercado” en materia de vivienda.
Por Pablo Casals
Duro, ¿no? El lector verá si está entre el 60% sobrante o el 40% más o menos participante. Hemos reunido una serie de datos, análisis y declaraciones respecto de la situación y los augurios del mercado inmobiliario – tanto para vivienda como para arriendo productivo -, como también de las condiciones que afrontan las familias inquilinas. Asimismo, hay un universo que incluye a más o menos 28 millones de argentinos entre niños, adultos y ancianos: la falta de vivienda y la precariedad habitacional.
Obviamente, las dificultades habitacionales poseen distintos grados de dificultad, cuyo menor guarismo sería el que atraviesan aquellas familias que no poseen dificultades de calificación para acceder a un alquiler, pero no pueden aún tener una vivienda propia. De allí, hacia abajo en el ranking, hasta llegar a aquel vecino de su cuadra que vive en la vereda. En el medio, van todas las demás variantes que a usted se le puedan ocurrir.
Pero vamos a la información “seria” y “objetiva”. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la actividad inmobiliaria se está recuperando con buenas perspectivas para 2023. ¿En qué sentido? En el que marca la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA), que afirma que el nivel de escrituración superó los números del 2019. La explicación a esto, según sus principales referentes, es el “blanqueo” de dólares acobachados y no declarados, que a partir de las medidas impulsadas por el Gobierno Nacional, los tenedores de esos dólares tendrían cierto “perdón” si los verdes son destinados al mercado inmobiliario o a la construcción.
Desde la CIA aseguran que los valores de los inmuebles no seguirán “bajando” – pregunta. ¿alguien se había dado cuenta de que habían bajado? -; y que en las provincias parte de las inversiones de la agroindustria, minería e hidrocarburos se volcaron a la construcción, atraídos por “la buena rentabilidad de los alquileres”. Además, según la fuente, de parte del mundo bancario, habría “nuevas líneas de créditos, con calificación alta, pero con tasas muy atractivas para acceder a una primera vivienda con dólares al oficial, por parte de un banco”.
Aclaremos que por “alta calificación” bancaria, se requieren ingresos mensuales un 30 o 50% superiores a los que accede la media del trabajador registrado o con ingresos comprobables. En criollo, salarios superiores a 500 mil pesos, previo a las paritarias 2023. ¿Cuántos trabajadores conoce usted que ganen eso? Generalmente, ni con dos sueldos que ingresen al hogar llegan a ese monto.
Respecto a los alquileres, la cosa viene peor gracia a la ley que los regula. La misma, favorece al propietario rentista (aunque lo obliga a pagar impuestos), y al trabajador en relación de dependencia y salario registrado. Es decir, el 60% de los trabajadores queda por fuera de los alcances de la ley. Pero no ahora; antes de que la norma se sancione, la cosa ya era así.
¿Qué dicen los empresarios? Que los alquileres vienen fenómeno porque hay “lista de espera”. Y sí, lógico: las familias buscan y necesitan lugares dignos donde vivir, y hacen los esfuerzos necesarios para poder acceder a ellos. Los rentistas y la ley vigente los esquilman; pero las familias hacen el esfuerzo de todas formas.
Los empresarios argumentan que la legislación debería modificarse. Retroceder al plazo máximo de dos años y actualización cada seis meses. En la actualidad, con la normativa vigente, los plazos son de tres años y los ajustes son anuales. Una ley pensada para Disneylandia.
Si en Argentina hubiese pleno empleo; con una inflación por debajo del 3% anual; con niveles de cumplimiento en impuestos y tasas rondando el 90%; y no existiera la concentración inmobiliaria, la ley seguramente sería más que adecuada. En el contexto real, desde hace al menos 30 años, la normativa vigente no tiene sentido. Está pensada para el 40% de la población: aquella que posee – por lo menos – trabajo registrado y con paritarias anuales.
¿Por qué? Porque los montos de los alquileres se ajustan anualmente mediante un mecanismo y fórmula que conjuga la variación de la inflación que mide el INDEC y la de los salarios, que establece el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables). En criollo, aquellos que están “en blanco” y tienen aumentos paritarios al menos una vez al año.
En el mundo real, estos son el 37% de la Población Económicamente Activa (PEA); aquellos que están en edad de trabajar y seguramente, integran un grupo familiar o conviviente que depende de su ingreso.
A ese 37% súmele el 3% cuyos ingresos provienen de rentas y/o servicios inmobiliarios. Ahí tiene a los 4 de cada 10 trabajadores y sus familias, que están considerados por el mercado, la política, la banca y la estadística. Para los otros 6, diría El Manosanta – personaje de Alberto Olmedo -, “ya se te va a arreglar”.
De hecho, en el mundo “real”, el éxito de esta política aplicada, augura que más argentinos quedarán afuera en los próximos dos años. Tal lo establece el mecanismo de incrementos de alquileres, cuyos índices elabora el Banco Central, para aquellas familias que firmaron un contrato en febrero de 2022 y están a días de su actualización, el aumento ronda el 86%. Es decir, su el alquiler era de 50.000 pesos mensuales, a partir del 1° de febrero – o sea, mañana -, el mismo andará rozando los 93 mil pesitos. Es más: todos los contratos firmados durante 2022, tendrán incrementos entre el 81 y 91% según el mes de actualización.
Por último, sólo un dato estadístico: a fines de 2015, con una población estimada de 43 millones de habitantes, se hablaba de un déficit de vivienda cercano a las 3,2 millones de unidades habitacionales. Entre aquella época y el ahora, la población se estima en 46, 5 millones (INDEC no publica los datos del último CENSO); y no se han construido un número significativo de viviendas.
Por lo tanto, la situación habitacional en Argentina se agravó penosamente. Y ya saben lo que nos indica la sabiduría criolla: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Los “especuletas” ganarán nuevamente.
Fuente: INDEC / BCRA / NA / CIA / Agenda PyME